“La política electoral colombiana no nos interesa”: director para América Latina de Open Society Foundations

El director regional para América Latina y el Caribe de Open Society Foundations, matriz de la organización del magnate George Soros, responde a las versiones sobre el apoyo al expresidente Santos, la izquierda colombiana, la minga indígena y la supuesta búsqueda de un nuevo orden mundial.

Hugo García Segura
08 de noviembre de 2020 - 02:00 a. m.
https://www.rightscon.org/rio/speaker/pedro-abramovay/
https://www.rightscon.org/rio/speaker/pedro-abramovay/

Para algunos sectores de la derecha radical colombiana, George Soros, el magnate húngaro nacionalizado en Estados Unidos, es algo así como un demonio. Le endilgan la estrategia de introducir y fomentar sus ideas socialistas en Latinoamérica a través de Open Society Foundations, matriz de una serie de entidades y portales informativos que trabajan, según su propia definición, por la construcción de “democracias inclusivas y vibrantes”.

Hablan, por ejemplo, del apoyo al expresidente Juan Manuel Santos, al hoy senador Gustavo Petro, a la minga indígena, a la supuesta impunidad para las Farc en el Acuerdo de Paz, a organizaciones de izquierda e incluso de ser el eje de la búsqueda de un nuevo orden mundial. El brasileño Pedro Abramovay, quien fuera secretario nacional de Justicia durante el gobierno de Lula da Silva, es director regional para América Latina y el Caribe de Open Society Foundations y en este cara a cara con El Espectador responde a todos esos cuestionamientos y más.

Más allá del resultado de la elección presidencial en Estados Unidos, ¿cómo analiza el impacto que pueda tener para Latinoamérica esa polarización extrema allá?

Hay algunos impactos, el más importante: que Trump representa un modelo autoritario, no valoriza las instituciones ni la democracia y, con ello, persiste un tipo de populismo que en muchas partes del mundo gana fuerza. Sin duda, tener en Estados Unidos a alguien así es muy grave, pero si se confirma su derrota, es un mensaje de rechazo fuerte para todos los populistas de América Latina. Después, desde el punto de vista de la política externa, hay que analizar la victoria de Trump en Florida. Tener la política externa de Estados Unidos basada en ganar o no Florida es muy peligroso y espero que eso se pueda cambiar, pensando en los intereses de toda la región.

En Colombia hubo un fuerte debate por la supuesta injerencia de políticos colombianos, y dicen que incluso funcionarios del Gobierno, a favor de Trump en Florida. ¿Esto podría tener consecuencias?

Espero que no exista retaliación alguna. Lo que sí no cabe en ningún país es interferir en la política interna de otro país. No creo que sea algo de políticos específicos, pero el tipo de desinformación que se hace cada vez más presente en América Latina —en Brasil, Colombia, Perú, Guatemala— es muy fuerte y está basada en WhatsApp, a través de redes de confianza que crean informaciones de que todos son comunistas o hablando de ideologías de género, por ejemplo. La desinformación que existe en América Latina, el hecho de que sea más por WhatsApp que en Facebook, genera una capacidad de que la noticia falsa crezca mucho antes y eso es mucho más grave. En Florida aparecieron grupos focales, en español, difundiendo las noticias falsas más absurdas. Eso sirvió para que Trump ganara allí.

Esos mensajes de castrochavismo y socialismo se impusieron en Florida. ¿Es una señal de alarma para una organización progresista como la que usted representa, especialmente hacia Latinoamérica? A la larga, Florida es algo así como una extensión de Suramérica…

Claro, nos preocupa muchísimo porque eso cierra el debate. Si la discusión gira en torno a si Biden es socialista, comunista o castrochavista o no, no estamos abordando los temas importantes, como por ejemplo lo del cambio climático. Esos temas se quedan escondidos detrás de mentiras completas. Y claro que hay preocupación con el autoritarismo en la región, que trata de imponer el debate con mentiras y contra grupos u organizaciones que tienen compromisos democráticos muy fuertes y establecidos. Ahí la política no es sobre el debate de ideas, sino sobre etiquetas mentirosas y eso es muy grave para la democracia.

Hay muchas teorías conspirativas alrededor de lo que hace Open Society Foundations en Colombia. ¿Cuál es su verdadero rol en el país?

