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Francia Márquez: la presidenta negra

Columna de opinión sobre el papel de la vicepresidenta de la República.

Alejandra Azuero Quijano *
07 de agosto de 2022 - 02:42 a. m.
La vicepresidenta Francia Márquez durante la posesión espiritual con los pueblos afros e indígenas, el sábado 6 de agosto.
La vicepresidenta Francia Márquez durante la posesión espiritual con los pueblos afros e indígenas, el sábado 6 de agosto.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada

Hoy se posesiona la primera vicepresidenta negra de Colombia. Sin embargo, antes que vicepresidenta, Francia Elena Márquez Mina es la primera “presidenta negra’' –una figura histórica que destrona el sentido común de la nación, erigido sobre la exclusión sistemática de la mujer negra del proyecto político nacional–. Así nos lo recordó el 21 de julio de 2021, en Santander de Quilichao, Cauca, la líder afrocolombiana Clemencia Fore, quien dio el discurso de apertura durante la rueda de prensa convocada para anunciar que Francia Márquez aspiraría a la Presidencia por la coalición del Pacto Histórico.

Ese día, Fore centró su intervención en el aniversario de la “Ley de libertad de vientres”, proclamada el 21 de julio de 1821, once años y un día después de la firma del Acta de Independencia Nacional. Dijo Fore: “Hoy hace 200 años se firmó la ley conocida como de libertad de vientres. No fue un regalo sino una conquista de los pueblos negros de este país. Las mujeres negras lucharon muchos años como cimarronas, huyeron y se escaparon de las casas de los esclavistas para que sus hijos no nacieran esclavizados (…) Hoy, 200 años después, estamos aquí proclamando la candidatura de Francia Márquez, honrando la memoria de nuestras bisabuelas y tatarabuelas cimarronas.Esto es lo que representa Francia Márquez”.

Las palabras de Fore constituyen un ejercicio de reinterpretación histórica radical, cuyo resultado es un contrarrelato nacional desde la perspectiva de las mujeres negras, para quienes la independencia de la nación no se tradujo en su libertad, ni la de sus hijos. Al mismo tiempo, el relato interrumpe la temporalidad fundacional de lo patriótico, asociada con el grito de independencia de los ejércitos revolucionarios.

En su lugar, Fore inscribe la historia nacional en una temporalidad política alternativa, la que ella llama “una nueva política”, cuyo punto de origen es la lucha y el estatus paradójico de la mujer negra en el tejido social republicano como mujer racializada y, por ello, esclavizada, cuyos hijas e hijos, no obstante, habrían de nacer libres a partir del 21 de julio de 1821.

Es dentro de esa nueva política que surge la figura de la “presidenta negra”, no simplemente como el hecho de elegir una mujer negra como jefe de Estado, sino como el proceso de destituir un relato nacional para abrir paso a un nuevo horizonte político. Como nos lo recuerda Fore, la potencia destituyente que encarna la promesa de una presidenta negra proviene de esa otra figura, la mujer cimarrona, que en palabras de la pensadora afrodominicana Lorgia García Peña, va y viene entre “pertenecer y no pertenecer” a la nación de hombres libres.

Es justamente en su calidad de figura histórica ambivalente que la cimarrona, al tiempo símbolo del límite del proyecto de Estado-Nación y horizonte de posibilidad de esa otra república que imagina Clemencia Fore, se convierte en la figura a través de la cual la primera candidata negra a la Presidencia de Colombia es presentada públicamente como la heredera de una lucha revolucionaria y su promesa radical de construcción de otro mundo.

Márquez entendió muy bien el alcance de dicha promesa cuando dijo al aire por la radio, el 31 de mayo, que “llegar a la Presidencia o a la Vicepresidencia no es un fin en sí mismo”. Después de haber obtenido la tercera votación más alta del país durante las consultas internas de los partidos que aspiraban a la Presidencia en Colombia, Gustavo Petro eligió a Márquez como su fórmula para la Presidencia y, en buena parte, es gracias a ella que hoy el Pacto Histórico asume el poder. Sin embargo, como lo dijo ella en la radio, llegar a la Presidencia al lado de Petro no era el fin, sino más bien el método para alcanzar el objetivo de “vivir sabroso”.

Si para elegirla vicepresidenta fue necesario imaginar y desear colectivamente una presidenta negra, es también porque la misma Francia Márquez nos reimagina como pueblo, y al hacerlo inaugura un momento de esperanza radical que es aquel que hoy celebramos. Su llamado a “vivir sabroso” es el corolario de una política de la vida que no simplemente invierte la política de la muerte, sino que la transforma haciendo posible algo que parecía impensable y es este horizonte político expandido, al imaginar una presidenta negra y ser reimaginados por ella, el que tiene la potencia de cambiarlo todo.

* Antropóloga y abogada, profesora en Swarthmore College. Este ensayo forma parte del libro ‘El Paro como teoría’, que será publicado por Herder en 2023.

Por Alejandra Azuero Quijano *

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