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La existencia de racismo en Colombia es inobjetable, pese a que el país posee una constitución garantista en materia de igualdad entre los ciudadanos. El flagelo, generalmente asociado a situaciones de desplazamiento y violencia armada, tiene unos orígenes que se anteceden a la creación misma del Estado colombiano y su solución desborda las buenas intensiones plasmadas en la constitución y la ley.
Eso lo saben desde el ex futbolista Adolfo el Tren Valencia hasta grandes personalidades de la política y la farándula quienes, así no lo reconozcan, en algún momento de su vida han sufrido discriminación como consecuencia del color de su piel.
Uno de los casos más sonados en el pasado reciente fue el de la joven en Cartagena a quien no dejaron entrar a una reconocida discoteca por ser negra. Gracias a su perseverancia y a un adecuado consejo, la adolescente logró por vía de tutela que se le respetara su derecho a la igualdad. Pero no todos los casos tienen el mismo final.
Según el Censo de 2005, uno de cada 10 colombianos es afrocolombiano, por autoreconocimiento. Sin embargo, su representación en cargos de poder del Estado es escasa: la ministra de Cultura, Paula Marcela Moreno; el viceministro laboral, Andrés Fernando Palacio, y el comandante de la Policía de Carreteras, general Luis Alberto Moore son los casos más representativos.
El mito de la sangre
Para algunos analistas, el motivo fundamental de la discriminación es económico. Según el antropólogo de la Universidad Nacional Jaime Arocho, los intereses de riquezas en el siglo XV llevaron a Europa a desplegar la fuerza militar mediante la cual subyugó algunos pueblos y trasladó a otros desde África hasta América. “ Cuando los primeros africanos son llevados a España, se inventa el término de pureza de la sangre”.
El genetista Emilio Yunis, cree que la creencia en una sangre superior es un invento discriminador. “En Colombia se ignora, a veces a propósito, que todos los habitantes tienen más del 25% de aporte negro y mulato”.
Hay variaciones poblacionales por factores culturales o climáticos que se reflejan en el color de piel, pelo y labios, pero científicamente la biología ha demostrado que no hay genes inferiores en el Homo sapiens.
Pero ¿cómo se ‘clasifica’ a alguien como negro, afrocolombiano, raizal o palenquero?
Para Emilio Yunis, es posible estudiar científicamente el pasado étnico de un grupo poblacional de acuerdo con la distribución de los genes y otro tipo de componentes moleculares. “Eso sería una aproximación, pero no para decir: usted es negro, y claramente ese no es el orden del día”.
La forma de determinarlo es entonces la autoclasificación. Si bien antes de 1993 en las encuestas de los censos no se preguntaba por la raza, a partir del censo de 2005 la pregunta fue de qué cultura o raza se considera. Otros países contrastan la opinión del encuestador y el encuestado.
El Congreso en deuda
Intenciones para cambiar esta situación no han faltado. En el Congreso de la República cursan no uno, sino tres proyectos de ley simultáneamente, que buscan defender los derechos de la población afrocolombiana.
A propósito de la poca participación de este grupo étnico en altos cargos, la senadora Piedad Córdoba tramita un proyecto de ley para que mínimo un 10 por ciento de negritudes ocupen puestos de poder en el Estado. La iniciativa se presentó el año pasado y tuvo ponencia favorable del congresista Armado Benedetti, pero no se alcanzó a tramitar. En julio se volvió a proponer y ahora permanece a la espera de iniciar su discusión en Comisión Primera de Senado.
La representante a la Cámara María Isabel Urrutia va más allá de la participación de las negritudes en política. Propone cárcel de uno a cuatro años y una multa de cinco a 20 salarios mínimos legales mensuales para quienes discriminen, segreguen o persigan personas negras.
Este proyecto cursa en Comisión Primera de Cámara. Ya había sido presentado en la legislatura final de 2008, pero no se le dio discusión y fue retirado por vencimiento de términos.
La senadora Gina Parody busca sanciones pedagógicas, económicas y penales para todas las formas de discriminación: por raza, sexo, religión, discapacidad u otras condiciones sociales. Esta iniciativa hace fila en Comisión Primera de Senado, pero la apretada agenda no le ha permitido avanzar.
Aunque Piedad Córdoba, María Isabel Urrutia y Gina Parody no se dan por vencidas, lo cierto es que sus proyectos no avanzan. Teniendo en cuenta que sólo faltan cinco semanas para concluir la actual legislatura, todo parece indicar que les tocará esperar para la próxima, es decir, después del 20 de julio.
Punto Cero
Para los analistas, los proyectos de ley propuestos son un buen comienzo, pero por sí mismos no cambian la situación. El Observatorio de Discriminación Racial de la Universidad de los Andes y el Proceso de Comunidades Negras se ha dedicado a estudiar el tema y concluyó que en Colombia estamos en un punto cero, donde no se reconoce el racismo.
El investigador César Rodríguez planteó un interrogante: ¿El sector público y las Fuerzas Militares cuántos afrodescendientes tienen? “La repuesta que todos nos dieron es que no tienen cifras porque no se puede diferenciar. Dijeron: todos los miembros de nuestra institución son iguales”, cuenta Rodríguez.
En ese orden de ideas, piensa que las leyes pueden ser un mecanismo de presión, pero debe ir acompañado de un trabajo cultural y educativo.
El Observatorio encontró dos tipos de discriminación en Colombia: vertical y horizontal. La primera incluye todas las formas de exclusión. Es la discriminación para acceder a puestos públicos y privados, lo cual se traduce en desventajas económicas. La segunda pertenece a la vida cotidiana. Se vive en la familia y en los vecindarios donde hay segregación residencial, de negritudes.
Mientras eso ocurre, quienes la padecen desarrollan diferentes alternativas para enfrentar un sistema discriminador. Rodríguez explicó algunas formas de sobrevivir en un medio que rechaza: mezclarse con otra razapara procrear; negar el racismo, pero conocer a alguien que ha sido rechazado; y cambiar aspectos característicos como el color de pelo.
Han pasado casi 17 años de la Constitución de 1991, en la que se reconoció la diversidad étnica y multicultural de la nación. La lucha es porque ese hecho implique mucho más que un reconocimiento formal y se llegue a parámetros de respeto, igualdad y convivencia.
En Cifras
- El 10,6%, de la población colombiana se reconoció como afrocolombiana, de ellos el 50,5% son mujeres y el 49,5% hombres.
- Los afrodescendientes son mayoría en Chocó ( 82.1%) y en San Andrés y Providencia (57%). Siguen Bolívar (28%), Valle del Cauca (27%) y Cauca (22%).
- El 14,3% de los afrodescendientes del país y el 35,4% de los de Nariño no recibieron ninguna de las tres comidas diarias uno o más días de la semana.
- El 10,92% de los afrodescendientes mayores de 15 años no saben leer y escribir.