¿Cuál es la posición de ustedes frente al llamado del presidente Iván Duque de concertar?
Es la ruta menos conveniente para poder hablar de un diálogo nacional. Se sigue utilizando la vieja estrategia de divide y reinarás. Convocar a un diálogo nacional implica que todos los sectores involucrados en la indignación deben llegar a una manera conjunta porque empezar a hablar de forma sectorizada es la mejor forma de crear desconfianzas y generar suspicacias frente a una realidad que queremos transformar. Si el presidente fuera más práctico convoca a los sectores en su conjunto para no dejar que se siga enviando un mensaje tradicionalista de tratar de romper o comprar conciencias a partir de estrategias sucias que lo que hacen es enviar un mensaje de debilitar un proceso popular que ha crecido. Es un proceso que no está liderando políticos o empresarios, sino que es el pueblo colombiano. Debe mirarse este levantamiento en una dimensión de realidades transversales que afectan a la mayoría de la población que no tiene las condiciones económicas. Recordemos que en Colombia solo el 2% de los 50 millones de colombianos tiene las condiciones de riqueza, tierra y otros. Para el resto no hay políticas que garanticen una vida digna.
¿Aún así planean participar de esta mesa?
La puerta del diálogo siempre ha estado abierta, pero debe haber la garantía de que los espacios se construyan en conjunto para que se dé el alcance que todos queremos. Cuando hablamos de ese todos es que somos indígenas, ciudadanos, universitarios, campesinos, afros y más. Entonces, crear esos escenarios implica una generación de confianzas. Hasta el momento, como lo vemos, y la agenda está establecida, simplemente es una estrategia para dividir y contraponer a los procesos de movilización social.
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¿Cuáles son esos mínimos que debe llevarse a esta mesa?
Los mínimos tienen que ir en un sentido de que el diálogo sea efectivo: de amplia escucha pero también de acciones para esos cambios que la sociedad requiere. Se necesita que sean honestos y reales, algo que pocas veces sucede en estas situaciones. Esto permitiría generar la suficiente confianza y voluntad política para lograr esos cambios. Cuando hablamos de voluntad política, lo decimos de lado y lado, pero sobre todo los que direccionan el país, porque el presidente Duque está fallando al plan de gobierno que presentó. Hay que revisar los escenarios en los que se ha afectado el sector público, porque lo han ido privatizando. Parte de la reforma ha pasado por vender los activos de la nación y desmejorar a toda la sociedad colombiana.
¿Qué está pasando en el país para que el estallido social haya sido tan fuerte?
Hay políticas que han ayudado a desmejorar las condiciones sociales de la gente. Son temas desde hace mucho tiempo de las líneas de gobierno que han venido. Han ido desmejorando la capacidad adquisitiva de las familias y su vida digna. Han afectado a sectores como la mediana y la pequeña empresa al potenciar políticas externas de importación de productos desde lo agropecuario y lo textil. Han acabado la pequeña empresa y potencian las multinacionales.
Dependemos de otros países, por eso el crecimiento de la deuda externa. La mayoría de estos préstamos son mantener una burocracia, por la que también nos han obligado a pagar más impuestos. Hay entidades sobre entidades que nos siguen empobreciendo y hay una decadencia económica que se amarra al crecimiento de las economía ilícitas como lo es el narcotráfico. Aquí no solo se están tratando temas reivindicativos sino temas estructurales que por décadas han venido desmejorando la vida de los colombianos. Hay que recordar que esto revienta porque este Gobierno sube por tercera vez impuestos y porque hay una desigualdad creciente, que, si no es por la pandemia, los colombianos no nos damos cuenta. Esta realidad no es la que debería corresponder a un estado de derecho, a un estado social de derecho. La constitución tiene todas las garantías pero en la práctica no están estos derechos.
Llevamos 200 años de un Estado que solo ha trabajado para sus beneficios. Cuando hablamos de derechos, no hablamos de subsidios, que es una herramienta asistencialista que favorece el empobrecimiento. Los derechos son las garantías básicas para que un colombiano pueda trabajar y dignificar su vida. Eso es la autosostenibilidad familiar. Nuestro mensaje es que podamos construir más allá de clases y sectores. Que desde la equidad podamos construir escenarios de transformación real.
