Aunque solo unos metros separan a la Casa de Nariño de la Casa Vicepresidencial, un abismo ya aleja a la primera fórmula presidencial de izquierda pura en ascender al poder en Colombia. Este viernes, la vicepresidenta Francia Márquez respondió al presidente Gustavo Petro y abrió el telón sobre una relación que, a poco más de un año de finalizar su periodo, ya parece haber quedado en una ruptura total.
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En un discurso de cerca de media hora, la segunda al mando en el “Gobierno del cambio” reveló las diferencias que se cocinaron desde hace algún tiempo entre ella y el jefe de Estado. La génesis sería el mismo día en que ambos lograron una victoria en la segunda vuelta con 11′292.758 votos —688.102 por encima del fallecido Rodolfo Hernández y la ahora representante Marelen Castillo—, en el que Márquez aseguró que “se [les] permitió la presencia, pero no se [les] reconoció”.
“Pronto pasé de ser el fenómeno político, la heroína, a ser la ‘traidora’. Porque en este país, cuando una mujer negra asciende, la sospecha la persigue. El sistema no se pregunta por sus capacidades, sino por si está en el lugar que se merece. Si se sale del margen asignado, entonces es ‘arrogante’, ‘desleal’, ‘torpe’, ‘incapaz’ y ‘peligrosa’”, aseveró en el evento Juntas, realizado en Cali.
A casi dos semanas del 7 de agosto, día en el que ambos suelen estar juntos en el Puente de Boyacá, como suele ser tradición en todos los gobiernos, queda en vilo la posibilidad de una reunión. Especialmente, cuando no han sido menores las pullas que se han tirado de lado y lado, dejando atrás la “rama de olivo” que lanzó el presidente un día después de que se confirmara la accidentada salida de Márquez del Ministerio de Igualdad.
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“Vicepresidenta, usted está ayudando a construir paz en su tierra”, afirmó el mandatario en uno de los últimos eventos al que asistieron juntos, el pasado 28 de febrero, que sería, además, la fecha de la última conversación directa entre ambos.
El inicio de la discordia, al menos de forma pública, habría sido en el primer consejo de ministros televisado, en el que la vicepresidenta criticó duramente la llegada de la entonces canciller Laura Sarabia y el actual ministro del Interior, Armando Benedetti. Allí, defendió el Ministerio de la Igualdad ante las críticas por su baja ejecución —pues en 2024 a duras penas logró superar el 2 %— y reconoció que no había sido posible darle al país los resultados esperados en esa cartera.
“Me dieron la misión de crear una institución sin estructura, sin recursos, sin apoyo. Me dijeron: ‘Hazlo tú’. Y cuando argumenté que tres viceministerios eran muchos, me exigieron cinco. Lo hice, a pesar del bloqueo sistemático”, señaló este viernes.
Desde antes se conocía de la distancia que se había ahondado entre Petro y Márquez, quien buscó reclamar más presencia en los actos presidenciales. Pero después de ese 4 de febrero, se desató una cadena de eventos que convirtió la fractura en un quiebre.
Reuniones y conversaciones a puerta cerrada siguieron, con reclamos de lado y lado por el papel que cumplía Márquez en el “Gobierno del cambio” y su mantenimiento en la cabeza del Ministerio de Igualdad, al que el mandatario había criticado ampliamente por su falta de resultados, sobre todo en el comienzo de un año electoral.
Todo eso finalizó el 27 de febrero, con el anuncio de la llegada de Carlos Rosero a la jefatura de la cartera y una carta pública de la vicepresidenta en la que denunciaba amenazas en su contra. En ese texto, dirigido a los colombianos, aseguró que su “vida corre peligro” y que existían quienes buscaban enredarla en “escándalos” o “maniobras políticas” en su contra. “Yo no me aferro a un puesto”, manifestó.
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Las respuestas del presidente también han servido para profundizar ese disgusto y no han llegado a buen puerto los reclamos sobre su paso por el Minigualdad. En el último consejo de ministros televisado, el pasado 15 de julio, volvió a referirse a los nombramientos en la cartera, específicamente el de Juan Carlos Florián como viceministro de Diversidades, y apuntó que “nadie que sea negro [me] va a decir que hay que excluir a un actor porno que creó el sindicato de trabajadores sexuales”.
Ese solo comentario desató una cadena de críticas contra el jefe de Estado y, más de una semana después, la de la vicepresidenta. “No voy a fingir que no duele, que no cansa, que no desgasta. Tengo ganas de gritar, tengo ganas de contarles cómo este país nos arrastra en sus narrativas de exclusión, nos asfixia en su desconfianza, y luego nos culpa por no respirar. ¿Cómo se elimina a una mujer negra del poder en una democracia contemporánea?”, dijo este viernes.
Ahora, con las cartas jugadas de lado y lado, la vicepresidenta seguiría moviéndose para evitar una “anulación” en el escenario electoral. No solo ha sido más constante su presencia en el Pacífico —además de Juntas, ya había estado allá para las marchas convocadas el pasado 18 de marzo en apoyo a las reformas sociales del Gobierno—, sino que también ha buscado aliados.
Una foto con el exalcalde de Medellín Daniel Quintero (quien ahora hará parte de la consulta del Pacto Histórico) y el exgobernador del Magdalena Carlos Caicedo en diciembre había sido la primera pista en esos movimientos con miras electorales. Ese encuentro suscitó comentarios por las posibles alianzas que se estarían cocinando en la izquierda de cara a 2026, especialmente teniendo en cuenta que el movimiento de ella Soy Porque Somos, así como Independientes y Fuerza Ciudadana, perdieron sus personerías jurídicas por decisión del Consejo de Estado y no querrían quedar bajo la sombra del Pacto Histórico.
Pero exintegrantes del gabinete también estarían incluidos en esas movidas, todos parte del “sindicato” que criticó la llegada de Benedetti y Sarabia.
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El precandidato y exdirector del Departamento de Prosperidad Social (DPS) Gustavo Bolívar fue una de las figuras más cercanas a Márquez, como también lo era el exdirector del Departamento Nacional de Planeación (DNP) y actual procurador delegado para la Gestión Pública Alexander López. Y no es menor el papel de este último tuvo en la vida política de Márquez, pues su partido, el Polo Democrático, fue el que le dio el aval para que pudiera participar en la consulta que la impulsó para ser fórmula vicepresidencial.
Ahora, queda la expectativa del rol que seguirá jugando la vicepresidenta en el tablero electoral, del que no puede hacer parte directamente por ser la segunda al mando en el país. Eso sí, mientras sigue en firme en el puesto, quedará todavía un año para ver en qué queda la distancia que separa a dos figuras históricas en la política colombiana.
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