Estos son los lazos que se tejen entre “cacaos” y políticos que buscan la Casa de Nariño

El 17 de febrero, la exalcaldesa de Bogotá, Claudia López, aterrizó en Medellín. Fue la primera parada de una ‘gira’, como ella la llamó, por varias ciudades de Colombia. Apartadó, Turbo, Barranquilla y Manizales han hecho parte de sus paradas. Y, en cada una de ellas, ha publicado videos en sus redes en alguna empresa.

En Medellín, donde la acompañó el exconcejal Daniel Duque (cercano a ella y al representante Daniel Carvalho) estuvo con Pedro Miguel Echavarría, un empresario que, con su cadena de cafés Pergamino, ha cobrado más relevancia en el tejido empresarial de la ciudad. Las publicaciones que ha hecho López de estas citas no tienen carga política, ya que cuenta la historia del café o habla de cómo se hace el Aguardiente de Manzanares en la Industria Licorera de Caldas o muestra el interior de una reconocida firma de cosméticos en la zona franca de Barranquilla.

Sin embargo, el aterrizaje de López en Medellín causó una airada reacción del expresidente Álvaro Uribe Vélez. A través de su cuenta en X, el pasado 21 de febrero, el exjefe de Estado le lanzó un dardo a López: “Ahora resulta que Claudia López, socia por temporadas del presidente (Gustavo) Petro, es la defensora de la empresa privada antioqueña”. Y añadió: “Esto no puede ser de roscas empresariales con una u otra empresa”.

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La molestia de Uribe Vélez llegó porque López, lejos de las cámaras, de los equipos de comunicaciones y de redes como TikTok, acudió a sedes y oficinas de algunas de las principales empresas de Antioquia, de lo que hasta hace poco se denominó como el Grupo Empresarial Antioqueño. El Espectador confirmó con distintas fuentes políticas y empresariales la realización de estas reuniones.

Las personas consultadas, pertenecientes a altos círculos del poder político y empresarial paisa y nacional, evitaron hablar públicamente de los detalles en torno a estos encuentros. Y aunque no son irregulares, se realizaron tras bambalinas en el contexto de discusiones de tinte electoral.

Pero varias de ellas sí confirmaron la presencia de un empresario que ha sido reconocido como uno de los principales herederos de la filosofía del Sindicato Antioqueño: Manuel Santiago Mejía, presidente del Grupo Corbeta, al que pertenecen empresas como AKT, Alkosto y Alkomprar.

Dos personas distintas, que hacen parte de círculos diferentes pero que comparten cercanía con López y su equipo, confirmaron la reunión. Uno de ellos aseguró que “ha estado muy activa”. Otro aseveró que “estuvo en Medellín y se reunió con mucha gente”. Entre esas personas con las que se habría reunido se cuentan empresarios como Juan Carlos Mora, presidente de Bancolombia.

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Y Claudia López, a quien este diario buscó sin éxito, no ha sido la única. Desde hace varios meses, políticos que han querido perfilarse como candidatos presidenciales en 2026 y “cacaos” de las principales empresas y sectores del país se han reunido. Son encuentros, varios, que ocurren a puerta cerrada. Pero también que se han dado en eventos sociales y académicos.

Eso llevó a que El Espectador, para entender cómo se están entrelazando, consultara a más de diez fuentes entre políticos, sus asesores, empresarios y líderes gremiales que contaron cómo se están dando estas movidas. Se dan, además, cuando ya la Registraduría anunció las fechas para las elecciones. El 8 de marzo de 2026 serán las del Congreso y la primera vuelta para la Presidencia, el 31 de mayo.

Aunque no son nuevas, varias de las fuentes –de manera independiente– llegaron a una conclusión similar: los grandes empresarios, que históricamente han buscado tener una relación pausada con la política, están viendo en el contexto actual un escenario del que quieren participar. Más allá de querer mostrar una inclinación por uno u otro sector, según aseguraron algunos de los consultados, su interés es empezar a actuar de manera coordinada. No como si se tratara de un “partido político de empresarios”, pero sí con el propósito de tener una voz de influencia en los temas que sean de su interés.

El 19 de octubre del año pasado, Germán Vargas Lleras, quien para ese momento no había hecho oficial su candidatura –y aún tampoco ha dado ese paso pese a que varios congresistas de Cambio Radical le han pedido que lo haga–, llegó hasta una finca en Rionegro, también en Antioquia. El anfitrión del encuentro fue el ya mencionado Manuel Santiago Mejía. En un almuerzo, en el que se sirvió vino y se realizó al lado de un establo con caballos de paso fino, el “cacao” escuchó a Vargas Lleras y le sugirió analizar la viabilidad de conformar una coalición amplia.

