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Gabriel Silva, santista pura sangre, se le adelantó al presidente en su reelección

El exministro Gabriel Silva Luján dijo que “llegó la hora, dulce y bendecida, de anunciar la reelección”.

El Espectador
18 de noviembre de 2013 - 07:34 a. m.
Gabriel Silva, santista pura sangre, se le adelantó al presidente en su reelección

Desde lo más fiel del santismo han defendido este lunes la posibilidad de la reelección del presidente Juan Manuel Santos.

El exministro Gabriel Silva Lujan en su columna en El Tiempo habló de como “ya llegó la hora, dulce y bendecida, de anunciar la reelección”.

De hecho Silva, uno de los santistas pura sangre, dijo “ya a nadie le cabe duda de que así será”; es decir que Santos se lanzará a la reelección.

Además, en su escrito, el exembajador hizo un análisis de las metas cumplidas por el presidente desde 2010.

Columna de Gabriel Silva

Ya llegó la hora...

El país tiene la primera oportunidad, en décadas, de acabar con la violencia, y eso sería suficiente para reelegirlo. Pero Santos es mucho más que los diálogos de La Habana.

Ya llegó la hora, dulce y bendecida, de anunciar la reelección. Esta semana, el presidente Juan Manuel Santos tiene la última oportunidad –según la Ley– para anunciar su intención de buscar un segundo mandato. Durante meses se ha especulado sobre si el Jefe del Estado daría ese paso. Ya a nadie le cabe duda de que así será.

Santos no tiene esa libido insaciable por perpetuarse en el poder. Su decisión de lanzarse ha sido difícil, no por las encuestas o los registros de favorabilidad, sino porque su estilo siempre ha sido el de un hombre ponderado, que pone lo que más le conviene al país por encima de ambiciones personales. Si Santos se lanza no es por vanidad; es porque tiene la convicción de que la continuación de sus políticas es lo que necesita el país.

El gobierno Santos ha logrado demostrar que es posible tener una agenda verdaderamente progresista sin renunciar a defender –con toda eficacia y ahínco– la seguridad de los colombianos. Si se dejaran los estereotipos –donde Uribe es el duro y Santos el blando–, los resultados objetivos del actual gobierno en materia de lucha contra el terrorismo serían más que suficientes para que los colombianos durmieran tranquilos. Es el miedo sembrado por la oposición lo que les quita el sueño.

Santos rompió el falso paradigma en el que hay que escoger entre el progreso social y la economía de mercado. Por ejemplo, no solo se aprobó el TLC con Estados Unidos, con el que Uribe soñó durante sus dos gobiernos, sino que también se abrieron los mercados de Canadá y Europa, además de consolidarse la Alianza Pacífica, que tiene un potencial de dimensiones insospechadas para el futuro del país.

La economía en este gobierno ha demostrado un vigor superior al de los tres años anteriores. Uribe, el paladín del campo, nunca mostró crecimientos en el sector agropecuario como los que se han observado en esta administración.

Al mismo tiempo, a Santos no le ha temblado la mano para reparar –por fin de verdad– a las víctimas de la violencia y del despojo de tierras, haciendo realidad la esperanza de una verdadera reconciliación social.

En materia de seguridad social, de generación de empleo, de agua potable, de democratización de las regalías, de arrinconar a la miseria, de enfrentar el caos de la salud, de ampliar la protección de la niñez temprana y de ofrecer vivienda a los más pobres, el récord del Gobierno –objetivamente– es muy significativo.

Ahora, la oposición de izquierda reclama que la razón para que este gobierno haya concedido apoyos, subsidios y ayudas a diferentes sectores es gracias a la insubordinación social que ha promovido. La realidad es muy diferente. La política de defender la protesta y el diálogo social ha sido una consigna desde el inicio del Gobierno, que ha generado un ambiente donde prima el consenso. Naturalmente, los enemigos del Gobierno lo presentan como les conviene.

Santos heredó el asunto de San Andrés y ha trazado un camino que defiende nuestra soberanía con respeto al derecho internacional. Para no hablar de cómo se logró que el país nuevamente fuera aceptado y relevante en el concierto de las naciones.

Hasta ahora, en este recuento, no se ha mencionado la paz por una razón muy concreta. La simplificación de muchos va a ser que Santos se lanza como el candidato de la paz. Sin duda, gracias al Presidente el país tiene la primera oportunidad, en décadas, de acabar con la violencia, y eso sería suficiente para reelegirlo. Pero Santos es mucho más que los diálogos de La Habana.

Díctum. El día en que las Farc le toquen un pelo a Álvaro Uribe, todos los colombianos exigiremos el aniquilamiento definitivo, a cualquier costo, de esa organización.

Gabriel Silva Luján

 

Por El Espectador

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