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¿La hora del Eln?: análisis de Rodrigo Pardo

¿Qué es distinto en el diálogo gobierno Petro-Eln? ¿Hay más optimismo o es más de lo mismo? Sin duda, existen condiciones distintas en este proceso en comparación a los que no funcionaron en el pasado.

Rodrigo Pardo
05 de diciembre de 2022 - 02:00 a. m.
Según Pardo, los diálogos de Caracas comienzan con las dudas de voluntad de paz del Eln.  / AFP
Según Pardo, los diálogos de Caracas comienzan con las dudas de voluntad de paz del Eln. / AFP
Foto: AFP - RAUL ARBOLEDA

El comienzo de los diálogos entre el Gobierno y el Eln ha estado rodeado de cierto escepticismo. Al fin y al cabo, delegaciones de varios países y de ese grupo guerrillero se han reunido bajo casi todos los cuatrienios sin que este haya tomado decisiones, como las que adoptaron en su momento el M-19, el Quintín Lame, la Corriente de Renovación Socialista o las Farc.

El Eln se ha ganado la imagen de que participa en los diálogos sin intención de llegar a la paz, sino como parte de su estrategia político-militar, que además está acompañada de la lucha armada. Después del ataque a la Escuela de Cadetes de la Policía General Santander, con un resultado conmovedor —23 jóvenes muertos—, el 17 de enero de 2019, buena parte de la opinión consideró que las posibilidades de una negociación de paz con esa guerrilla quedaban agotadas.

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Pero el presidente Gustavo Petro convocó al Eln para reiniciar el proceso que había quedado trunco, ahora dentro del concepto de la “paz total” y con un nuevo equipo negociador. ¿Qué es distinto? ¿Cuáles son los elementos que pueden infundir algo de optimismo? ¿Los hay?

El primero, desde luego, es la presidencia de Petro. Vale decir, de alguien que en algún momento creyó en la lucha armada, si bien se convenció después de que la política es una vía más adecuada para promover propuestas de cambio y ponerlas en marcha. Un líder político que ha sido elegido representante a la Cámara, senador y alcalde de Bogotá y presidente de la República. Y que ha sido el mandatario que más votos ha alcanzado en la historia del país: más de 11 millones en la segunda vuelta. Un miembro de la izquierda, en fin, que ha alcanzado posiciones que nunca estuvieron al alcance de sus compañeros y correligionarios.

Petro en la Presidencia constituye un elemento clave para explicar el proceso con el Eln. No porque la coincidencia ideológica (¿la hay?) facilita el diálogo, sino porque le da algo de viabilidad a un eventual acuerdo. Existen condiciones distintas en este proceso en comparación a los que no funcionaron en el pasado.

El presidente, además, ha agregado varios factores que incrementan la credibilidad en esta negociación. El nombramiento de Álvaro Leyva como canciller, por ejemplo, pues se trata de una persona con una fe evidente en la salida política al conflicto. Es claro que el nuevo gobierno considera que las opciones de éxito en los diálogos que comenzaron la semana pasada se fortalecen con una relación cercana a la Venezuela de Nicolás Maduro. Al fin y al cabo, la guerrilla colombiana ha contado con protección al otro lado de la frontera. El hecho es que esta “paz venezolanizada” puede resultar más viable.

Habrá que ver si la dimensión de lo que significa es suficiente para superar los problemas que ya se les conocen: radicalismo ideológico, utilización de la negociación como estrategia de la confrontación armada y divisiones internas sobre múltiples temas (incluido el de la conveniencia de terminar la guerra). Una larga lista, en fin, que ha dejado en claro que el fin de la confrontación con el Eln es más complejo que con los demás grupos alzados en armas. Lo cierto es que los desarrollos de la política en los últimos años han terminado de vaciar cualquier discurso de tolerancia con la lucha armada.

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Y hay otros elementos, como la escogencia del equipo negociador por parte del Gobierno y, sobre todo, la presencia de José Félix Lafaurie, una de las voces más críticas en el pasado de los diálogos con grupos guerrilleros. El presidente Petro ha dado señales de que conoce la realidad política con la composición de dicho equipo y la reapertura de relaciones con Venezuela. Y al alinear estas fichas deja en claro que la negociación con el Eln es una prioridad de su gobierno.

El diálogo que se inició entre el gobierno de Gustavo Petro y el Eln tiene, en fin, elementos nuevos. Y falta ver cómo se insertará en el concepto de “paz total”, sobre todo para tener más claridad sobre la factibilidad de las negociaciones. ¿Son más viables y producirán más resultados que los múltiples intentos del pasado para terminar el conflicto armado? En otras palabras: ¿la paz total es más factible que la paz parcial?

Lo cierto es que el presidente Gustavo Petro ha descubierto su estrategia y su visión del proceso de paz, y habrá que esperar para conocer cómo responderá el Eln. ¿Estará dispuesto a reconocer que hay nuevas realidades y que, en consecuencia, valdría revisar las suyas? Por ejemplo, ¿para firmar la paz?

Por Rodrigo Pardo

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