Allí estuvieron también altos ejecutivos de las principales empresas paisas, así como algunos exdirectivos que, ya fuera de las juntas directivas y de las decisiones diarias de las firmas, aún mantienen una relación de amistad y cercanía con Mejía, a quien muchos de ellos consideran su mentor.

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Además, en la misma mesa que estuvo el exvicepresidente, se sentó Uribe Vélez. Y aunque en el pasado han estado en orillas distintas del panorama político, ambos compartieron no solo la comida, sino también la posibilidad de que las fuerzas políticas que representan se puedan unir. Eso sí, se trata de una conversación que aún está fría.

Este medio buscó de manera insistente al empresario –mandando incluso una petición a través de la Secretaría de Presidencia del Grupo Corbeta–. Sin embargo, al momento del cierre de esta edición, una de las voces de mayor peso entre el empresariado antioqueño no había respondido.

No obstante, su papel de intermediario en ciertos asuntos con carga política no es nuevo ni desconocido. En las pasadas elecciones, en la primera vuelta se perfiló como una de las voces de confianza del entonces candidato Federico Gutiérrez (hoy alcalde de Medellín), e incluso dio recursos a su campaña. También en 2018 estuvo al frente de las negociaciones para la coalición de derecha que sentó en una misma mesa a Iván Duque, Marta Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez, y con la que el primero se convirtió en presidente. Y en 2016 fue uno de los principales donantes en la campaña por el No para el plebiscito en el que esta opción se impuso cuando se refrendaron los acuerdos de paz con las FARC.

De hecho, la presencia de Uribe Vélez no fue extraña. Mejía, además de ser cercano al expresidente –incluso trabajó en su Gobierno–, también comparte cercanía con uno de los alfiles con los que el Centro Democrático quiere jugar en 2026: el senador Miguel Uribe Turbay. El Espectador contactó al congresista, sin embargo, de su equipo de prensa señalaron que, por agenda, no estaba disponible para entrevistas. Tampoco respondió a los mensajes enviados a su WhatsApp personal.

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En noviembre del año pasado, entre los cinco precandidatos uribistas –Uribe Turbay, María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Paola Holguín y Andrés Guerra– hubo un cisma por la publicación de una encuesta en la que punteaba el también excandidato a la Alcaldía de Bogotá. Uribe Turbay ha negado que haya comisionado personalmente la medición. Sin embargo, voces de su equipo sí aseguran que fue pagada por empresarios cercanos, incluyendo a Mejía.

De hecho, en varias ocasiones se han reunido. Una de esas fue en Bogotá. Se dijo que fue en las oficinas de ProBogotá, pero desde esa organización aseguraron que “no hemos hecho, ni facilitado, ni participado, ni fomentado ningún tipo de encuentro” más allá de ejercicios comunes propios de la entidad. Lo que sí se supo es que el presidente de Corbeta, junto con otros empresarios, hicieron una “vaca” para cubrir los cuantiosos honorarios de Lester Toledo, cercano al presidente salvadoreño, Nayib Bukele, quien cobra unos 100.000 dólares al mes y asesoraría al senador.

Ahora bien, hace pocas semanas se reveló que la senadora Paloma Valencia sostuvo una llamada con el mismo empresario. Sin embargo, más allá de eso, no ha habido encuentros.

También el exgobernador Sergio Fajardo –y de nuevo candidato en ciernes– tiene una reconocida cercanía con estos empresarios, que en otras ocasiones lo han respaldado públicamente. Al ser consultado, aseguró que “no he programado reuniones con empresarios para presentarles mi proyecto político”.

Quien también se acercó al GEA fue la periodista y ahora aspirante presidencial Vicky Dávila. Esos contactos comenzaron en tiempos que coinciden con la época en que aún era la directora de Semana, medio que compró la familia Gilinski y que tiene peso en esta historia. De hecho, la hoy precandidata tiene una relación cercana con Carlos Raúl Yepes, el expresidente de Bancolombia que, en 2023 durante una asamblea de Grupo Sura (cuando Jaime Gilinski –el actual patriarca del grupo– intentaba hacerse con el poder de la empresa), alzó su voz en contra de los intentos del banquero caleño por dividir al GEA.

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De momento, según contaron varios empresarios, aún se está a la expectativa del rumbo que tomará la candidatura de Dávila. Como faltan 14 meses para la cita a urnas y cabe la posibilidad de que aspire por firmas, varios empresarios aseguraron que seguirán de cerca los resultados que consiga para, en su momento, adoptar una postura, algo que además se hará con otros aspirantes que surjan en el ramillete a suceder al presidente Gustavo Petro en la Casa de Nariño.

En las empresas de los “cacaos” paisas también se mira el papel que cumple Andrés Bernal, ahora asesor económico de Dávila y quien desde hace 10 días funge como vicepresidente de Asuntos Corporativos y representante legal de Grupo Nutresa, una de las principales empresas de alimentos de Colombia. Esta firma hace parte del portafolio empresarial de los Gilinski, luego de una larga batalla que incluyó varias OPA lanzadas desde 2021.

