La facilitación del comercio incluye obligaciones para que las mercancías objeto de importación y exportación sean despachadas rápidamente, eliminando demoras y sobrecostos en las operaciones de comercio exterior, así como la sistematización de los procesos aduaneros. Sin embargo, la deficiencia en infraestructura en Colombia, puede que afecte el costo final de los productos cobijados por un TLC.
Para su aplicación, es necesario que las entidades gubernamentales se instruyan sobre estos mecanismos y creen un plan de implantación a nivel de aduanas y de manejo portuario. Así mismo, se requiere adelantar la capacitación de los exportadores en el tema.
Colombia sufre de graves sobrecostos ocasionados por sus deficiencias en infraestructura (puertos, carreteras, ferrocarriles, aeropuertos, vías fluviales) que afectan significativamente su competitividad internacional encontrándose en el puesto 83 entre 140 países en cuanto a calidad de infraestructura, la cual incluida como componente del costo por contenedor de sus exportaciones e importaciones ubica a Colombia en el puesto 94 entre 183 países en este rubro y ello incide en el precio FOB de sus productos afectando el volumen de nuestras exportaciones en el marco de los TLC.
Dado que los acuerdos comerciales son una práctica global, Colombia no debe sustraerse a ellos pues las barreras arancelarias encarecen sus productos exportables frente a los de países que gozan de TLC entre sí y de otra parte también generan sobrecostos en la importación de insumos y bienes de capital provenientes de países con los que no ha suscrito este tipo de acuerdos. De otra parte la compra de bienes cubiertos no es obligatoria y los importadores privados de cada país integrante del acuerdo son libres de escoger el proveedor más conveniente en el mercado internacional.
Existen aspectos relevantes a considerar en el análisis de los TLC y su valoración no puede limitarse al parámetro de la balanza comercial, que en Colombia frente a algunos países con y sin TLC ha sido deficitaria ininterrumpidamente los últimos 20 años como es el caso con China, Alemania (con TLC desde 2015), Canadá (con TLC desde 2011 y solo con superávit en el 2018) y con México con el que se tiene un TLC desde 1994.
Sobre el tema de las importaciones, que al superar el valor de las exportaciones vuelven deficitaria la balanza comercial, es muy ilustrativo el informe anual para el 2019 del ministerio de Comercio Exterior sobre los acuerdos comerciales vigentes de Colombia en el cual se afirma que entre el 70% y el 80% de las importaciones colombianas corresponden a materias primas y bienes de capital, ítems destinados a la producción. De esta manera se demuestra que la dinámica exportadora bajo los tratados del TLC está íntimamente ligada con las importaciones.
Esto toma especial relevancia teniendo en cuenta que entre las herramientas de los TLC referidas precedentemente se encuentra el mecanismo de escaso abasto que contempla la posibilidad de que los países integrantes de un TLC puedan importar insumos de terceros países, aunque que no sean miembros del acuerdo, para la fabricación de bienes exportables que gocen de las preferencias arancelarias pactadas en el acuerdo.
Este instrumento está contemplado en los acuerdos con México, en la Alianza del Pacífico, la Unión Europea y EE. UU. Con este último está en proceso de implementación con la Comunidad Andina y con Mercosur, se adelantan negociaciones para que se pueda usar. Alternativamente, si la opción de un tercer país origen del insumo ajeno al TLC no está contemplada se puede incluir en el acuerdo que si el país originario del insumo es integrante del TLC se le permita al productor del bien, exportarlo con preferencia arancelaria, a este y a todos los otros países que sean parte del TLC, como si el bien proviniera enteramente del país productor y exportador. A esta modalidad se le denomina acumulación de origen y fomenta de forma global la especialización de la producción y la creación de cadenas de valor alineándose con el concepto de complementariedad de Adam Smith.
Al tratar de relacionar los TLC con indicadores económicos como el empleo, el PIB, la inversión extranjera entre otros, entraríamos en un campo de gran complejidad.
Sin embargo el informe del ministerio de Comercio Exterior sobre los acuerdos comerciales vigentes de Colombia en 2019 que presenta cifras alentadoras respecto al efecto de los acuerdos sobre la IED (Inversión extranjera directa) asegurando que en el 2019 hubo un incremento del 25.6% respecto al año anterior llegando a US$ 14.393 millones de dólares y que el mayor aporte provino de la inversión registrada en el sector comercio, restaurantes y hoteles responsable del 12.2% del incremento superando el aporte proveniente del sector petróleo, gas, minas y financiero que contribuyeron con 5.5% cada uno en el crecimiento de la IED.
En realidad, los países con acuerdos comerciales invirtieron US$11,263 millones, en 2019, equivalentes al 77.7% de la IED total. Uno de los argumentos esgrimidos por el informe de Mincomercio es que los TLC crean un clima de confianza en los inversionistas extranjeros que impacta positivamente la IED. Pero, para mejorar el atractivo como destino de inversión es urgente mejorar la competitividad en infraestructura.
* Directora Programa Negocios Internacionales Fundación Universitaria San Martín / Sede Pasto