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La Amenaza "Bolivariana" ¿Una Historia Sin Fin?

Tanto los venezolanos como los colombianos fuimos, somos y seremos amantes de la paz. Por ello, cuando el Jefe de Estado de Venezuela hace un llamado a los militares, a las milicias y al pueblo de Venezuela a prepararse para la Guerra, surge una angustia justificada en ambos lados de la frontera.

Milos Alcalay*

10 de noviembre de 2009 - 04:39 p. m.
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Ésta amenaza no sólo es contra los colombianos, sino contra la mitad de la población venezolana definida por el Presidente como escuálida, "Quinta Columnistas" y apartida, además de los tres millones de venezolano-colombianos que viven en nuestro país.

Al violentar la soberanía Neo Granadina colocando un veto a los acuerdos Colombo-Norteamericanos para justificar sus amenazas, desvirtúa su especificidad y denuncia que se trata de instancias destinadas al magnicidio y a la ocupación de los pozos petroleros venezolanos , radicalizando su odio en contra de Uribe y del "Imperio", paradójicamente los principales asociados comerciales del país. Llama la atención que los voceros que denuncian estos acuerdos, silencian que el objetivo es la lucha contra las guerrillas y el narcotráfico.

Cuán lejos está la época en que Simón Bolívar unido a los Libertadores de nuestra América, soñaba en la consolidación de la Gran Colombia como parte de una unión de nuestros pueblos, en la que todos nosotros pudiéramos avanzar juntos!

Es cierto que después de 1830, las relaciones entre Venezuela y Colombia, han estado enmarcadas -en diferentes épocas- por tensiones. Pero siempre se procuraba solucionar las diferencias a través del dialogo directo, y si no se lograba, se procuraba que terceros países ofrecieran sus buenos oficios para normar los diferendos a través de acuerdos, o laudos arbitrales.

Nunca antes habían surgido tantas amenazas, y violaciones a las más elementales normas de cortesía diplomática. En vez de consolidar la confianza y la prevención de conflictos, se ha producido una dialéctica de confrontación permanente que parece querer crear un Muro precisamente cuando conmemoramos dos décadas de la caída del Muro de Berlín.

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La espiral del odio se da en situaciones como la "congelación" de relaciones; o la abrupta salida de la CAN, que constituye una cachetada a la integración; o la definición de que nuestras fronteras limitan con las FARC: o la exhortación hecha a los diplomáticos acreditados en Caracas de que la comunidad internacional debe definir a los guerrilleros Colombianos como fuerza "beligerante", o la movilización de diez batallones a la frontera por un conflicto entre Colombia y Ecuador. Todo ello ha ido construyendo un clima hostil que se agrava cada vez más.

La Comunidad Civilizada incorporó en la Carta de las Naciones Unidas por primera vez en la historia, la expresa prohibición tanto del uso de la fuerza, como de la amenaza del uso de la fuerza. De esta manera se dio una respuesta planetaria categórica a que nunca más se pudiera repetir la locura de Hitler y de sus aliados genocidas que llevó a millones de seres humanos al holocausto. Las instituciones internacionales no pueden permanecer indiferentes ante unas amenazas de guerra y confrontación bélica..

(*) Ex embajador de Venezuela en Naciones Unidas

 

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Por Milos Alcalay*

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