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La semana pasada, mientras se debatía una moción de censura del Centro Democrático en contra del canciller Leyva, en la Plenaria de la Cámara, hubo un motín fuera y dentro del recinto ¿Qué sucedió, quiénes y cuántos fueron, y cuál era el propósito de las personas que protestaban?
El representante José Jaime Uscátegui (Centro Democrático) realizaba un evento paralelo que no tenía nada que ver con la moción de censura. Es muy usual que los(as) congresistas hagan audiencias públicas, y promuevan reuniones para entregar condecoraciones y otras actividades. Cada quien asume la responsabilidad de la conducta de las personas que invita a ingresar al Capitolio. Llevábamos casi tres horas de debate cuando se me informó que, en las afueras del Salón Elíptico, se estaba presentando una presión violenta por parte de quienes estaban en ese evento. Me enteraron, también, que se estaba incentivando a la gente a gritar y a cometer atropellos con un megáfono que estaba usando el hermano del representante Uscátegui. Él es un edil (de la localidad de Usaquén, Bogotá) que está en campaña para aspirar al Concejo de Bogotá o a su reelección. Por tanto, se trataba de un acto proselitista. Fue tan fuerte el disturbio que tuve que suspender el debate momentáneamente.
En casos como este, que ha podido llegar a descontrolarse, ¿cuáles son las instrucciones y los protocolos de seguridad de la Cámara?
El personal de seguridad de la Cámara tiene instrucciones, tanto para ese debate como para cualquier plenaria, de restringir el ingreso de personas que pretendan perturbar o violentar el normal funcionamiento de las sesiones. También ha sido mi postura, para mantener el orden, que se permita el ingreso de los asesores de los congresistas y, cuando hay audiencia u otro evento especial, que puedan entrar personas no vinculadas al Congreso.
Pues en este caso, eso no sirvió porque llegaron hasta el salón ¿Por qué ordenó cerrar la puerta? Como se nota en los videos, los amotinados hubieran podido echarla abajo por la furia con que la golpeaban...
El protocolo indica que dos policías custodian la primera puerta. En un segundo filtro, en donde hay otra puerta, el control depende de unos funcionarios de planta que conocen a los congresistas. Las 35 o 40 personas que estaban enardecidas, entraron, bruscamente, por el primer acceso y pretendían atravesar el segundo. Los funcionarios, con buen sentido, decidieron cerrarla. Pero, adentro, todos notamos que algo irregular estaba pasando por la bulla, los gritos y el uso de un megáfono. Entonces, suspendí el debate y pedí que llamaran al jefe de seguridad del Congreso, un coronel de la Policía.
Los videos del momento en que el representante Uscátegui trata de ingresar con sus seguidores, muestran una actitud realmente agresiva. Pero él afirma que fue usted el que provocó la ira de la gente por haberle prohibido el acceso.
No es cierto. Ellos llegaron gritando y atropellando a quien se interpusiera. Para impedir que la situación escalara a una situación más agresiva, le pedí al coronel, jefe de seguridad, que dialogara con la gente e intentara buscar una salida. Después, hablé con los citantes del debate de moción de censura contra el canciller Leyva. Eran los representantes Erika Sánchez - vicepresidenta de la mesa, elegida por la Liga anticorrupción, de Rodolfo Hernández -, y Vladimir Olaya, del Centro Democrático. Les dije que conversaran con su compañero, el representante Uscátegui, y le solicitaran que no saboteara el debate. Para ese momento ya había ingresado un hombre que me amenazó de manera desafiante y otros, que continuaban gritando y con actitud violenta. Fue cuando una asesora de un congresista sufrió un ataque de pánico y se desmayó. Muchos representantes me pidieron que suspendiera la Plenaria y eso hice. El ambiente de zozobra de quienes estábamos en el recinto, fue evidente. Por eso, estamos examinando si cabe la iniciación de acciones penales y administrativas.
