El Partido Liberal y el Polo Democrático comenzaban a afrontar desde ayer la “resaca” tras las consultas internas en las que, con una baja votación, escogieron sus candidatos oficiales a la Presidencia de la República para 2010 —Rafael Pardo y Gustavo Petro, respectivamente—, en medio de voces de respaldo, posturas críticas, amagos de disidencias y un claro objetivo en el inmediato futuro: la concreción de una alianza interpartidista para enfrentar unidos al uribismo, con o sin reelección en juego.
Sin embargo, al menos en este comienzo, la viabilidad de tener un candidato único no parece una tarea fácil. Ayer mismo, el Polo vivió un remezón interno cuando su presidente, Jaime Dussán, anunció que dejaba el cargo para devolvérselo a Carlos Gaviria. Pero éste, a su vez, no está seguro de su regreso y, según dijo, le pediría a la colectividad el nombramiento provisional de otra persona. Es en ese reacomodamiento de fuerzas donde comenzará a librarse el pulso entre las dos tendencias que confluyen en la izquierda democrática: la moderada de Petro y la radical de Gaviria.
El mismo Petro, a pesar de haber ganado la nominación, le pidió al Comité Ejecutivo del Polo tener en cuenta su opinión a la hora de elegir ese nuevo presidente provisional, quien en su criterio debe estar de acuerdo con su propuesta de conformar “un gran frente de convergencia en defensa de la Constitución de 1991”. Pero según conoció El Espectador, no descarta la idea de reclamar las llaves del partido, mientras que seguidores de Gaviria tratan de convencerlo para que se quede en el cargo.
Es claro que Petro, quien anunció además la futura renuncia a su curul en el Senado, sabe perfectamente que aun siendo el candidato oficial no tiene las mayorías a nivel de las directivas o, como le dicen otros, de las maquinarias. En este sentido, se inicia un tire y afloje en el que los perdedores —Jaime Dussán, Gaviria, los de la línea MOIR, los del Partido Comunista, entre otros— no querrán perder el poder y buscarán la manera de obligar al ahora candidato oficial a “negociar” en aras de la tan anhelada unidad, necesaria en momentos cuando se inicia la carrera electoral hacia el Congreso de 2010.
Por los lados del Partido Liberal el panorama también se muestra complicado. El primer campanazo de alerta corrió por cuenta de la senadora Piedad Córdoba, quien además de advertir su intención de “tomarse” la colectividad, puso en duda su respaldo a la candidatura de Rafael Pardo: “No le veo ninguna opción de ganar... el partido debe ser claro ya que Pardo no es un candidato legítimo de las bases del partido. No tengo nada contra él, pero no me voy a meter en una cosa de esas”, enfatizó.
Pardo, al igual que Petro, insistió el lunes nuevamente en que el paso a seguir es fortalecer las fuerzas políticas liberales a través de un partido unificado y con posibilidades de conformar una nueva mayoría política en el país con otros sectores que han mostrado interés en hacerlo: “He mencionado nombres como Gustavo Petro, Germán Vargas Lleras, Sergio Fajardo, Enrique Peñalosa, Antanas Mockus y Luis Eduardo Garzón. Con ellos buscaremos conversar para conformar esa nueva mayoría con coincidencias en objetivos y propósitos”, señaló.
El mismo Antanas Mockus manifestó que el camino apunta a una consulta interpartidista para escoger un candidato que se convierta en verdadera opción frente a la perpetuación del uribismo. El ex alcalde pintó un nuevo escenario político de cara a las presidenciales de 2010 a partir de esa coalición en la oposición: “Todo el mundo reconoce que es un error ir como nos fuimos la vez pasada: dispersos ante un uribismo unido. Ahora es al contrario: un uribismo disperso ante una oposición unida”.
Claro que eso de la unión de los sectores antirreeleccionistas es algo que todavía está por verse. Porque aunque Pardo y Petro hablen de alianzas, falta ver qué piensa Germán Vargas Lleras, quien ha dicho en más de una ocasión que nunca podría hacer coalición con el Polo Democrático porque no comparte sus ideales. O el mismo Sergio Fajardo, quien también se ha mostrado dispuesto a ir hasta el final, o sea, al menos hasta la primera vuelta. Como quien dice, nadie le quiere cargar la maleta a nadie y, por eso, la viabilidad de tener candidato único es, por ahora, una posibilidad difícil y lejana.