En las redes sociales Twitter y Facebook. En entrevistas a los medios de comunicación. En talleres con la ciudadanía para debatir propuestas de país. No importa los escándalos que se arrastren del pasado o que acosen en la actualidad, ni mucho menos el prestigio o la favorabilidad con que se haya salido de sus respectivos mandatos. Lo cierto es que tres expresidentes de la República se han convertido hoy en protagonistas de primer orden en el país político y desde sus tribunas particulares libran un duro pulso para mantenerse vigentes, imponer ideas o defender sus gobiernos.
Primero fue Álvaro Uribe con sus “talleres democráticos”, un ejercicio académico de cara a las elecciones de octubre próximo, con el que pretende recorrer el país analizando la problemática regional, planteando soluciones y apoyando a candidatos. Sólo que al mismo tiempo el exmandatario ha tenido que salirles al paso a las denuncias de corrupción en varias entidades del Estado —las cuales están salpicando su gestión— casando peleas con el ministro Germán Vargas Lleras y contra todo aquel que se atreve a cuestionarlo.
Andrés Pastrana, por su parte, decidió desde hace dos semanas emprenderla contra el Partido Conservador —su partido—, del que dijo se había “uribizado” por puestos y arremetió contra Uribe al señalar que las bandas criminales eran la herencia que le había dejado a Juan Manuel Santos. Ayer volvió a la carga y dijo que Uribe bien podía quedarse con el conservatismo, “el partido de la corrupción”, haciendo referencia a los escándalos que cobijan a varios de sus militantes en lo que tiene que ver con Estupefacientes, Agro Ingreso Seguro y notarías. Y lanzó una nueva pulla a quien fuera su sucesor en el poder: dijo que los Nule, inmersos hoy en líos por el carrusel de la contratación en Bogotá, habían nacido en el gobierno Uribe.
El tercer expresidente protagonista por estos días es Samper, quien el sábado pasado comenzó lo que ha llamado “Café país”, una serie de encuentros que llevará por toda Colombia, como un espacio para recuperar y debatir ideas sociales y problemáticas que afectan la vida diaria de las personas y los ciudadanos de a pie. Según Samper, quiere recordarles a los partidos tradicionales que su base deben ser las ideas y no la maquinaria política.
El expresidente estadounidense Harry Truman dijo alguna vez que los exmandatarios eran como los muebles viejos, que nadie sabe dónde ponerlos, pero tampoco los quieren desechar. Una frase que cabe perfectamente en Colombia, donde el refranero popular dice que no existen cadáveres políticos. ¿Qué buscan entonces Uribe, Pastrana y Samper con su acuciosa actividad pública? Variadas interpretaciones tienen los analistas.
Para Alfredo Rangel ha sido precisamente el activismo político-electoral de Uribe lo que ha inducido, tanto a Samper como a Pastrana, a hacer lo mismo: “Ellos no se resistieron a dejar el espacio abierto en términos de la influencia de los expresidentes en la vida política. Están compitiendo con Uribe a raíz de su vigencia y liderazgo, de cara a las elecciones de octubre. Los expresidentes no quieren limitar su actividad política a unos temas, sino que están dispuestos a hablar de todo para mantener su vigencia”.
Igual piensa Rubén Sánchez David, politólogo de la Universidad del Rosario, quien ve en el año electoral que vivimos las razones para que los exmandatarios busquen influir y “ganar cierto control sobre la burocracia, que es lo que mueve a la política en este país”. Sin embargo, resalta que teniendo en cuenta que el presidente Santos ha planteado un gobierno de Unidad Nacional, nadie quiere quedarse por fuera.
A su vez, la analista Claudia López considera que si bien los expresidentes son líderes naturales, “lo que se está viendo es una cierta dosis de oportunismo político, encabezada por Pastrana”, aunque a propósito de los escándalos, también influye que “están en pánico, ya que tienen rabo de paja y su popularidad es lo único que los protege”. “Por ley sólo se les debería pagar la pensión si se jubilan”, dice.
El fallecido presidente Alfonso López acotó una vez que el club de los expresidentes era “una figura antipática”. Falta ver qué tanta influencia tendrían en el gobierno de tercera vía que promueve Santos, donde confluyen uribistas, pastranistas y samperistas. Y eso que César Gaviria, otro exmandatario, ha preferido, por ahora, mantenerse al margen de la agitada marea política que vive Colombia por estos días.
Por El Espectador
