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Jaque: ¿una operación no tan perfecta?

Fragmento de “Una conversación pendiente” (sello editorial Planeta), charla entre Íngrid Betancourt y Juan Manuel Santos, moderada por Juan Carlos Torres.

Especial para El Espectador
29 de agosto de 2021 - 02:00 a. m.
La excongresista Íngrid Betancourt y el expresidente Juan Manuel Santos. / Foto de Alejandra Quintero. Cortesía: Editorial Planeta
La excongresista Íngrid Betancourt y el expresidente Juan Manuel Santos. / Foto de Alejandra Quintero. Cortesía: Editorial Planeta
Foto: Alejandra Quintero

Juan Carlos Torres:

Desde el momento en que se conoció, a la Operación Jaque le llovieron críticas y manifestaciones de escepticismo. Así como Íngrid la calificó, el mismo día de su liberación, como una “operación perfecta”, muchos se han empeñado en desvirtuarla, diciendo que fue un montaje y que no fue un engaño a las Farc sino una negociación del Gobierno con César y Gafas. ¿Qué piensan de estas críticas y especulaciones?

Juan Manuel Santos: Eso del montaje no tiene pies ni cabeza. Nosotros teníamos en vigencia una política de recompensas muy publicitada, y si comandantes de alto rango de las Farc, como César o Gafas, hubieran accedido a traicionar a sus jefes para entregarnos a los secuestrados y ganar una recompensa o cualquier otro beneficio, no teníamos por qué haber armado semejante trama, ni mucho menos negarlo. Hubiéramos reconocido que negociamos con unos jefes guerrilleros, y eso hubiera sido un golpe moral fuertísimo para las Farc, que vería debilitada su unidad de mando. ¿A quién se le puede ocurrir armar una puesta en escena del tamaño de la Operación Jaque para ocultar una negociación que hubiera sido igual de desmoralizante para la guerrilla?

Además, yo les pregunto a los que creen en la tesis del montaje: si lo que hubo fue una negociación con César y Gafas, ¿qué ganaron ellos?

César fue extraditado a Estados Unidos y estuvo preso varios años en la cárcel de máxima seguridad de Marion, en Illinois. Así lo informó una nota de El Tiempo del 23 de febrero de 2011 y me lo confirmó recientemente el exembajador Brownfield. De esa penitenciaría, lo trasladaron a una cárcel en California, donde aparece con su verdadero nombre, Gerardo Ramírez, bajo el número 29845016, con fecha de salida el 12 de julio de 2031.

Gafas, por su parte, estuvo nueve años preso en La Picota, en Bogotá, y se acogió, a mediados de 2017, a la Jurisdicción Especial para la Paz, por lo que hoy goza de libertad provisional siempre que contribuya con la verdad ante esa jurisdicción. En su declaración ante la JEP, Gafas contó, todavía perplejo, que sigue sin entender qué fue lo que pasó y cómo es que se dejó quitar a los secuestrados que César y Jojoy le habían encomendado.

¿Qué clase de negociación sería entregar unos secuestrados, que eran la joya de la corona para las Farc, a cambio de pasar décadas en la cárcel y envejecer en ella, como le pasará a César? La mejor prueba de la veracidad de la Operación Jaque son las condenas de los dos comandantes guerrilleros que cayeron en la trampa que se les tendió.

Íngrid Betancourt: Esa versión del montaje la han defendido Noël Saez y Jean-Pierre Gontard, los dos emisarios europeos, y aparece en documentales y trabajos periodísticos. De mi parte, lo único que puedo decir es lo que me consta. Y lo que yo vi, como secuestrada, es que los soldados del Ejército se la jugaron toda porque, aun si César hubiera estado infiltrado, había un anillo de 300 guerrilleros alrededor nuestro, listos para disparar a los que se bajaban del helicóptero ante la menor sospecha. En mis años conviviendo con la guerrilla me di cuenta de que, en momentos de confrontación, los segundos o terceros al mando tenían la capacidad de tomar la iniciativa. Si hubiera habido cualquier sospecha, los bajan a todos, incluidos César y Gafas.

Lo que dice Juan Manuel es contundente. La versión de que compraron a los comandantes del frente primero sería por sí misma otra gran victoria para la inteligencia del Ejército. En efecto, contar que infiltraron a jefes de alto rango de las Farc y que burlaron al Mono Jojoy para quitarle su mayor trofeo de guerra, volteando a sus propios hombres, equivale a resquebrajar la misma estructura de las Farc, incluso más que una operación de engaño. Es posible que la guerrilla prefiera esa versión para opacar la gloria militar de la Operación Jaque y restarle brillo a la audacia de los soldados que la llevaron a cabo. Pero es posible también que para ellos ese golpe haya sido tan sorpresivo que sigan buscando explicaciones.

Hace poco vi un documental del periodista Gonzalo Guillén en el que sostiene esa versión de la traición de Gafas, pero al final solo hay conjeturas. Me llamó la atención que en el documental se dice que, unos días antes de la operación, César y Gafas estuvieron en Bogotá, negociando nuestra entrega. Yo no sé César, pero en lo que se refiere a Gafas, desde mi caleta podía ver la de él en medio de un sembrado de papayas abandonado. La presencia de Enrique era particularmente irritante, por lo cual hubiera notado su ausencia.