¿Quién lo amenazó y qué le dijo? ¿Pudo identificarlo?
Tenemos la foto y un video de esa persona. El jefe de seguridad me informó que ese mismo ciudadano había hecho presencia en el Congreso antes, y que había estado insultando al senador Iván Cepeda y había intentado amedrentar a otros congresistas del Pacto Histórico.
Uscátegui sostuvo que quienes estaban con él tenían derecho a expresarse en la plenaria ¿Por qué, al menos, no podían estar en las barras y presenciar el debate?
Como le dije antes, existe un protocolo establecido por las oficinas administrativas del Congreso, para el ingreso de personas externas. El representante Uscátegui nunca pidió que sus acompañantes pudieran entrar a las gradas que, ese día, y dado su aforo, ya estaban copadas. Uscátegui se justifica con mentiras y quiere lavarse las manos, descaradamente. Debo decir que varios de sus compañeros del Centro Democrático rechazaron su comportamiento que terminó afectando el debate de moción de censura y, además, produjo una situación lamentable de inseguridad exponiendo a todos los congresistas presentes, a los dos ministros que se encontraban en el recinto y, por supuesto, al personal de planta. La semana entrante se hará la votación a favor o en contra de la moción de censura pero lo que sucedió le quitó peso a la posición de los citantes.
¿Qué opina de que el hermano del representante José Jaime Uscátegui fuera quien alentara los gritos de ese grupo?
Se trató de proselitismo político tanto de uno como del otro. El representante Uscátegui ha encontrado un nicho, entre los familiares de los uniformados sacrificados, que instrumentaliza con fines electorales. Lo mismo está haciendo su hermano, el edil. Esa actitud no es nueva pero me parece lamentable que se abuse del nombre de la fuerza pública, especialmente de las víctimas, con fines políticos. Por supuesto, todos nos solidarizamos con las familias de quienes han perdido la vida. En la Cámara hemos expresado nuestra solidaridad con ellas, las hemos invitado a hablar en los diferentes escenarios y el mismo martes 11 de abril - día del debate - intervinieron voceros militares y policiales a nombre de sus parientes muertos. Sin embargo, los hermanos Uscátegui usan y abusan del dolor de los familiares.
Las 30 0 40 personas que se manifestaban junto con los hermanos Uscátegui, ¿amenazaron realmente la seguridad de quienes estaban en el recinto o es una exageración?
En medio de gritos, golpes, patadas, unos congresistas que estaban ingresando en ese momento, fueron insultados, amedrentados y empujados. La representante Erika Sánchez, pasando por encima de la autoridad que, en este caso, es el presidente de la Cámara, permitió el ingreso de unas diez personas, a mí modo de ver, con mal criterio puesto que, con el estado de alteración tan alto en que se encontraban, era imprudente darles cabida en la plenaria. Todos los congresistas saben que existe un debido proceso de ingreso al Salón Elíptico: se debe solicitar, expresamente, ante la Mesa Directiva, que se permita la presencia de personas externas. Hay un espacio físico estipulado para ese evento: las gradas, pero ya estaban ocupadas en un 80%. Así que lo que allí se vivió fue una presión violenta que llevó a un momento de extrema zozobra y perturbación.
Y, ¿cómo explica que un congresista del uribismo sabotee a sus propios colegas de partido?
Es inexplicable, pero hay que aceptar que el representante Uscátegui es muy agresivo. No es la primera vez que es violento, que actúa contra sus propios colegas y que intenta imponerse a la fuerza frente a la mesa directiva. La verdad, su temperamento es muy complicado. Es un caso serio, sin dejar de tener en cuenta que detrás de él y de su hermano, que aspira a ser cabeza de lista del Centro Democrático para el Concejo de Bogotá, hay una apuesta electoral. Pero el representante se equivoca: no es a las patadas, creyendo que está por encima de los demás congresistas, dando golpes e insultando a todo el mundo, como puede hacerse notar.