Es un rol que nos da mucho orgullo porque es el de apoyar a la sociedad civil colombiana, a organizaciones que trabajan en temas específicos en defensa de la democracia, los derechos humanos, reducción de la violencia, anticorrupción, creación de políticas de seguridad y protección de víctimas, entre otros. Organizaciones importantes en Bogotá, pero también en zonas como la del Pacífico, que son claves para la democracia en su labor de control al Gobierno y trabajando junto al Gobierno, cuando es necesario. El apoyo que hacemos es transparente y no tiene nada que ver con teorías de conspiración que es, de nuevo, como cuando dicen que Biden es comunista, castrochavista o algo así.

Sin embargo, algunos sectores de la derecha, concretamente del uribismo, le temen a George Soros y su fundación y lo señalan de ser una amenaza para Colombia…

No creo que teman, lo que pasa es que algunos grupos, y eso es una lástima, ven en el apoyo a la democracia y la construcción de valores temas polémicos. Claro, es mucho más fácil hacer una fundación que no aborde esos asuntos porque son controversiales. Y por ejemplo, para atacar a las organizaciones que defienden los derechos humanos, a los movimientos afrocolombianos, a los que trabajan temas de justicia, a los que están fortaleciendo la democracia, en lugar de debatir con ideas, crean teorías de conspiración, que no significan atacar a George Soros. A él no le toca que sea cuestionado por grupos radicales en Colombia, pero eso sí afecta a esas organizaciones de la sociedad civil. Hay que dejar claro que esos ataques no son contra George Soros sino contra ellas, y son ataques cobardes, creando mentiras y teorías conspirativas.

Pero no se puede negar que Open Society Foundations sí apoya a grupos u organizaciones de tendencia de izquierda…

Apoyamos a las organizaciones no porque sean de alguna ideología específica, sino porque, justamente, están trabajando con temas claves en defensa de la democracia, la justicia o los derechos humanos, que no deben ser vistos como de izquierda o derecha. Nosotros también apoyamos, por ejemplo, a Manos Visibles, que es de la exministra Paula Moreno y no creo que ella sea considerada una persona de izquierda. Apoyamos igualmente un proyecto en la región Pacífica contra el COVID, que no es una cuestión ideológica. Hay un debate global enfocado en agendas específicas, como el cambio climático, la lucha contra la corrupción, la reducción de homicidios, la defensa de la democracia y algunos, para no debatir esos temas, los quieren ideologizar. Para nosotros lo más importante es que esas políticas funcionen y para eso apoyamos organizaciones de todo el espectro ideológico. Claro, van a intentar agarrar eso para intereses políticos, pero la política electoral colombiana no nos interesa.

¿No cree que esa estrategia de politización, que implica estigmatización de esas organizaciones, es lo que está llevando a lo que se vive hoy en Colombia: amenazas y asesinatos de líderes sociales y defensores de derechos humanos, entre otros?

Sin duda. Ese tema es tan central para la democracia colombiana, que nos preocupa a todos, no solo en su país sino en toda América Latina. Y eso no puede ser visto como un tema político. La protección de los líderes sociales es un tema de respeto a la Constitución de 1991, a los documentos internacionales de derechos humanos. Entrar a apoyar a las organizaciones que lo denuncian, que trabajan en protegerlos, es fundamental, pues la polarización y politización de esos temas —con mentiras y desinformación— generan un ambiente donde se miran esos asesinatos como si fueran un tema político y no de Estado, como realmente lo son.

Dicen desde la derecha en Colombia que George Soros está detrás de Gustavo Petro…

No es verdad, no hay ninguna relación. Le repito, a nosotros la política electoral colombiana no nos interesa. Apoyamos organizaciones de la sociedad civil que están en distintos campos del espectro ideológico colombiano, que son importantes en avanzar en temas como la lucha contra la violencia, contra la corrupción o en la defensa de los derechos humanos.

También dicen que financia al expresidente Juan Manuel Santos…

No es cierto. Aunque debo decir que tras salir de la Presidencia, él creó una fundación con la plata que ganó del Premio Nobel, Compaz, y nos mostró un proyecto que nos pareció importante, sobre la formación de líderes y la paz. Ahí sí le hicimos un apoyo.

Es sabido que Open Society respalda a organizaciones de minorías indígenas, ¿es cierta esa versión que estaría también detrás de la minga?

