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“Fue un motín simbólico, un golpe de Estado blando”: Carlos Andrés Arias

Un experto en comunicación política, analiza la campaña masiva virtual del domingo pasado, que usó la imagen del escudo de Colombia y las palabras “Libertad y orden” estampadas en el símbolo patrio, como estrategia aparente contra el Gobierno y el presidente Petro, a pesar de que fue presentada por algunos como de apoyo a la administración. La participación en ella de 17 gobernadores actuales le dio un carácter conspirativo. ¿Qué hubo detrás?

Cecilia Orozco Tascón
26 de marzo de 2023 - 02:00 a. m.
El profesor Carlos Andrés Arias advierte: “El 'maldecir pasito’ de los gobernantes regionales es un campanazo que debería alertar a Petro”. 
/ Archivo particular
El profesor Carlos Andrés Arias advierte: “El 'maldecir pasito’ de los gobernantes regionales es un campanazo que debería alertar a Petro”. / Archivo particular

En todos los gobiernos la oposición es muy activa, como suele ocurrir en las democracias. Pero en el actual cuatrienio el ambiente político se percibe especialmente denso. ¿El clima de tensión se debe a que la izquierda está al mando por primera vez y su presencia en la Casa de Nariño supone una ruptura?

Generar tensión política por parte de la oposición al gobierno de turno es inherente al juego político independientemente de la ideología que represente. En el caso actual, la oposición, hoy de derecha, ha aprovechado las dificultades con que se ha tropezado la narrativa del “cambio” que le dio legitimidad al Gobierno, en sus primeros meses, ante la opinión pública. El afán, y la falta de una estrategia de comunicación política que ahondara en que el cambio representa también desbloquear temores y transformar mitos, ha permitido aumentar la tensión y los climas adversos a la administración Petro. Además, estamos ante un gobernante que ejerce la “twittercracia” y que ha fundamentado el ejercicio del poder en la retórica.

Pero igual habría que aceptar que hay un volumen muy alto de oposición en el “establecimiento” y que esto difiere de lo que soportaron gobiernos pasados, los cuales, a pesar de sus contradictores -por vigorosos que fueran-, estuvieron siempre rodeados por el empresariado y por la clase política mientras que sus críticos pertenecían a sectores minoritarios, intelectuales y alternativos...

Estoy de acuerdo: las élites rodeaban a los gobernantes anteriores y es explicable: estos provenían de las mismas élites o habían tenido alianzas con gremios, familias de barones electorales regionales y otros. La situación actual es diferente.

Uno de los proyectos gubernamentales más discutibles es el de “paz total”, que implica privilegiar el diálogo sobre la confrontación armada contra los grupos ilegales. Este enfoque tan disruptivo, ¿debió discutirse antes en foros abiertos y con todos los sectores o por ser una decisión altamente polémica era necesario “imponerla”?

La “paz total” es el eje transversal del legado con que Petro y el Gobierno buscan posicionarse en la historia; en el corto plazo, es el discurso con el que podría fortalecer su poder electoral este año. Sin importar cómo se hubiera presentado, ese programa habría sido objeto de críticas y, en muchos casos, de obstáculos. Pero habría podido blindarse o tener mayor legitimidad si en su diseño institucional y jurídico se hubieran aprovechado las lecciones aprendidas del proceso del gobierno Santos, por ejemplo. Los errores empezaron con la manera y la medida en que fueron entregados los superpoderes al alto comisionado, y siguieron con la ambiciosa pretensión de negociar con cinco agrupaciones generadoras de violencia, que tienen intereses y estructuras muy diversas y complejas.

Solo pensando en la comunicación política y excluyendo otros factores, ¿cuáles son, para usted, las fallas de la política de “paz total”?

Específicamente, hay que hablar de la carencia de una narrativa que pueda ser entendida por el grueso de la población sobre los beneficios, de un lado, y las responsabilidades que adquirirían los actores con los que se negocia, del otro lado. Los mensajes del alto comisionado son disonantes y confusos, y no permiten entender cuáles son los puntos de concertación en las diferentes negociaciones, con quiénes está pactando o qué pacta.

El domingo pasado hubo una campaña en redes sociales de alta difusión que es muy riesgosa, a mi modo de ver: en las cuentas de Twitter de por lo menos 17 gobernadores de todos los partidos, de líderes de derecha y ultraderecha, de periodistas, directores de algunos medios y gente del común se publicó exactamente la misma imagen: el escudo de Colombia en primer plano resaltando las palabras “Libertad y orden”. ¿Cómo “lee” este mensaje?