Bernal tuvo un paso por el Grupo Sura y, según voces de estos líderes que han comenzado a seguir de cerca los avances que se dan en este ajedrez político, tuvo roces con el expresidente del conglomerado David Bojanini.

Pero no son solo el GEA y los Gilinski. Vicky Dávila, quien no respondió los mensajes que le envió este diario, también estaría buscando apoyos en otros de los grandes grupos empresariales del país; algo que, en todo caso, hacen todos los candidatos. Así, por ejemplo, se ha aproximado a Samuel Azout, el empresario heredero de Carulla Viveros y que, tras la venta a Grupo Éxito, se convirtió en filántropo. Eso sí, no ha dejado de opinar sobre política y se ha mostrado opositor a Petro.

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Dávila también ha querido acercarse a delegados del Grupo Aval e, incluso, ha buscando puentes con la familia Char, que además de una reconocida participación política en la Costa Caribe, cuenta con empresas de corte nacional como Almacenes Olímpica y el Junior de Barranquilla.

El Espectador corroboró que en la pasada Convención de Asobancaria, la en ese entonces aún periodista en ejercicio fue una de las invitadas a un cóctel privado que organizó la presidenta de Grupo Aval, María Lorena Gutiérrez, y al cual también asistió –entre otros– la exalcaldesa Claudia López.

Una voz conocedora del conglomerado fundado por Luis Carlos Sarmiento Angulo aseguró que “es muy pronto para apoyar cuando hay más de 40 candidatos”.

Este medio también confirmó que el equipo de Dávila estaría buscando tender puentes con Fuad Char, el jefe de esa familia caribe. De hecho, intentos similares ha realizado el exfiscal Francisco Barbosa, quien también buscará que su rostro esté en el tarjetón de 2026. Además, esta semana, luego del evento del Empresario del Año de 2024, el otrora jefe del ente investigador compartió un espacio privado con Jaime Gilinski y el expresidente Iván Duque en un reconocido restaurante de Bogotá.

Sin embargo, un político de vieja data y cercano al charismo, también por lazos de negocios con las empresas del exsenador Fuad Char, aseguró que, de momento, el patriarca estaría apostando otra vez por una eventual candidatura de Vargas Lleras, sin dejar de lado otras opciones que se puedan abrir.

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No obstante, esa apuesta aún no es del todo segura, ya que se sabe que la relación de Vargas Lleras con Alejandro Char, hoy alcalde de Barranquilla, se ha enfriado por diferencias políticas que datan desde la pasada campaña. A esto se suma que hay expectativa por el papel que pueda jugar el empresario Samuel Tcherassi, quien se ha distanciado de los Char por diferencias con su modelo de mandato en la capital del Atlántico y quien tiene contactos con varios líderes políticos.

En Cali, Valle del Cauca, también se han empezado a dar movimientos, aunque de momento amparados en la Cámara de Comercio de la ciudad y en gremios, más que en empresarios influyentes en la región, como los dueños de los ingenios azucareros. Uno que sí se mueve es el exalcalde y presidente de la Siderúrgica de Occidente (Sidoc), Maurice Armitage, quien mantiene reuniones con colegas empresarios y políticos. En un diálogo corto con este diario reconoció que sí quiere participar en la campaña de 2026, aunque precisó que aún analiza desde qué rol.

En todo caso, la cercanía entre empresarios y políticos no es nueva y no se limita a esta serie de encuentros y puentes que se han venido tendiendo. Dirigentes gremiales le reconocieron a El Espectador que las citas que han tenido en estos tres meses de 2025 con actores políticos, tanto del Ejecutivo como de sectores que buscan entrar a él vía urnas, son parte de los ejercicios democráticos que suelen hacer cada vez que hay comicios.

No obstante, las financiación del sector privado a los candidatos presidenciales, y por supuesto a las de otros cargos de elección popular (solo en 2022 Aval y Gilisnki le prestaron a la campaña del ahora presidente Petro $7.000 millones y $5.000 millones, respectivamente, para la primera vuelta), no es un hecho nuevo. Pero la polarización en la que está sumido el país lo ha impulsado a querer incidir con más certeza dentro de las vías legales y democráticas en el debate público, por lo que este tipo de encuentros y lazos se verán con más fuerza en los meses siguientes.

Incluso, el propio presidente Petro –quien se ha sentado en varias oportunidades con estos “cacaos”, tanto en grupo como de forma independiente– es consciente de la influencia que tiene el sector económico, por lo que la confrontación que al inicio de su administración sostuvo con varios de ellos ha venido bajando paulatinamente de tono. Entre tanto, los diálogos con candidatos serán una imagen que comenzará a verse con más frecuencia. Es cuestión de realismo político, como dicen todos ellos.

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