No, de la minga indígena no. Aunque muchas organizaciones que nosotros apoyamos defienden el derecho a la protesta; pero no es nuestro rol apoyar protestas, movimientos ni actos políticos.

Los mandatarios de Brasil y El Salvador se han mostrado incómodos con Open Society Foundations por su respaldo a medios de comunicación independientes…

En Colombia hemos apoyado, en general, proyectos de “La Silla Vacía”. Por ejemplo, uno que se llamó “La Silla Roja”, sobre homicidios en Bogotá. La idea apuntaba a tener notas sobre todos los asesinatos en la ciudad por un lapso de un año, hacerles seguimiento, ver qué pasaba con los procesos. Para nosotros, aparte de que en algunos lugares del mundo apoyamos prensa independiente, se trata de un trabajo en pro de la reducción de homicidios en Bogotá.

Open Society acaba de donar US$1 millón a la Alcaldía de Bogotá para un programa de atención a mujeres. Hay sectores que creen que hay un afecto especial por Claudia López, porque es considerada una mandataria progresista…

Eso es parte de un paquete de US$15 millones para la lucha contra el COVID en América Latina, donde trabajamos con organizaciones de la sociedad civil. Pero a veces escogemos algunos gobiernos en el mundo, algunas alcaldías, porque creemos también que el rol del Estado en la recuperación de la pandemia es muy importante. Lo hicimos en Milán, Budapest, Nueva York y América Latina seleccionamos cuatros casos: Ciudad de México, dos ciudades en la Amazonia brasileña, una de ellas con gobierno de centro-derecha, y en Colombia nos encantó el proyecto del Sistema Distrital de Cuidado, que mira el tema de la economía del cuidado; o sea, las mujeres que tienen ya una carga de trabajo mucho más grande que la del hombre a partir de las labores domésticas, con las escuelas cerradas y la atención a los hijos. Tener políticas públicas para eso es clave. Es un programa que puede ser inspirador para toda la región y no importa quién esté al frente de la Alcaldía.

“El Nodo”, un portal de derecha, hablaba hace algún tiempo de un apoyo al presidente Iván Duque y de negocios con Marta Lucía Ramírez…

No conozco de los negocios de George Soros, que no tienen relación con la Fundación. Y la verdad, la credibilidad de la noticia o del sitio dice más. No hay vínculos de Soros con políticos colombianos, no existen, ni con el presidente Duque ni con nadie. Lo que sí trabajamos con el Gobierno, no financiando directamente pero sí discutiendo medidas, fue el apoyo a migrantes en Cúcuta y en pensar cómo apoyar funciones en el tema de salud de estos. Para nosotros, cuando el tema es de cómo ayudar y pensar en políticas públicas inclusivas, quién esté en el gobierno no es relevante. Si hay apertura para políticas que sean democráticas, nos interesa discutirlas. Por eso recalco que es muy importante separar las políticas públicas de la política electoral. Ahora, nosotros sabíamos que apoyar proyectos de Estado iba a generar polémica, porque no es fácil decir: con un Estado no nos metemos, pero resulta que el Estado es el agente de transformación y si queremos ayudar a Colombia, por ejemplo, en la pandemia, tenemos que sentarnos con él. Si queremos pensar en políticas migratorias, nos tenemos que sentar con el Estado. De hecho, todo nuestro trabajo de reducción de homicidios siempre ha sido hecho apoyando a las organizaciones que producen datos, que generan investigaciones, pero siempre también con la Fiscalía. Por eso creo que es valiente el no escapar de la polémica, que porque eso va a generar “fake news”, pero esa es la marca de Open Society. Hay un costo por esa labor y la reacción no puede ser parar de trabajar en esos temas para asumir otros que no sean polémicos o decir: con el Estado no nos metemos. Incluso eso aumenta la desconfianza que la gente tiene con el Estado.

Por cierto, ¿actualmente tienen programas en Venezuela?

Sí, muchos. Por ejemplo, en la pandemia, apoyamos un proyecto que beneficia a 14.000 niños frente a la crisis alimentaria y con medicamentos, y apoyamos a muchas organizaciones de la sociedad civil. La crisis venezolana es muy dura y esa presencia es importante.