Fue un mensaje que tuvo el éxito que pretendía, porque se podía anclar en dos interpretaciones: 1. El respeto y llamado a la seguridad de los gobernadores que se unieron a la campaña con la excusa de un aparente respaldo a las medidas que el presidente tomó ese mismo día sobre reactivación de las operaciones militares en contra del Clan del Golfo, y 2. Y por el contrario, que se trataba de una expresión de la oposición a Petro y al Gobierno. Por esa ambigüedad, precisamente, la campaña resultó peligrosa y tendenciosa debido a que, enviada y promovida por el poder regional de los gobernadores, se le podía dar cualquiera de los dos enfoques: respaldo o rechazo. Sin embargo, esa misma condición ambigua implica el triunfo del mensaje, especialmente porque se basó en el nacionalismo como motor emocional de descontento e indignación.

¿Cuál fue el origen y cuáles las pretensiones de esa campaña tan estratégicamente organizada?

Para mí, se quiso aumentar la percepción creada por el repliegue de las Fuerzas Militares en varias regiones, de falta de autoridad y carencia de institucionalidad. El origen de la campaña es fácilmente rastreable si se constata el hecho de que los primeros gobernadores que publicaron en sus cuentas oficiales el escudo están vinculados a partidos de oposición, además, de que algunos de los territorios de sus departamentos, en donde aplicaría la política de “paz total” históricamente han tenido presencia de los grupos armados al margen de la ley. Aunque es casi imposible confirmarlo con pruebas, la campaña del escudo patrio tuvo que haber sido creada por equipos de asesoría en comunicaciones que conocen el impacto del poder de los símbolos y que tienen conocimiento de los factores que exacerban las emociones en la oposición, como la seguridad y el nacionalismo.

Si está en lo cierto y se trata de una campaña organizada por la oposición, la Casa de Nariño está en aprietos porque tiene el poder de la provincia en contra: se sumaron mucho más de la mitad de los gobernadores, lo que constituiría una verdadera fractura entre el gobierno central y los regionales...

Se trata de un motín simbólico, un golpe de Estado blando, como algunos intentaron explicarlo después. Estoy de acuerdo parcialmente con lo que dice sobre una crisis institucional, pero no creo que haya todavía un resquebrajamiento del Estado, sino que estamos frente a la advertencia de que ese resquebrajamiento puede presentarse en el futuro, en particular en las elecciones de octubre.

Para usted, ¿estamos ante una rebelión de buena parte del establecimiento político contra el gobierno Petro, a pesar de que este lleva escasos siete meses de ejercicio?

Ese motín simbólico contiene el mensaje de que las elecciones locales y regionales de octubre de este año pueden tener de regreso la seguridad como tema central de los candidatos de oposición frente a los candidatos progresistas. El “maldecir pasito” de los gobernantes regionales es un campanazo de alerta que le debería dejar claro a Petro que, al igual que él, muchos entienden que la batalla electoral se dará en el escenario digital y que quienes lo usen manejarán las redes a su favor con el poder de las emociones, de los símbolos y de la transformación de los sistemas de creencias.

Es decir, ¿podríamos volver a votar “emberracados” como cuando el uribismo consiguió el triunfo del No sobre el Acuerdo de Paz con las FARC?

Sí, si se considera que pueden volver a exacerbarse las emociones, pero por un fenómeno diferente: la desesperanza. Lo que produjo el éxito de la narrativa del cambio de Petro fue la ilusión de que serían posibles, si él ganaba, algunas transformaciones de fondo y forma que hoy, más de seis meses después del comienzo del nuevo gobierno, no existen. Por el contrario, parecen estar presentes los males tradicionales: se cayó la reforma política por “micos” que favorecían a los caciques electorales, han estallado casos de corrupción como el de su hijo, de nepotismo, de favoritismos en la carrera diplomática, etc.

Paradójicamente, la campaña del escudo patrio se desarrolló el mismo día -domingo- en que el presidente Petro viajó al Bajo Cauca para anunciar la suspensión del cese el fuego con el Clan del Golfo y la orden a las Fuerzas Armadas de atacar a quienes integran esa estructura criminal. ¿Cree que fue una coincidencia o que el mandatario fue enterado del plan y se adelantó?