¿Cuál es el paso a seguir para ustedes con la minga?
Primero queremos enviar un mensaje de humildad. Este es un levantamiento del pueblo que hizo un paro nacional y nosotros solo nos sumamos a ese paro. La minga no quiere imponer temas de movimiento indígena. La minga quiere plantear para consensuar temas estructurales como lo es tocar las pensiones o afectar a los transportadores. Subir impuestos a los combustibles es un efecto dominó que afecta la economía de la gente del común. Hemos hecho una lectura estructural de cada política y cómo vulnera la vida digna del colombiano. Cuando tenemos esa lectura vemos que han ido desmejorando el nivel y la calidad de vida. Esto se siente más cuando somos poblaciones rurales dispersas donde muchas veces la institucionalidad no alcanzan a atender estas zonas geográficamente olvidadas. Reiteramos que no peleamos como minga sino como paro nacional para sentarnos a conversar para un diálogo nacional que genere cambios estructurales.
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Este miércoles hubo un trino del expresidente Uribe que identificó al CRIC como el Eln. Aunque se disculpó, ¿qué dicen frente a estos pronunciamientos?
Hay una preocupación enorme frente al tema directo de Álvaro Uribe Vélez. Él empieza a trinar cuando se agudiza la situación del paro frente a la vulneración de los derechos. Primero convoca a que los Policías y la Fuerza Pública, legítimamente, pueda dispararle a la sociedad colombiana. Luego, en Cali, se legitima a los privados para que en defensa propia no permitan la destrucción. Eso es complicado porque eso había desaparecido cuando supuestamente desmovilizó el paramilitarismo.
Además, es preocupante que el fiscal primero dice que el movimiento en Cali está infiltrado por el Eln y luego Uribe saca un trino malintencionado para generar un falso positivo o una estrategia de estigmatizar al movimiento indígena. Eso podría generar una acción militar directa en contra de los mingueros. No aceptamos las disculpas, no fue equivocadamente el trino. Es un tema muy peligroso que nos vulnera y activa una reacción militarizada a los que nos encontramos en un escenario de movilización.
Ustedes están en Cali, ¿el plan es desplazarse hasta Bogotá?
No, en el momento hemos valorado que Cali es una ciudad que siempre nos ha recibido y destacamos la resistencia que han tenido. Por eso el epicentro es Cali, para dar fuerza y que la guardia indígena se ponga enfrente de los que están movilizados en la ciudad para que la fuerza pública no agreda. Con este levantamiento debería poder darse otro escenario democrático diferente al que ya estamos viendo. Estamos hablando también para garantizar la ruta humanitaria para el abastecimiento. Cuántos aviones han movido para llevar a la Fuerza Pública pero no ha sido capaz de traer insumos médicos o alimentos. Ahí vemos los oídos sordos de este gobierno. Consideramos que el presidente debería renunciar, pero no estamos diciendo que así tenga que ser.
¿Cómo califica la respuesta que ha tenido la movilización por parte de las autoridades?
Uno jamás podrá dimensionar esto. Lo hemos visto en países como Ecuador, Perú y otros, pero jamás pensamos que, después de firmar un acuerdo de paz, la orden de un gobierno central fuese torturar y desaparecer gente. Aquí han desaparecido a muchos. También ordenaron disparar a la gente que está desarmada en las movilizaciones. Están usando la táctica militar en contra la población civil. Es gravísimo lo que está pasando, por eso hasta en Estados Unidos están pidiendo retirar el apoyo militar a Colombia.
Y la respuesta violenta de los que son calificados como vándalos...
Los efectos de una sociedad desigual generan muchos actores. La falla estructural está en el abandono estatal y ahí se generan focos de violencia. No se puede negar que estos aprovechan para desfigurar la movilización, pero no es la mayoría. Hay que dar el mensaje de que la mayoría se han movilizado de forma pacífica para mostrar el descontento de la sociedad. No se puede generalizar el vandalismo a los que están haciendo resistencia. Ese es el mensaje desviado que hoy políticos de gobierno están enviando.