Las cuentas “alegres” de los partidos

Todos los partidos tradicionales (Liberal, Conservador, la U y Cambio Radical) sacan pecho y reclaman el triunfo. ¿Y las coaliciones qué?

-Redacción Política (politicaelespectador@gmail.com)
29 de octubre de 2019 - 11:00 a. m.
Datos de la Registraduría indican que 24 gobernadores y 14 alcaldes de ciudades capitales fueron electos por coaliciones. / Cristian Garavito - El Espectador
Datos de la Registraduría indican que 24 gobernadores y 14 alcaldes de ciudades capitales fueron electos por coaliciones. / Cristian Garavito - El Espectador

Un día después de las elecciones de autoridades locales y regionales llega la hora de los análisis y cada quien, calculadora en mano, hace sumas y restas, buscando sacar conclusiones para entender aciertos y errores. Los analistas y la opinión pública hablan de ganadores y perdedores, pero los partidos políticos tienen sus propios balances. (Ver infografía al final) 

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Lo primero que hay que decir es que los llamados tradicionales —Liberal, Conservador, la U y Cambio Radical— se han declarado victoriosos. Para el Centro Democrático, al que muchos ven como el derrotado, se ve un crecimiento en concejos y asambleas, aunque los grandes objetivos no se alcanzaron. La Alianza Verde saca pecho con su triunfo en Bogotá, y otras colectividades, como el Polo, el MIRA, el MAIS, AICO y Colombia Justa-Libres, hacen de tripas corazón, como dice el adagio.

Pero hay temas para tener en cuenta en esas interpretaciones. Si bien algunos de los candidatos ganadores pueden ser reconocidos como miembros de una colectividad u otra, su inscripción fue hecha en nombre de una coalición con otras fuerzas. La pregunta es: ¿se puede reclamar ese triunfo como propio por parte de la colectividad de origen? Por supuesto, ellos dirán que sí, pero los demás integrantes de la alianza dirán que también pusieron votos.

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De ahí que las cifras de unos y otros sean tan diferentes. Incluso, la Misión de Observación Electoral (MOE) ha advertido de problemas en la reglamentación de esas coaliciones, entre ellos, la responsabilidad de cada uno de los partidos coaligados. Aunque exista un aval principal, lo que bien puede resolver los asuntos jurídicos, en lo político es otra cosa.

Un ejemplo es Elsa Noguera, ganadora en la Gobernación del Atlántico, que es de Cambio Radical, pero su aval contó con la participación del Centro Democrático y los partidos Liberal y Conservador. Eso sí, el primero lo considera como triunfo propio. De hecho, en su reporte de resultados, Cambio Radical se proclama como “la primera fuerza política del país a nivel regional”, contando un total de 16 gobernaciones y siete alcaldías de ciudades capitales.

En concreto, dice que fueron cinco gobernaciones propias y once en coalición, y cuatro alcaldías con candidato propio y tres en coalición. “Estos resultados son consecuencia del trabajo que por años este partido ha realizado con esfuerzo y dedicación, demostrando con hechos que sí ejecutamos y le cumplimos a los colombianos”, señaló al respecto el director de la colectividad, Germán Córdoba. ¿Realmente es así? Una mirada detallada a los resultados muestra que todas las victorias en gobernaciones de Cambio Radical fueron yendo en coalición, mientras que en ciudades capitales pueden reclamar como propia a Barranquilla, donde ganaron con Jaime Pumarejo y San José del Guaviare, con Ramón Guevara.

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El panorama se repite con los demás partidos tradicionales, como el Conservador, que asegura que fue el que obtuvo la mayor votación en alcaldías en el país, asumiendo como propias las victorias en Montería, Ibagué, Quibdó y Tunja. Y en cuanto a gobernaciones, en Tolima, Guaviare, Bolívar, Caquetá, Norte de Santander y La Guajira. “Triplicamos el número de mandatarios electos para esta corporación, frente a dos gobernaciones obtenidas en el 2015”, dijo Ómar Yepes, presidente de su Directorio Nacional.

Pero resulta que, en lo referente a este último ítem, con único aval de los azules solo ganó Arnulfo Gasca, en Caquetá. Los demás fueron en coalición con otras fuerzas, así esos candidatos triunfadores hayan nacido a la política en las huestes conservadoras. Y en Alcaldía, solo en Ibagué, con Andrés Hurtado, estuvieron solos. Lo mismo ocurre con el Partido Liberal, que en su balance considera como suyas siete gobernaciones: Córdoba, Sucre, Meta, Chocó, Antioquia, Huila y Quindío, al tiempo que asegura haber sido el más votado para alcaldías, concejos y asambleas en toda Colombia. Sin embargo, los datos muestran que ganó con aval único en Córdoba, con Orlando Benítez, y en Sucre, con Olimpo Espinosa. Y solo Leticia como Alcaldía de ciudad capital, con Jorge Mendoza.

En los rojos, un claro ejemplo del candidato ganador con firmes raíces en la colectividad, pero que se fue en coalición, es Aníbal Gaviria, el hoy gobernador electo de Antioquia, que inscribió su aspiración por un movimiento ciudadano, y a su lado estuvieron, además de los liberales, Cambio Radical, la Alianza Verde y la U.

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Por cierto, otro que reclama el triunfo es este último partido, la U. En sus cuentas dice que en número de gobernaciones, pasaron de siete, hace cuatro años, a quince en la actualidad. “El trabajo de recomposición regional, diálogo con las bases y un mensaje con ideas y sin odio ni polarización, logró calar en los colombianos”, manifestó su director, Aurelio Iragorri. Pero en realidad, con candidato propio ganó la Gobernación de Guainía, con Juan Carlos Iral. De resto fueron alianzas.

El ejemplo aquí puede ser Clara Luz Roldán, la nueva gobernadora del Valle, ficha de la actual mandataria departamental, Dilian Francisca Toro, una de las “baronesas” electorales de la U, que en su aspiración estuvo acompañada también por Cambio Radical y los liberales. Por otra parte, el Centro Democrático, con aval único, ganó las gobernaciones de Casanare y Vaupés. Y los verdes ganaron con varias alianzas, pero ni un solo departamento en solitario, aunque sí pueden reclamar como propios los triunfos en las alcaldías de Manizales, Florencia y Cúcuta. La realidad muestra entonces que las coaliciones se impusieron, algo que más que crisis de los partidos puede leerse también como el afianzamiento de una clase política que ha entendido la necesidad de unirse, con quien sea y como sea, cuando de mantener el poder se trata.

Por -Redacción Política (politicaelespectador@gmail.com)

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