Al final, poco importa si Jaque fue por engaño o por traición. Quince personas fueron rescatadas del infierno por el Ejército sin disparar un solo tiro, y ese es el verdadero motivo de orgullo y celebración.

JMS:

Es interesante lo que comenta Íngrid de que los emisarios europeos Saez y Gontard —que hicieron gestiones para lograr el acuerdo humanitario en nombre de los gobiernos de Francia, Suiza y España— defienden la tesis de que la Operación Jaque fue un montaje. Eso tiene una explicación.

Yo estaba al tanto de su labor y consideraba que obraban de buena fe; pero mi opinión sobre ellos cambió cuando comenzamos a conocer el contenido de los computadores incautados en el campamento de Raúl Reyes, donde aparecieron correos cruzados entre Reyes y los emisarios, que mostraban que estos habían ido más allá de su papel de facilitadores. Se hablaba del pago de fuertes sumas de dinero y de ofrecimientos de beneficios a las Farc de los que el Gobierno colombiano no estaba enterado.

El 24 de junio de 2008, ocho días antes de la Operación Jaque, el canciller Fernando Araújo citó en su despacho al embajador de Francia, Jean-Michel Marlaud, para compartirle la información que habíamos hallado en los computadores de Reyes que comprometía al emisario de su país, y para expresarle la molestia del Gobierno por la forma en que Saez había desempeñado su función de facilitación. Araújo nos invitó al comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, y a mí a que lo acompañáramos a esa reunión.

El embajador quedó muy contrariado por lo que le contamos, y nos dijo a su vez que Saez y Gontard iban a llegar en un par de días con el propósito de reunirse con Alfonso Cano o con algún delegado suyo en las montañas del suroccidente del país para retomar, por enésima vez, la propuesta del acuerdo humanitario.

Entonces se me prendió el bombillo. Ahora que estábamos en el proceso de convencer a César, el comandante del frente primero, de que iba a llegar una misión humanitaria internacional para trasladar a los secuestrados a la zona donde operaba Cano, la llegada de Saez y Gontard nos caía de perlas, pues le daba veracidad a la historia. Solo había que asegurarse de que su visita se filtrara a los medios para que César atara cabos y corroborara la versión que le estábamos vendiendo.

IB: ¡Es cierto! Recuerdo que en la selva escuchamos por radio la noticia de que los emisarios europeos se iban a reunir con Cano. Si nosotros pensamos que de pronto nos llevarían con él, estoy segura de que la guerrilla también. JMS:

Le dimos mucha divulgación a esa visita, y fue a propósito: para que conocieran sobre ella los guerrilleros y sacaran la conclusión que queríamos que sacaran. Por eso, cuando los emisarios se enteraron del éxito de la Operación Jaque se sintieron utilizados por el Gobierno. Yo fui el artífice de que aprovecháramos su proyecto de visitar a Cano para reafirmar nuestra pantalla ante César, y no lo hice porque los creyera idiotas —como dijo Gontard en alguna entrevista—, sino porque vi una oportunidad de hacer más seguro nuestro plan de rescate. En cierta forma, los utilizamos, pero por un objetivo loable, algo así como lo que pasa con las mentiras piadosas. Ellos deberían sentirse felices y orgullosos por el resultado, como nos sentimos todos los que participamos en esa hazaña.

Por Especial para El Espectador

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Pedro Juan Aristizábal Hoyos(86870)30 de agosto de 2021 - 05:23 p. m.
Siempre J M Santos muestra sus calidades como ser humano. Ojalá el próximo gobierno de coalición "De la Calle, A. Gaviria y Gustavo Petro" continúen con el legado de su gobierno
Diego(63255)29 de agosto de 2021 - 07:08 p. m.
Ese montaje no se lo cree nadie. Lo único que no queda claro es cuánto le tocó sacar del bolsillo a los colombianos para pagar el suceso
Jaime(81095)29 de agosto de 2021 - 04:20 p. m.
Realmente le creo a Gonzalo Guillen.
Dion Casio(66071)29 de agosto de 2021 - 02:12 p. m.
...entonces la guerrilla también fue engañada?
Juan(cx5eo)29 de agosto de 2021 - 10:38 a. m.
Todo el mundo sabe que el gobierno rompió la cadena de custodia de los computadores de Raúl Reyes para adulterar su contenido conforme a las conveniencias del uribismo.
  • Mario(uqnt9)29 de agosto de 2021 - 11:45 a. m.
    Disculpe, pero, a quien se refiere Ud con "todo el mundo"? El primero en acceder a los computadores era el ex ministro de defensa Juan Manuel Santos. Fué JMS quien rompió esa cadena? De ser así, con que propósito? Que información de Raul Reyes pretendía ocultar JMS? Por qué JMS no reveló el contenido de los computadores a la opinión pública? Cree Ud que adulterando un computador no deja rastros?
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