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Petro: entre convicciones ideológicas y decisiones estratégicas [Análisis]

El primer presidente de izquierda en Colombia ha optado por el pragmatismo más bien que por la ideología en el manejo de su relación con el Congreso. ¿Será que esta gobernabilidad por reparto permite o frustra las promesas de cambio?

Javier Duque*
20 de diciembre de 2022 - 03:57 p. m.
Petro encontró en Roy Barreras a una ficha clave para lograr una bancada de gobierno sólida en el Congreso.
Petro encontró en Roy Barreras a una ficha clave para lograr una bancada de gobierno sólida en el Congreso.
Foto: Óscar Pérez

Petro tenía cuatro opciones

Ganadas las elecciones viene el aterrizaje en la realidad: hay que gobernar. El paso de la oposición al gobierno es traumático. Hay que pasar de los discursos a la acción, de las promesas a los hechos. Este tránsito está lleno de retos.

En los regímenes presidencialistas como Colombia, con sistemas multipartidistas, fragmentados y sin partidos con mayorías en el Congreso, los mandatarios tienen que tomar una decisión acerca de cómo sacar adelante sus proyectos en el Congreso. Gustavo Petro se enfrentó a cuatro alternativas posibles, cada una de ellas con consecuencias importantes.

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1. Gobierno dividido: gobernar solo con el Pacto Histórico y con el apoyo de quienes se sumaron a la candidatura en la segunda vuelta: 20 senadores y 27 representantes, más otros 12 de sectores afines, las minorías étnicas (MAIS 1 senador y 1 representante y afrodescendientes 2), el Partido Comunes (5 senadores y 5 representantes) y 9 representantes de las 16 curules de las Circunscripciones Transitorias Especiales de Paz (CITREP) que apoyaron a Petro en la campaña. Algunos sectores de la Alianza Verde y del Partido Liberal que apoyaron a Petro en la campaña tuvieron limitaciones por la ley de bancadas y las directrices de sus partidos, por lo que no se sumaron efectivamente.

El resultado agregado: minorías de 26 senadores y 56 representantes. Esta situación habría hecho imposible aprobar proyectos de ley y actos legislativos, obstruyendo el avance del gobierno y el cumplimiento de las promesas de campaña.

2. Gobierno dividido con una coalición ampliada: gobernar solo con el Pacto Histórico y con el apoyo de quienes se sumaron a la candidatura en la segunda vuelta: 20 senadores y 26 representantes, más 12 representantes de sectores afines, las minorías étnicas (MAIS 1 senador y 1 representante y afrodescendientes 2), el Partido Comunes (5 senadores y 5 representantes) y 9 representantes de las 16 curules de las CITREP. Aun sumando la Alianza Verde y Centro Esperanza (13 senadores y 13 representantes) serían minorías con 39 senadores y 69 representantes a la Cámara.

En términos de gobernabilidad, la situación habría sido la misma del escenario anterior.

3. Gobierno unificado con mayorías frágiles: gobernar con una coalición fabricada. Se suman el Pacto Histórico con 20 senadores y 27 representantes, más 12 representantes de sectores afines y coaliciones, las minorías étnicas (MAIS 1 senador y 1 representante y afrodescendientes 2), el Partido Comunes (5 senadores y 5 representantes) y 9 representantes de las 16 curules de las CITREP. Si se suman la Alianza Verde-Centro Esperanza (13 senadores y 13 representantes) y el Partido Liberal, del cual un amplio sector apoyó la campaña de Gustavo Petro (14 senadores y 32 representantes a la Cámara) y que, al menos formalmente, se ha identificado como socialdemócrata y supuestamente cercano a la izquierda. Obtendría mayorías: 53 senadores, el 50 %, y 101 representantes, el 54,1 %.

La aprobación de proyectos de ley y actos legislativos se pueden asegurar, por ejemplo, al sumar al independiente Autoridades Indígena de Colombia, AICO, pero en el límite, esto haría vulnerable a la coalición de gobierno a una contingencia y le daría mucho poder de chantaje a los partidos Alianza Verde y Liberal.

4. Gobierno unificado con amplias mayorías fabricadas: fabricar una mayoría que deja de lado las cercanías ideológicas o programáticas y tiene un abierto sentido pragmático para asegurar el éxito legislativo. Se suman el Pacto Histórico con 20 senadores y 27 representantes, más 12 representantes de sectores afines y coaliciones, las minorías étnicas (MAIS 1 senador y 1 representante y afrodescendientes 2), el Partido Comunes (5 senadores y 5 representantes) y 9 representantes de las 16 curules de las CITREP. Se agregan la Alianza Verde-Centro Esperanza (13 senadores y 13 representantes) y el Partido Liberal (14 senadores y 32 representantes a la Cámara).

Con un criterio claramente pragmático, incorporan a los partidos de la U (10 senadores y 15 representantes) y Conservador (14 senadores y 25 representantes). Ambos partidos son lejanos ideológicamente y en sus modos de obrar del presidente y de su coalición base, pero les interesa incorporarse a las coaliciones de gobierno a cambio de tomar parte en la distribución de cuotas en la burocracia. Con esta formación el gobierno sería mayoría con 78 senadores, el 72,9 %, y 141 representantes, el 75,4 %.

