En el escenario nacional, es claro que desde que asumió la Presidencia, en la misma Casa de Nariño se ha manejado una estrategia que ha dado buenos frutos, no así en el contexto internacional, donde el Primer Mandatario es visto como un hombre de derecha, aliado de Estados Unidos y, con el curso de los últimos acontecimientos, un funcionario que privilegia la guerra antes que la solución negociada del conflicto.
La encuesta de la firma Gallup que mostró tan alto índice de favorabilidad para Uribe fue realizada justo durante el rompimiento de las relaciones con Venezuela, Ecuador y Nicaragua, luego del operativo que dio muerte a alias Raúl Reyes, el segundo hombre al mando de las Farc. Ese episodio fue celebrado por la mayoría de los colombianos, pero también muy cuestionado por otros países, que criticaron la violación de la soberanía ecuatoriana.
La reanudación de las relaciones diplomáticas durante la Cumbre de Río fue un momento de emoción nacional para quienes, desde sus televisores, aplaudieron los resultados que logró Uribe. "Fue fervor nacional", dice el analista político y profesor de Política de Seguridad y Defensa Nacional de la Universidad Externado de Colombia, Jairo Libreros. “Los uribistas confirmaron su simpatía y un sector pequeño que era indiferente cerró filas alrededor del Mandatario por ese sentimiento nacional”, agregó.
Para el politólogo y consultor internacional Fernando Giraldo, “el país nunca había visto al Presidente moverse así en el tema internacional. Eso le ayudó más a favorecer su imagen”. Otros analistas, como Elizabeth Ungar del programa Congreso Visible, creen que el fenómeno de la popularidad de Uribe es difícil de entender y además contradictorio. "No se entiende cómo la gente eleva la popularidad del Presidente y en la misma encuesta el 46% de los entrevistados responde que cree que las cosas están empeorando. No es la popularidad de sus instituciones, sino del Presidente”.
Pero quedó claro, en la Cumbre de Río y en la manera como se comportó Uribe durante la crisis, que en el Palacio Presidencial han entendido que había que moverse distinto en el plano internacional y que es hora de hablar de paz. Por eso, dice el analista Jairo Libreros, la intención de sentarse a hablar de paz con las Farc en este momento es una estrategia de impacto internacional. “Uribe se vio obligado a manejar el frente externo con una política humanitaria. Esa propuesta no está dirigida particularmente sino que se trata de un mensaje de tranquilidad a la comunidad internacional. Él es hábil, porque sabe que las Farc no van a aceptar y afuera van a ver su voluntad", explicó.
Palabras más palabras menos, se puede dceir que Uribe se dio cuenta en la Cumbre de Río de que defender la lucha contra las Farc no recibe el mismo apoyo fuera del país que dentro. Incluso, hay países que piensan que el grupo guerrillero ni siquiera debe ser calificado como terroristas.
Ahora, la Casa de Nariño dice que este es el momento oportuno para negociar con las Farc, luego de que han recibido dos fuertes golpes en los últimos días, uno contra Reyes y el otro contra alias Iván Ríos, asesinado por uno de sus hombres. Entonces, sale Rosemberg Pabón –director de Dansocial– y afirma que el Presidente le dijo que estaba dispuesto a sentarse a hablar de paz con la guerrilla.
Parte de la estrategia, según Elizabeth Ungar, es que este grupo guerrillero está debilitado en su liderazgo, prestigio y economía. “Y negociar con un actor debilitado puede rendir frutos”.
Por El Espectador