Hace unas semanas se presentó una situación similar en la Comisión Primera: una ciudadana profería gritos desde las barras para impedir la intervención de un congresista del partido Comunes (exFarc). El presidente de la Comisión también tuvo que suspender la sesión ¿Cree que se está extendiendo la conducta violenta como forma de expresión, tal como lo hace Uscátegui?
Se entiende que hay momentos acalorados, pasionales, de mucha emoción durante los debates porque se defienden, con ahínco, las ideas. Pero otra cosa es la conducta agresiva. José Jaime Uscátegui es una persona violenta, golpea el pupitre, grita, amenaza y se dirige mal hacia sus compañeros. Realmente, me preocupa su salud mental, hay que decirlo con toda claridad. Por otro lado, es cierto que hay algunas personas de la oposición que creen que haciendo uso de la fuerza pueden imponer sus argumentos. Es un mal precedente. Insisto, pueden hacerse acciones simbólicas, emocionales y momentos en que se expresen las ideas con vehemencia. En lo personal, me gusta que se expresen todas las voces, incluso con una fuerte carga emocional. Pero otra cosa es cuando se pasa a la presión o cuando se intente pasar por encima de los compañeros.
Entiendo que a usted le pasaron un informe sobre lo sucedido en la sesión en la Comisión Primera, hace unas semanas ¿A qué conclusión llega ese informe?
El informe que nos entregó la autoridad competente es que todo conduce a que se trató de una acción premeditada de saboteo por parte de unos invitados externos que había llevado un representante y que el disturbio no pudo ser controlado. Por eso, el presidente de la Comisión le tuvo que pedir a la Policía que retirara a una persona y se vio en la necesidad de levantar la sesión.
Hacia septiembre del año pasado, el senador Alirio Barrera hizo subir por las escalinatas del Capitolio a uno de sus caballos, maltratándolo. Se estaba haciendo el gracioso con lo que, dijo, era su “mascota” ¿Qué está sucediendo en el Congreso? ¿Ha perdido capacidad y calidad en las personas y los debates?
Hay un código de ética y unas normas que regulan las acciones de los congresistas. Debemos revisar la particularidad de cada caso. En términos generales, a algunos de la oposición, no a todos, les falta mucho para crear y sostener un debate argumentado. Con estos actos se cercena la democracia y el Congreso queda mal parado.
¿Se estarán privilegiando las ganas de publicitarse en medios y de hacer sonar sus nombres a punta de escándalos?
Absolutamente. Es una lástima que los debates estén cediendo ante los likes y la politiquería barata.
Esos tres incidentes bochornosos que le he mencionado fueron promovidos por dos congresistas del Centro Democrático y otro, funcional a esa colectividad ¿Se trata de una estrategia o de actos espontáneos?
No creo que se trate de estrategia. Varios congresistas de la oposición tienen argumentos serios y capacidad de deliberación. Por ejemplo, el representante Óscar Darío Pérez es una voz autorizada en asuntos económicos, entre otros. Creo, más bien, que es el modo de actuar de algunos parlamentarios que, a falta de formación, terminan promoviendo ese tipo de acciones, acostumbrados más a las redes sociales, en donde piensan que tienen su nicho, que a la política de la vida real.
Usted, ¿sí le ha dado garantías a la oposición para que exprese sus desacuerdos?
La presidencia de la Cámara ha dado todas las garantías para desarrollar los debates. Nadie de la oposición puede decir lo contrario. Esta presidencia ha sido una de las más garantistas de los últimos años. Más que una apuesta política, para mí, es una posición ética. No me hice elegir presidente para hacer “jugaditas” como las del exsenador (Ernesto) Macías. Nosotros llegamos a ser diferentes y por eso respetamos a los congresistas de la oposición y sus derechos.