La aprobación de proyectos de ley y actos legislativos se aseguraría y el presidente y el Pacto Histórico podrían sacar adelante su agenda y responder a sus promesas de campaña.

Quedan por fuera de cualquier posible coalición los partidos ubicados en la derecha y/o abiertamente contradictores de la izquierda y del presidente electo: el Centro Democrático, la Liga de Gobernantes Anticorrupción y Verde Oxígeno, que se declararon en la oposición. También los partidos que se declararon como independientes: Cambio Radical, AICO y la coalición Mira-Colombia Justa Libres, además de 6 curules de la paz.

La decisión de Petro y sus razones

Por su trayectoria de izquierda, por las posiciones que adoptó durante la campaña, por los programas que propuso y por la abierta confrontación con los partidos mayoritarios que manejaron el poder durante décadas, se esperaba que el nuevo presidente adoptara una posición claramente ideológica sobre la integración de la bancada de gobierno.

Pero en la realidad ocurrió lo contrario y se impuso el pragmatismo. El presidente optó por la alternativa 4, un gobierno unificado con amplias mayorías fabricadas que le garantizan contar al menos con 79 senadores y 142 representantes. Frente a las alternativas de un gobierno de izquierda, pero dividido, sin capacidad de agregar mayorías en el Congreso, optó por fabricar mayorías agregando sectores de diversa procedencia, los cercanos y afines, pero también los lejanos y diferentes.

Mejor un gobierno unificado con mayorías que incluyera a partidos y a políticos que confrontó y criticó en el pasado reciente, que uno dividido que habría arriesgado la parálisis legislativa o a la desaprobación sistemática de sus proyectos en el Congreso.

El gobierno del cambio: ¿cambió?

Durante la campaña se insistió en el gobierno de Petro sería el gobierno del cambio.

Se propusieron y divulgaron muchas promesas que cambiarían la historia de Colombia, que les darían un giro a las políticas en múltiples temas: la paz, el problema de la tierra, la economía extractivista, la exclusión social y étnica, los graves problemas ambientales, la corrupción, la necesidad de renta básica para los más desprotegidos, la ampliación de la cobertura y la gratuidad en los estudios superiores. Promesas de gran alcance y de ruptura frente al pasado reciente.

Pero el primer gobierno de izquierda en Colombia hizo lo mismo que hicieron los gobiernos de derecha de siempre: pactar, negociar, apelar a la gobernabilidad por reparto. La fórmula es la misma: se consiguen apoyos de los partidos y de sus congresistas —por ello la importancia de un operador político y conocedor de estos manejos con el senador Roy barreras— a cambio de “representación”, es decir, a cambio de ministerios y viceministerios, de direcciones de institutos, de centros, de agencias, de altos cargos, entre otros.

No cambió la estrategia, se fabricó una coalición mediante la estrategia transaccional de intercambios de apoyos por retribuciones. Antes se descalificaban ambos, ahora se justifican.

Ha habido de todo y para todos los de la coalición. Para la izquierda, para exguerrilleros del M-19, para santistas y samperistas. Por supuesto, también para el Partido Conservador, para Gaviria y los restos del Partido Liberal, también para el Partido de la U, Alejandro Gaviria de algún lugar del centro y hasta para el Partido Comunista y de la Unión Patriótica. Claro, sin olvidar consejerías, consulados, embajadas, delegaciones.

¿Afecta esto el propósito de cambio?

Paradójicamente, el cambio necesitó no cambiar la tradición en el manejo del Congreso. Pero esto es inevitable en gobiernos divididos con sistemas multipartidistas, y más si son fragmentados como el colombiano. Nadie puede gobernar sin agregar apoyos que le permitan sacar adelante sus proyectos.

Salvo quizás en aquellas democracias maduras y muy estables donde hay consensos nacionales sobre grandes temas, el presidente tiene que hacer lo que hizo Petro para poder avanzar en sus proyectos. Y en efecto, la estrategia ha funcionado hasta ahora para sacar adelante proyectos vitales para cumplir sus promesas y empezar los grandes cambios que necesita Colombia.

Hasta el momento se han logrado la Reforma Tributaria que permitirá recaudar 20 billones y destinarlos a programas sociales; la Ley de Paz Total, que ayudaría a resolver problemas serios de violencia histórica y de nuevos fenómenos multicrimen; el Presupuesto Nacional, y el Tratado Internacional de Escazú. La Reforma Política pasó la primera vuelta de cuatro debates, aunque hay más debates pendientes. Y, a su vez, se creó el Ministerio de la Igualdad.

Es un comienzo. Si se mantiene la coalición algunas cosas importantes pueden cambiar en Colombia, aunque hay turbulencias con la Alianza Verde y algunos congresistas nuevos.

La política no es el espacio apacible, transparente y desinteresado de la acción concertada. Tampoco es el mundo de la manipulación, de las transacciones, de los intereses individuales y corporativos exclusivamente.

El reto ahora es poder conciliar convicciones y pragmatismo. Una tarea difícil. Pero justamente por eso el gobierno Petro y su coalición ganó en las elecciones.

* Ph. D. en Ciencia Política y profesor de la Universidad del Valle.

Por Javier Duque*

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