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Voto “finish” en segunda vuelta: ¿estamos preparados para ese escenario?

Como hace décadas no ocurría, Colombia se enfrenta a un escenario de empate técnico entre los aspirantes a la Presidencia. Será una prueba de fuego para la democracia colombiana y demandará mucha responsabilidad y prudencia de todos los actores que la integran.

Felipe García Altamar
12 de junio de 2022 - 02:03 a. m.
Aunque en primera vuelta Petro aventajó a Hernández por más de 2,5 millones de votos, la segunda vuelta se prevé mucho más ajustada.
Aunque en primera vuelta Petro aventajó a Hernández por más de 2,5 millones de votos, la segunda vuelta se prevé mucho más ajustada.
Foto: AP - AFP

Rodolfo Hernández o Gustavo Petro. En una semana los colombianos regresarán a las urnas para escoger al próximo presidente, entre dos propuestas disruptivas que pregonan un cambio que desde hace un par de años clama buena parte de la ciudadanía. Como los califican, son dos candidatos antiestablecimiento que se medirán en medio de un ambiente político más que hostil y tras una campaña en su mayoría digital. Para completar, lo que muestran las encuestas es un empate técnico. Un escenario inédito.

En primera vuelta, el margen entre los dos candidatos fue de más de 2,5 millones de votos (Petro recibió 8,5 apoyos y Hernández 5,9). Pero la segunda vuelta plantea un panorama mucho más ajustado: un grueso del electorado de Federico Gutiérrez (cinco millones de votos), John Milton Rodríguez (274.000) y Enrique Gómez (50.000) apoya al exalcalde de Bucaramanga. Si además se toma en cuenta el voto en blanco y el abstencionismo (45 % en primera vuelta), se ambienta un voto finish al que no está acostumbrado el electorado colombiano.

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La última encuesta sobre intención de voto, realizada por Invamer para El Espectador, Noticias Caracol y Blu Radio, reveló que habría solo un punto de diferencia en segunda vuelta (lidera Hernández con 48,2 % y Petro marca 47,2 %), con un margen de error del 2,6 %. La instantánea es similar, por ejemplo, a las elecciones de 2020 en Perú, donde la diferencia fue apenas de 50.000 votos, o en Estados Unidos ese mismo año, cuando pasaron varios días para conocer el resultado final debido al sistema electoral de ese país. Igual ocurrió en Bolivia en 2019, cuando hubo una diferencia de menos de 700.000 votos, e incluso en Venezuela en 2013, cuando la diferencia de unos 200.000 votos produjo un revuelco político del que aún no se recupera.

Para encontrar algo similar en Colombia hay que retroceder medio siglo, a las elecciones del 19 de abril de 1970. El estrecho margen de 63.000 votos entre Pastrana y Rojas Pinilla y las denuncias de fraude motivaron la conformación del M-19. También se podrían apuntar en ese compendio las elecciones del 94 entre Samper y Pastrana, pues el margen de menos de 20.000 votos en primera vuelta hizo imaginar una definición pareja, pero al final se desniveló por más de 156.000 votos.

Un empate técnico en segunda vuelta es el panorama menos deseado para este momento político del país. El camino hacia estas presidenciales estuvo colmado de beligerancia entre las campañas, con un sinnúmero de escándalos entre apoyos cuestionados, espionaje, infiltraciones y denuncias sobre amenazas de muerte, entre otros. Además, como nunca antes, la tecnología tuvo un papel protagónico y en la práctica la campaña se desarrolló en el ámbito digital. Esto ocasionó que el debate cayera a la altura de lo que ofrecen las redes sociales y no hubo mucho espacio para las propuestas.

Es “un contexto de muchísima agresividad”, como lo define Alejandra Barrios, directora de la Misión de Observación Electoral (MOE), por lo que el peor escenario es que haya una distancia apretada de votos. “Una diferencia de un 1 % o menos generaría uno o dos días de incertidumbre para tener toda la información”, dice.

“Nunca habíamos tenido un riesgo tan alto”, dice por su parte Armando Novoa, exmagistrado del Consejo Nacional Electoral (CNE), para quien este es el “peor de los mundos” por la pugnacidad de candidatos y militantes.

En esta elección se cosechará lo sembrado en una campaña en la que desde todas las orillas pusieron en duda la legitimidad del sistema electoral, aunque claramente se debió a los errores que tuvo la Registraduría en los comicios legislativos del 13 de marzo. “La democracia ha sido puesta a prueba, porque siempre tuvo un monopolio de los grandes partidos. El establecimiento era muy fuerte y nunca habíamos tenido un escenario así”, considera Mauricio Jaramillo, columnista de este diario y docente de Ciencia Política y Gobierno.

Y es que además de la desconfianza en el sistema electoral, incluso desde el Gobierno se planteó la posibilidad de una injerencia extranjera, por lo que no sería de extrañar que se pose de nuevo el fantasma de fraude sobre los resultados. “Colombia no está preparada. Unos dirán que hasta Venezuela y Rusia metieron mano y otros que el establecimiento hizo fraude. Todos se encargaron de plantear ese escenario”, resume Jaramillo.

Así las cosas, es claro el desafío de una segunda vuelta con un resultado ajustado: por un lado, la Registraduría tiene que generar la misma confianza de la primera vuelta; por otro, políticos, medios de comunicación y electores deben ser responsables en sus mensajes.

“Aquí sabremos qué tanta madurez tiene la sociedad colombiana. Todos estamos a prueba. Hay que esperar resultados del escrutinio con tranquilidad”, reflexiona la directora de la MOE, que resaltó el papel de la Registraduría en primera vuelta. “Generó tranquilidad, fue rápida y entre escrutinio y preconteo no hubo mucha diferencia”.

Lo ideal para los conocedores del sistema electoral es que haya un resultado holgado, pues otras voces como las del exmagistrado Novoa plantean que la pérdida de confianza en la Registraduría no tiene reversa. Pero, con la estrecha diferencia que se vaticina, el llamado para el próximo domingo es a la prudencia y la lealtad para tratar de recomponer una campaña inusual que podría marcar el rumbo de las elecciones venideras.

Felipe García Altamar

Por Felipe García Altamar

Bogotano. Periodista de Uninpahu. Vinculado a El Espectador desde 2014. fgarcia@elespectador.com

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