Una presencia que ayuda a la estigmatización en su contra…

Sin duda, y ahí los ataques que vienen de la derecha o la izquierda. Eso muestra que no es una cuestión de verdad ideológica contra George Soros, pero utilizan a Open Society para atacar a esos grupos que están haciendo un trabajo de defensa de la democracia en estos países. Sucedió en Hungría y Rusia. Es un fenómeno global utilizar a George Soros como razón para esos ataques, que vienen de grupos autoritarios.

¿Qué papel jugó la fundación en el proceso de aprobación de la regulación del consumo de marihuana en Uruguay? Se dice que el envío de dinero desde el extranjero permitió que rápidamente se adoptaran posturas radicales a favor de la legalización…

Open Society trabaja el tema de políticas de drogas desde hace mucho tiempo. Trabajó en Estados Unidos cuando el tema era un tabú, aunque esta semana se ha visto un cambio en una nación que ha sido centro de la guerra contra las drogas. En muchas partes del mundo defendemos esos cambios hacia una política que no sea de guerra, no genere violencia y tenga la salud como epicentro. En Uruguay, apoyamos algunas organizaciones de la sociedad civil que fueron importantes en la campaña de la regulación responsable, pero no hubo un apoyo directo al gobierno ni algo así. Algunas de esas organizaciones tuvieron un rol importante en el tema, en el debate de la cuestión del modelo y eso ha sido un ejemplo para la región.

¿Y hubo también apoyo en los movimientos proaborto en Chile y Argentina?

Open Society apoya a organizaciones feministas, no es que sea apoyo específico a ese tema. En Argentina apoyamos algunas de ellas y en Chile, más importante que ese tema, el hecho de que la Constituyente vaya a tener paridad de género es una conquista del movimiento feminista. Otra cosa: la lucha contra el feminicidio hace parte de una agenda amplia que respaldamos.

¿Jugó la Fundación un papel preponderante en el Acuerdo de Paz con las Farc? La derecha afirma que su capital desde el exterior permitió la rápida impunidad que llevó a la ahora exguerrilla a saltar desde la ilegalidad y el narcotráfico al Congreso…

No jugamos un rol claro ni directo, no tendría sentido. Ahora, algunas de las organizaciones que apoyamos, como Dejusticia o Ideas para la Paz (FIP), tuvieron una participación importante en el proceso, como sociedad civil.

¿Por qué se tiene la concepción de que la defensa de los derechos humanos y de la democracia es un tema de izquierda?

La Constitución de 1991 en Colombia, la del 88 en Brasil o la de Argentina, que hablan de derechos humanos e inclusión, no son documentos de izquierda o de derecha. Lo que está pasando es justo por personajes autoritarios que han ganado la atención en la opinión pública y, a partir de “fake news”, buscan dar otro sentido a lo que significa izquierda y derecha, y lo que significan los derechos humanos. Hay que sacar esos temas de la disputa ideológica y partidista. El Estado laico, los derechos de las mujeres, la no discriminación y el antirracismo son temas claves para todos los países de la región, y las dictaduras son dictaduras de derecha o de izquierda, y son en contra de la democracia. De hecho, volviendo al comienzo, creo que la votación de Biden implica un rechazo a lo que significó un gobierno que trató de meter en la polarización temas que antes estaban fuera de ella. Que eso sea una señal de cambio para el debate global.

¿Ha habido amenazas contra personal de Open Society?

Nosotros estamos seguros, pero nos preocupan las amenazas que sí vemos todo el tiempo contra los grupos que apoyamos. Esa es la parte débil, que utilicen eso para atacarlos, en Hungría, la Amazonia, Brasil, Colombia o México. Esa violencia que se ve en internet, ese odio, puede derivar en ataques físicos y eso es muy peligroso.

A George Soros le endilgan estar detrás de la instalación de un nuevo orden mundial…

Son puras fantasías. Si uno mira, lo que estamos discutiendo acá es volver a un orden mundial donde la democracia, la justicia y la libertad puedan ser valores universales. No es imponer constituciones nuevas ni órdenes mundiales nuevos. En Colombia, se trata del respeto y la aplicación de la Constitución del 91, y no de pensar en ese tipo de fake news.

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Orlando(28932)08 de noviembre de 2020 - 11:48 a. m.
Los colombianos debemos entender lo mal que nos hace ver el uribismo en el exterior con su política totalitaria y extremista, con su cantidad de mentiras que solo pretenden hacer sentir miedo y queriéndose ver a ellos mismos como los salvadores
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