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Segunda vuelta presidencial: cuando el ganador en primera pasó a ser el perdedor

Desde 1994, cuando se comenzó a implementar la segunda vuelta, solo en dos ocasiones, 1998 y 2014, se revirtió el resultado. Siempre las votaciones de la primera vuelta se han incrementado.

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04 de junio de 2022 - 05:03 p. m.
En departamentos como Chocó o Cauca, el Pacto Histórico arrasó en las votaciones. Mientras que en el departamento de Arauca y la región del Catatumbo el gran ganador fue Rodolfo Hernández.
En departamentos como Chocó o Cauca, el Pacto Histórico arrasó en las votaciones. Mientras que en el departamento de Arauca y la región del Catatumbo el gran ganador fue Rodolfo Hernández.
Foto: Archivo
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La segunda vuelta en la elección presidencial o ‘ballotage’, como se le llama en otros países, fue incluida en el país a partir de la nueva Constitución de 1991, con el argumento de la búsqueda de mayor inclusión y mayor pluralismo político. El artículo 190 quedó así: “El presidente de la República será elegido para un período de cuatro años por la mitad más uno de los votos que, de manera secreta y directa, depositen los ciudadanos en la fecha y con las formalidades que determine la ley. Si ningún candidato obtiene dicha mayoría, se celebrará una nueva votación que tendrá lugar tres semanas más tarde, en la que sólo participarán los dos candidatos que hubieren obtenido las más altas votaciones. Será declarado presidente quien obtenga el mayor número de votos”.

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En el artículo “La doble vuelta en las elecciones presidenciales en Colombia 1994-2018: la búsqueda esquiva de mayor legitimidad y de consensos”, Javier Duque Daza, politólogo, investigador y docente, señala que entre los académicos “hay algunos acuerdos sobre los efectos esperados con la introducción del ‘ballotage’ que se pueden sintetizar en cinco puntos: (1) la doble vuelta propicia mayor pluralismo al darle cabida a otras alternativas, a pequeños partidos y a candidatos que entran en el juego de posibilidades; pueden proyectar sus nombres entre la opinión pública y sus agrupaciones políticas, así como impulsar programas y políticas. (2) La competencia tiende a moderarse y orienta las propuestas de los candidatos hacia el centro del espectro ideológico. (3) Confiere mayor legitimidad al presidente de la República, el cual es elegido por una mayoría superior a la que genera la mayoría relativa, que puede resultar muy restrictiva. (4) Facilita la estructuración de un sistema con múltiples partidos que tienden a agruparse en dos alternativas de disputa. (5) Estimula la formación de coaliciones electorales y gobiernos con mayor apoyo parlamentario”.

Sin embargo, en su análisis, refiere también que esa segunda vuelta, para el caso colombiano, si bien rompió con el bipartidismo, no es claro que haya generado siempre un significativo aumento del apoyo electoral al presidente electo y la consecuente mayor legitimidad. Los presidentes elegidos mediante segunda vuelta han logrado, como es lógico, mayor votación que en la primera vuelta; no obstante, en términos de votos efectivos (el porcentaje de votos obtenidos respecto al potencial electoral) no siempre han sido los presidentes elegidos mediante ballotage los de mayor respaldo.

Por otra parte, ha sido evidente la falta de regulación del funcionamiento de los partidos y la permisibilidad para el transfuguismo y las experiencias muestran también que no se han presentado más de tres candidatos relevantes con posibilidades reales de ganar, aunque ha habido candidaturas ficticias que toman las elecciones como una plataforma para obtener otro tipo de beneficios, o aspirar posteriormente a otros cargos.

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Desde 1994, cuando empezó a implementarse la segunda vuelta, hasta el momento solo en dos elecciones se revirtió el resultado de la primera: en 1998 y 2014, por lo que el ganador pasó a ser perdedor. En el primer caso, Horacio Serpa, candidato del Partico Liberal, obtuvo inicialmente 3′647.007 votos, el 34,59%, mientras que Andrés Pastrana 3′613.278, el 34,34%. Para la segunda vuelta, Pastrana logró voltear la tendencia, dicen los analistas, gracias a su promesa de negociar la paz con las Farc, que en ese momento mostraban una fuerza bélica poderosa, incluyendo una foto con el máximo jefe de esa organización guerrillera, Manuel Marulanda Vélez, alias “Tirofijo”. Obtuvo 6′114.152 votos (50,39%) contra 5′658.518 de Serpa (46,53%).

El otro caso es el de 2014, cuando en primera vuelta resultó ganador óscar Iván Zuluaga, candidato del uribista Centro Democrático, quien sacó un total de 3′769.005 votos, que representaron el 29,28%. El segundo fue el entonces presidente-candidato, con 3′310.794, es decir, el 25,72%. Para la segunda vuelta, el resultado se revirtió y Santos fue el ganador con 7′839.342 apoyos ciudadanos en las urnas (el 50.99%), contra 6′917.001 de Zuluaga, que fueron el 45% del total.

Por otra parte, sin contar con los comicios de este año que todavía no se han definido, se han dado siete elecciones y de estas, en dos ocasiones hubo ganador absoluto en la primera vuelta: Álvaro Uribe Vélez en 2002 y 2006.

En la conclusión del citado artículo de Javier Duque Daza, se refiere que es claro que la doble vuelta genera mayores espacios para la competencia, propicia coaliciones, modera las posiciones de los candidatos, confiere mayor legitimidad y evita que haya ganadores minoritarios. “No obstante, no es suficiente para movilizar más apoyos ciudadanos a los partidos. En términos relativos, todos los presidentes han sido elegidos con muy bajos porcentajes del potencial electoral. Una nueva regla de juego no soluciona problemas estructurales de los partidos y de la clase política ni hace que la desconfianza y apatía de la mayoría de los electores se modifique”.

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