En la estructuración de una estrategia como la del escudo, que llegó a ser viral el domingo pasado, las coincidencias no existen: el que crea que se trató solo de una campaña para llamar la atención del Gobierno por la coyuntura se equivoca; el que crea que era un mensaje de respaldo a la administración actual, también se equivoca. Fue, por el contrario, una táctica pensada a mediano y largo plazo para incidir en la percepción y decisión de los votantes y para abrir más fisuras en la institucionalidad debilitada. Es indudable que el presidente ha buscado ir un paso adelante de los hechos, como sucedió con el caso de Nicolás Petro, cuando semanas antes del estallido del escándalo les indicó a sus ministros que no recibieran a su hijo; o cuando exhortó a que se investigara a su hermano. Sin embargo, en este episodio el paso adelante del jefe de Estado también permitió que muchos de los que participaron en esa campaña pudieran argüir excusas poco creíbles.

Con los síntomas políticos y las dificultades que estamos presenciando, ¿es posible que los fenómenos conspirativos crezcan y que el gobierno Petro pueda ser interrumpido por una probable unión entre las fuerzas tradicionales del poder?

No hay duda de que quienes siempre han ostentado el poder político lo quieren de vuelta. Y que están aprovechando que Petro está más pendiente de los climas de opinión producidos por los escándalos, las controversias y los errores de gestión de algunos funcionarios, que de gobernar. Sin embargo, y aunque está dilapidando su capital de opinión, no creo que haya riesgo de golpe. Gobiernos que, como el de Duque, terminaron con cifras históricas de impopularidad lograron terminar sus mandatos.

¿Qué significa, en el argot de la comunicación política, el término “golpe de Estado blando”?

Consiste en un conjunto de técnicas conspirativas que no son violentas, pero que buscan desestabilizar. En concreto, el golpe de Estado blando intenta reconfigurar la agenda de la opinión y modificar la jerarquización de los temas de discusión pública y política. En este intento pueden participar varios actores: ciudadanos activos en redes sociales, medios de comunicación alternativos, medios tradicionales, líderes de opinión, gremios, empresarios, políticos, periodistas e influenciadores, entre otros. La incidencia de estos últimos es evidente en casos como el de la toma del Capitolio en Washington por parte de los grupos nacionalistas de Trump.

Los llamados influenciadores en las redes, entre los cuales ya varios lograron ser elegidos por sus seguidores como congresistas, ¿reemplazarán a los jefes de los partidos, a los analistas y a los periodistas profesionales a pesar de su “analfabetismo” político?

Hay que llamar a la reflexión de los ciudadanos: que eviten elegir a activistas de redes solo porque han logrado tener más likes o número de seguidores, y que voten por quienes hagan propuestas razonables y sean estudiosos. Por mi parte, estoy desilusionado de algunos influenciadores del Congreso que se quedaron con su éxito virtual y no tomaron en serio su rol de legisladores.

Petro es un comunicador formidable por su empatía con el ciudadano de a pie. ¿Cómo analiza el hecho de que mientras la gente se conecta fácilmente con el mandatario, parezca no comprender ni entender lo que pasa en su gobierno?

Al igual que Uribe en su momento, Petro entiende el poder de las redes digitales, se conecta fácilmente con las audiencias porque comprende la articulación de la narración con la emoción, lo que produce fenómenos como el de la visión antinómica de buenos y malos, pobres y ricos, bien y mal. Él lo sabe y reproduce el mito del héroe que rescata a la princesa de la maldad encarnada en un partido político, en un expresidente, en los empresarios, en el neoliberalismo o en el que corresponda, dependiendo de la coyuntura.

Entonces, ¿por qué su gobierno está enfrentando tantos problemas?

Porque olvida que él, solo, no es la única comunicación institucional posible y que a pesar de haber descubierto la herramienta maravillosa de la conexión, no puede ser el “todo” y el único de la comunicación política del Gobierno.

¿Cuáles correcciones inmediatas debería aplicar esta administración para superar la incomprensión social frente a sus programas y promesas de cambio, y para detener el aislamiento que empieza a pasarle cuenta de cobro?

Desde el punto de vista de la comunicación política, debería desplegar una estrategia clara, mediante diferentes canales simultáneos, en la que sus ministros y altos funcionarios sean portavoces de temas específicos. El presidente no debe ser el protagonista siempre. El Gobierno cuenta con múltiples canales institucionales para asuntos de Estado, cuyo poder de difusión no se está empleando. Y, por último, él debería evitar el uso continuo de las “cortinas” mediáticas a las que suele acudir para enfrentar las dificultades que se le presentan. Tiene que aprender a confiar en que su Gobierno y el cambio son superiores a él mismo.