En los próximos días se hará otro debate de moción de censura en contra del ministro de Defensa, Iván Velásquez ¿Ha considerado llamar a más grupos de seguridad para reforzar el del Congreso? Si pasó lo que pasó con el canciller, ¿qué no podría suceder con familiares de policías y militares muertos, adoloridos e incentivados por gente como los hermanos Uscátegui, en contra del ministro Velásquez? Lo que sucedió me hizo pensar que era necesario tener una reunión especial con los encargados de la seguridad del Congreso. Esa reunión se hará la semana entrante. Vamos a oficializar un protocolo más robusto de seguridad así como condiciones de ingreso al Capitolio. En los próximos días anunciaré las nuevas medidas en lo que corresponde a la Cámara.
Con lo que viene pasando en el Congreso, ¿no teme que todo se descarrile y nada pueda reformarse, al final?
No lo creo. Los violentos son ruidosos pero minoritarios. Hago un llamado a todos los demócratas, sin distingo de partido, a rechazar ese tipo de actos contra instituciones, en particular, dentro del Congreso. Comprendo, muy bien, que hay una corriente mundial de extrema derecha que sigue los pasos de Trump y de Bolsonaro a quienes solo les sirve la democracia cuando ellos ganan; y que son capaces de incendiar el país con tal de imponerse. Creo que, por más diferencias que tengamos, en todas las orillas ideológicas estamos de acuerdo en que no se pueden permitir nuevos actos de violencia que pongan en riesgo la democracia. Por supuesto, adelantaremos las acciones de solicitud de investigación a la Comisión de Ética del Congreso, a la Procuraduría, y a la Fiscalía por las personas que participaron; a la Corte Suprema de Justicia, competente para indagar sobre la conducta de Uscátegui. Pero, más allá de este caso puntual, invito a todos los demócratas del país a defender la decencia y las instituciones.
El espectáculo del grito, banaliza el Congreso
El actual Congreso está compuesto por una mezcla de políticos tradicionales, de larga trayectoria, con gente nueva y sin mucha formación. En esta capa, hay muchos jóvenes de escasa preparación académica. Alguno son los llamados “influenciadores”, famosos en las redes sociales ¿Incide este hecho en la caricaturización de las tareas legislativas?
Lastimosamente algunos no han comprendido la dignidad y la importancia de ser congresista. La discusión en el Congreso se ha banalizado y se privilegia la política del espectáculo, del show y, reitero, de los likes. Con ello, se cae en la mediocridad durante los debates, no se sustentan las posiciones u oposiciones con argumentos y se concentran en gritar, en muchos casos, con la intención de producir material para subir videos a las redes sociales. Lo que ocurrió la semana pasada (zambra en la plenaria de la Cámara con ingreso violento de un grupo de unas 40 personas) fue tan deplorable que terminaron afectando a su propio partido y a toda la oposición. Hechos como ese, llevan al Congreso a una caricaturización de sí mismo, como usted dice, y lo vacía de contenido y de relevancia democrática.
“En el gobierno pasado, no había nada que retara al país”
El Gobierno Petro, ¿tiene o no dominio de sus relaciones con las mayorías del Congreso o las perdió definitivamente?
Esta es una coalición que se formó, no a partir de unos compromisos burocráticos sino de poner sobre la mesa un proyecto de país y una agenda. Esto se refrenda con cada debate importante y tiene un rasgo valioso para la democracia: todo se discute, incluso dentro de los partidos de la coalición gubernamental que no han perdido su capacidad crítica. El Gobierno nacional planteó unas líneas y sabrá hasta dónde ceder, en términos de las reformas que quiere sacar adelante. Por eso los debates son tan álgidos. Pero, de todas maneras, soy profundamente optimista de que este es un Congreso que, reconociendo las agendas diversas, terminará discutiendo y aprobando lo que considere mejor. Tal vez las controversias han sido complicadas debido a que en el gobierno pasado no había nada que retara al país. Hoy estamos hablando de 15 proyectos en trámite que podemos sacar adelante. Creo que los tiempos nos dan y todavía tenemos la posibilidad de las sesiones extras.
