Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
La presencia de varios líderes sindicalistas entre los miembros de la Asamblea Constituyente de 1991 fue esencial para que en la naciente Carta Magna se tuviera un acercamiento especial a temas como los derechos laborales y sindicales. No obstante, a pesar de este importante logro, después de la promulgación de la Constitución se vivieron los momentos más difíciles para el sindicalismo y un grave retroceso en varios aspectos laborales en el país. Aprovechando una nueva jornada del Día del Trabajo, El Espectador entrevistó a la hoy senadora Aída Avella, constituyente y líder sindical para ese momento, sobre los logros en materia laboral en la Constitución de 1991. Aunque reconoció la importancia de lo que quedó plasmado en la Carta Política, cuestionó la aplicación que se le ha dado. En ese mismo sentido, la representante de la UP en la Asamblea aseguró que gran parte del problema se da por el choque entre un texto garantista y un capítulo de la Constitución que tiene un enfoque claramente neoliberal.
¿Qué cambios trajo la Constitución de 1991 en términos de derechos laborales?
Fueron varios los que se dejaron escritos, pero del artículo a la práctica hay mucho que decir. La Constituyente definió desde el artículo primero que Colombia es un Estado Social de Derecho y que está fundado en el respeto a la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y la prevalencia del interés general. Eso es algo que no se cumple para nada. También están los artículos 25 y 26, que tienen que ver directamente con el derecho al trabajo y la obligación que tiene de respetarse. El artículo 25 dice que el trabajo es un derecho y una obligación social, y goza en todas sus modalidades de la especial protección del Estado. Toda persona tiene derecho a trabajar en condiciones dignas y justas. Pero precisamente, después de 1991, es que se presentó una modalidad de trabajo nada decente. Y se inició también una persecución a los sindicatos, que también están protegidos por la Constitución. Esos artículos son una ficción, porque todo el proceso posconstitución está marcado por el trabajo indecente.
También está marcado porque hay muchas empresas, sobre todo en la salud, que les exigen a sus trabajadores antes de posesionarlos que firmen un documento de compromiso de que no se afiliarán al sindicato. Esto es un delito, pero nadie lo persigue. El artículo 13, que dice que todas las personas nacen libres e iguales ante la ley y recibirán la misma protección y trato, también se incumple. Y es porque en el día de hoy todavía se exige recomendación política. Eso es un delito. Pero también está el efecto mermelada de este gobierno, que va en contra de ese artículo. Es increíble que aún se exijan padrinos.
También está el artículo 39, que consigna el derecho a crear sindicatos sin la intervención del Estado. No se permiten los sindicatos en las empresas y, si lo arman, son despedidos. Aquí hacen lo que quieren con los sindicatos, tanto que en la actualidad solo el 4 % de los trabajadores está sindicalizado. Después de la Constitución de 1991 fue que vinieron los grandes cierres, el Estado se privatizó y no hubo respeto para ninguna convención colectiva.
¿Cómo se explica que una Constitución tan garantista enmarca la regresión en los derechos laborales?
Lo que pasa es que después de eso se desata una persecución. Los trabajadores venían siendo perseguidos y se incumplió el artículo 11, que dice que el derecho a la vida es inviolable. Aquí se condenó a los trabajadores a la pena de muerte. Este es el país que más asesinatos de trabajadores ha tenido en el mundo. A septiembre de 2020 se habían reportado el homicidio de 3.240 personas. Es increíble lo que ocurrió después del 4 de julio de 1991, cuando se proclamó la Constitución. Mataron a miembros de las industrias cementeras, maestros, panaderos y trabajadores de todos los sectores. ¿Cómo se explica esto? Pues es que en este país no se respeta la Constitución.
Todos los presidentes, después de la Asamblea, han sido personas que no han defendido los derechos humanos, hasta los han atacado. Además, han estado en contra de los sindicatos. Hay una Constitución que quedó escrita para los anaqueles y los estudiosos, y otra que es la real, que produce las muertes, amenazas, desapariciones. Es un país que violenta la Constitución de 1991.
¿Es real ese choque entre el enfoque garantista de la Constitución y la inclinación supuestamente neoliberal?
Claro que sí. El capítulo quinto, que trata los temas económicos, plasmó un enfoque neoliberal. No lo voté porque me pareció lo más de dramático que el neoliberalismo quedara en la Constitución. Algunos constituyentes dicen que no es así porque ese capítulo habla de la autonomía del Banco de la República, pero lo que respondo es que solo ese artículo se salva. Y hasta eso lo quieren quitar, ya lo han intentado varios congresistas. Aquí se hizo una Constitución de gatopardismo político: cambiar algunas cosas para que todo siguiera igual, o peor. Para mí, en el ámbito de los trabajadores fue todo peor. Tener solo el 4 % sindicalizados es un índice de que aquí se persigue a la asociación sindical.
¿Qué importancia tuvo para la Constitución que en su redacción hayan participado líderes sindicales como usted, Angelino Garzón, Tulio Cuevas, entre otros?
Esto significó que dejáramos escrito muchos artículos a favor del derecho de los trabajadores. El problema es que no se cumplen. Lo que habría que hacer es un juicio a los que no permitieron que se cumplieran y que atropellaran a los trabajadores. Aunque hay que reconocer que el otro problema es que el neoliberalismo en pleno quedó en la Constitución y eso es muy grave, porque se fija que lo que importan son las ganancias y no el ser humano. Por eso estamos intentado llegar a gobernar, para solucionar esas injusticias.
¿Qué faltó por hacer en la Constitución frente a los derechos de los trabajadores?
No sé, es que mucho quedó escrito. El problema es que todos esos derechos los han violentado. Todos los artículos que tienen que ver con los trabajadores, sin excepción, han sido violentados por todos los gobiernos después de la Constituyente. Y esto es de una gravedad impresionante.
¿Falta por desarrollar alguno de los temas que quedaron escritos?
Quiero hacer énfasis en el artículo 53, porque este es sobre el estatuto del trabajo que se le ordenó al Congreso expedir. Esto es muy importante, porque se han presentado tres proyectos y siempre los sabotearon. El Congreso nunca ha querido sacar el estatuto del trabajo y no lo quieren hacer porque implica derechos mínimos fundamentales, como la igualdad de oportunidades para los trabajadores, la remuneración mínima vital, la estabilidad del empleo -que la quitaron-, y la irrenunciabilidad a los beneficios mínimos establecidos en normas laborales. Gobierno tras gobierno y congreso tras congreso ha violentado esos derechos. Nuevamente vamos a presentar ese estatuto, por cuarta vez. El problema es que en el Congreso están los representantes de las grandes empresas y no les importa representar a los trabajadores.
Treinta años después de proclamarse la Constitución, ¿por qué es importante para los trabajadores en la actualidad?
La importancia es mucha, lo que pasa es que la práctica ha sido nula. Lo que se ha hecho es contra los trabajadores y contra todo lo que dice la Carta Magna. ¿Dónde está la dignidad de los empleados que les dan solo empleos por tres meses? Son gente que ni siquiera podrá aspirar a una jubilación, ese es el drama de la juventud colombiana, de los que apenas están iniciando la vida laboral. Es una vergüenza para este país que, 30 años después, la Constitución sigue siendo un saludo a la bandera para los trabajadores.