Entonces, ¿parte de los líos de fondo y de percepción del gobierno Petro provienen del mismo Petro?

Sí, claro: él cree que debe concentrar personalmente todas las comunicaciones oficiales y que Twitter es el único canal para hacerlo.

Examinando el otro lado del problema, la oposición actual privilegia los insultos y la espectacularidad en las redes sobre el análisis de las fallas del Gobierno. ¿La derecha y ultraderecha están jugando a minar a Petro en el campo de su mayor fortaleza, es decir, en la comunicación pública?

Sí. Aunque no existe todavía un jefe opuesto al Gobierno, pese a que se perfila como tal Germán Vargas Lleras, esa masa amorfa llamada oposición advirtió que la única forma de confrontar al Ejecutivo es la videopolítica y la generación de hechos de opinión, muchos de ellos con más forma que fondo: información sin contexto y verdades a medias constituyen norma en el debate político de hoy. Sin embargo, este es un ejercicio de parte y parte en el que quien pierde es el ciudadano que se enreda con los gritos y puestas en escena que usan simbolismos que confunden y que buscan producir emociones y aumentar la desinformación.

¿La democracia tiembla en Colombia?

Además de la abultada participación de los gobernadores actuales en la campaña “patria”, con el escudo y la hiperexhibición de los términos “libertad y orden”, otro aspecto inquietante de la misma es que se sumaron, a ella, líderes caracterizados de la extrema derecha, periodistas y directores de medios ¿La democracia tiembla en Colombia?

Para hacer temblar la democracia se necesita mucho más que el ciberactivismo y que figurar en diferentes plataformas del ecosistema digital. Sin embargo, no se puede desestimar el eco recogido por diferentes periodistas y directores de medios que, fuera de su poder de incidencia en las redes sociales, siguen teniendo audiencia en medios tradicionales, en diferentes sectores, regiones y grupos sociales. Las opiniones y posturas de los periodistas multiplicaron el alcance de esa estrategia y aunque tienen todo el derecho de hacer parte, como ciudadanos, de la indignación y el descontento, cargan con la responsabilidad social derivada su oficio por lo que sería recomendable que dejaran el activismo para asumir los deberes de su profesión.

Tantos trinos y comunicación virtual pueden perjudicar al presidente

Para el presidente Petro, ¿el saldo de estar “pegado” de las redes escribiendo en ellas tanto para informar decisiones gubernamentales como para polemizar con sus contradictores, ¿es positivo o negativo?

Según una observación realizada por “La Silla Vacía”, el promedio de mensajes publicados por el presidente entre el primero de enero y el 7 de febrero de 2023, en Twitter, fue de 16 mensajes por día. Incluso, el 26 y el 27 de enero publicó 60 y 64 mensajes, contando sus “retrinos”. Para contestar su pregunta, la” twittercracia” pasa factura y cuenta de cobro traducidas en la desinstitucionalización de la comunicación pública y del Gobierno. La gobernanza digital es una herramienta de participación ciudadana para facilitar el entendimiento de temas que, por su tecnicismo, pueden ser complejos. No obstante, cuando se convierte en la única forma de interlocución puede llegar a ser, tarde o temprano, una debilidad y una amenaza para el gobernante.

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Juan(11020)28 de marzo de 2023 - 12:30 a. m.
Me aburrí de leer la entrevista. No es por nada pero el tipo tiene que ser de izquierda. Habla de las "elites". Defiende a Petro. Y como buen izquierdista no ve los errores del Presidente.
Pedro(32497)27 de marzo de 2023 - 12:44 p. m.
¿Ustedes han intentado romperle al coco con los dientes la muralla que oculta la carne? Eso mismo le pasa al gobierno Petro con la realidad nacional.
Romeo Dolorosa(earx4)26 de marzo de 2023 - 11:55 p. m.
"El patriotismo es el último refugio del canalla" Samuel Johnson.
Hincharojo(87476)26 de marzo de 2023 - 10:43 p. m.
Interesante entrevista.Ojo con la godarria.
José(9532)26 de marzo de 2023 - 06:50 p. m.
Alguien tenía que decírselo a la prensa prepago: "Las opiniones y posturas de los periodistas multiplicaron el alcance de esa estrategia y aunque tienen todo el derecho de hacer parte, como ciudadanos, de la indignación y el descontento, cargan con la responsabilidad social derivada su oficio por lo que sería recomendable que dejaran el activismo para asumir los deberes de su profesión"
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