Íngrid Betancourt, una carrera política frenada por el secuestro

Cuando fue secuestrada, aspiraba a la presidencia para las elecciones de 2002. Esto le puso freno a una trayectoria política que comenzó en 1990 y que incluso la llevó a ser la senadora más votada en 1998.

23 de junio de 2021 - 05:24 p. m.
Ingrid Betancourt alcanzó a tener la votación más alta para el Senado de 1998.
Ingrid Betancourt alcanzó a tener la votación más alta para el Senado de 1998.
Foto: OSCAR PEREZ

Íngrid Betancourt duró 6 años y medio en poder de la extinta guerrilla de las Farc. Por muchos años fue el símbolo de este flagelo que no distinguió entre políticos, empresarios, miembros de la Fuerza Pública, y otros sectores de la sociedad. Ahora, se ha convertido en ejemplo de esa reconciliación que se ha buscado con los desmovilizados de las Farc. Por eso fue invitada este miércoles para hacer parte del acto de reconocimiento de los delitos de secuestro que llevó a cabo dicho grupo armado.

Más allá de su reconocimiento como víctima, Betancourt pasará a la historia como una de las alternativas políticas que vio frenada buena parte de sus aspiraciones por la acción de las Farc. Su trabajo en estos campos comenzó a finales de los 80 y comienzos de los 90, cuando volvió de Francia para unirse al Partido Liberal. En esos primeros años de vida pública alcanzó a estar en las carteras de Hacienda y Comercio Exterior con Rudolf Hommes y Juan Manuel Santos, respectivamente.

Este recorrido como funcionaria pública no duró mucho, pues hizo el salto a la Cámara de Representantes en 1994, cuando apenas tenía 33 años. Seguía los pasos de su madre, Yolanda Pulecio, que había sido muy cercana a Luis Carlos Galán y para ese momento ocupaba un escaño en el Senado. Ingrid Betancourt hacía parte de esa generación de jóvenes que buscaron copar la política tras los grandes cambios al ordenamiento colombiano que trajo la Constitución de 1991.

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En su paso por la Cámara, con las banderas del Partido Liberal, se caracterizó por sus denuncias en contra de la corrupción. Esta posición la llevó incluso a tener múltiples choques con su partido, que para ese momento enfrentaba el proceso 8.000. Incluso llegó a cuestionar al presidente Ernesto Samper, que venía de las toldas liberales, por los señalamientos de la entrada de recursos del Cartel de Cali a su campaña presidencial.

Como parte de estos cuestionamientos, Betancourt y Guillermo Martínez Guerra, ambos representantes, se sometieron a una huelga de hambre, que duró 14 días, para evidenciar las supuestas irregularidades en las pesquisas en contra del presidente. Ambos cuestionaron que la Comisión de Acusación, que al final precluyó las investigaciones contra Samper, estuviera conformada únicamente por representantes afines al Ejecutivo.

Sin mayores resultados, solo 6 kilos menos, deshidratación y problemas respiratorios, Íngrid Betancourt terminó su huelga de hambre el 14 de febrero de 1996. A este acto le siguieron otras acciones para cuestionar los vínculos de su partido con la mafia. Incluso fue abucheada y expulsada de una convención liberal en 1997 por hablar de los supuestos vínculos entre narcotráfico y los miembros del partido del trapo rojo.

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También Ingrid Betancourt tuvo que enfrentar al presidente Samper en los estrados judiciales. El entonces mandatario la demandó por la publicación de un libro en Francia, Rabia en el Corazón, en el que esta contaba su visión del proceso 8.000. La publicación fue todo un éxito en territorio europeo, pero no fue bien recibida por varios sectores políticos que consideraban que no se debía ventilar los problemas políticos y judiciales del Colombia en otras latitudes.

Para 1998, era imposible que Betancourt siguiere en el Partido Liberal ante los distintos choques que tuvo con la colectividad y su oposición a Samper. Por eso, con la ayuda de las laxas leyes de partidos de los primeros 14 años de la Constitución de 1991, fundo el Partido Verde Oxígeno. Este se creó tomando como modelo los distintos movimientos verdes que se estaban originando en Europa y con los que Betancourt tuvo contacto.

Bajo las banderas de este nuevo partido, Íngrid Betancourt llegó en 1998 al Senado. Contrario a las molestias de su antigua colectividad, el país le reconoció su lucha contra el Ejecutivo, por lo que tuvo la mejor votación de esas justas electorales. Este reconocimiento también sirvió para que el Verde Oxigeno sacara una segunda senadora, Margarita Londoño, y una alcaldía en las elecciones regionales de 1999.

La joven política no duró mucho en el Senado, pues decidió capitalizar el gran apoyo electoral que tenía y decidió lanzarse para as presidenciales de 2002, no sin antes desligarse de Andrés Pastrana, al que apoyó en contra del samperismo que representaba Horacio Serpa. Desde el comienzo de campaña, Íngrid Betancourt fue reconocida por sus acciones calificadas de provocadoras.

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Con el lema “El pueblo tiene la palabra”, la entonces candidata anunció su aspiración en plena Plaza de Bolívar al subirse al pedestal de la estatua del Libertador y darle tres besos. Esta acción vino acompañada de otros actos pintorescos como repartir condones y pastillas de viagra bajo la premisa de que los colombianos no podía seguir “siendo insatisfechos”.

Los curiosos gestos fueron acompañados de las siguientes banderas: negociaciones con los actores armados, la revocatoria del Congreso y la reforma política. Estas dos últimas premisas se fundamentaban en los hechos de corrupción de la clase política del momento, sobre todo los vínculos con el narcotráfico. Además, fue una férrea crítica de los más opcionados de dichas elecciones: Horacio Serpa y Álvaro Uribe. El primero por su cercanía con Ernesto Samper durante el proceso 8.000 y el segundo por los señalamientos que ya circulaban de una supuesta cercanía con el paramilitarismo.

A pesar del reconocimiento de Íngrid Betancourt, que la llevó a ser la votación de Senado más alta en 1998, nunca pudo trasladar esta popularidad a las encuestas de las presidenciales de 2002. No alcanzaba a superar el 1% de la opción de voto. Como parte de esos intentos de impulsar su campaña, el 23 de febrero de 2002, Betancourt intentó desplazarse a San Vicente del Caguán, municipio en el que su partido había ganado su única alcaldía.

Dos días antes de ese viaje, el presidente Andrés Pastrana había dado por finalizadas las negociaciones de paz con las Farc en el Caguán. Por esta razón, varios le aconsejaron a la entonces candidata de que no se desplazara hasta la zona pues era peligroso. Sin embargo, Betancourt insistió en que debía estar con la población en un momento tan difícil.

Ante la negativa de miembros del Ejército de transportarla en un helicóptero, por temas de seguridad y por un posible favorecimiento a su campaña electoral, Betancourt decidió desplazar por tierra con varios miembros de su equipo, incluyendo a Clara Rojas, hacia la segunda población más importante del departamento de Caquetá. Varios oficiales de la Fuerza Pública desaconsejaron el viaje, y mucho más de forma terrestre. La zona había sido copada por las Farc, que la había minado y realizado atentados contra la poca infraestructura de la zona.

Camino a San Vicente del Caguán, la camioneta en la que se desplazaban, que había sido prestada por el DAS, fue detenida por miembros de las Farc. Allí se los llevaron a unos parajes destapados en los que separaron a los hombres y mujeres que iban en el equipo de Betancourt. Mientras que a los primeros los dejaron en libertad, a la entonces candidata y su jefa de campaña, Clara López, se las llevaron monte adentro. Las Farc secuestró a una aspirante a la presidencia y a parte de su equipo.

La acción de la guerrilla tuvo un amplio rechazo internacional y llevó a que se pidiera su pronta liberación. Por otro lado, desde el gobierno Pastrana buscaron zafarse de la responsabilidad bajo el argumento de que le habían advertido a Betancourt y a su equipo que era muy peligroso viajar hacia esa zona. Con la candidata en cautiverio, se llevaron a cabo las elecciones de 2002, que dieron como ganador a Álvaro Uribe, favorecido por la narrativa de que había que ponerle un alto a la guerrilla de las Farc de forma militar.

Fueron varias las pruebas de supervivencia que llegaron de Íngrid Betancourt durante su cautiverio, también las noticias de sus intentos frustrados de fugarse de sus captores. Su nombre sonó para un intercambio humanitario, que siempre fue rechazado por el gobierno de Álvaro Uribe. También figuraba la posibilidad de que fuera rescatada en acciones militares.

Durante sus 6 años y medio de cautiverio, su madre, Yolanda Pulecio, y su entonces esposo, Juan Carlos Lecompte, fueron reconocidos por sus giras a nivel nacional e internacional pidiendo su liberación. Yolanda Pulecio llegó a ser una dura crítica del gobierno ante la renuencia de llevar a cabo un acuerdo humanitario con las Farc.

El 2 de julio de 2008, Ingrid Betancourt volvió a la libertad en un cinematográfico rescate que pasaría a ser conocido como la Operación Jaque. Bajo engaños a varios miembros de la guerrilla, y usando emblemas de la Cruz Roja, los militares liberaron a Betancourt, a tres ciudadanos estadounidenses, siete miembros del Ejército y cuatro de la Policía.

Desde su liberación, Betancourt salió del país para vivir en Francia con su familia. Desde allá mostró su apoyo al acuerdo de paz con las Farc y ha hecho parte de eventos de reconocimiento de la verdad, esclarecimiento de los hechos y reconciliación. Y aunque sus opiniones sobre la política nacional aún son registradas por los medios, nunca más volvió a tener aspiraciones en la arena política, de la que fue sacada a la fuerza por la guerrilla en 2002.

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Pedro Juan Aristizábal Hoyos(86870)23 de junio de 2021 - 08:50 p. m.
Gracias Ingrid Betancur únase a los movimiento de centro-izquierda y de izquierda para que nos ayude a derrotar al uribismo. Colombia necesita gente con presteza académica a ver si continuamos el legado de JM Santos
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