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“Las formas en las que podemos ser agredidas se han ido sofisticando”: Artemisas

A propósito de la conmemoración de la lucha por eliminar la violencia contra las mujeres, hablamos con Juliana de la Torre, directora ejecutiva de Artemisas. En esta entrevista, enfatizó en los estragos que las violencias siguen desencadenando el los liderazgos femeninos.

Laura Angélica Ospina

26 de noviembre de 2021 - 05:11 p. m.
Juliana de la Torre, directora ejecutiva de Artemisas, insiste en que el recrudecimiento de la guerra y la falta de garantías por parte de los partidos políticos, son dos factores que impiden la participación total de las mujeres en la política.
Foto: Cortesía
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La violencia contra las mujeres aún no da tregua. En lo que va del año, se estima que, en promedio, cada mes asesinan a 50 mujeres, convirtiéndolas en víctimas de feminicidio. En la política, las condiciones no son mejores: si bien los feminicidios no son el pan de cada día en este campo, los ataques verbales y las amenazas han hecho que regrese el miedo y, con él, un efecto dominó que mengua la participación de lideresas en la política. Por todo esto y en conmemoración del mes de la Eliminación de las Violencias Contra las Mujeres, El Espectador conversó con Juliana de la Torre, directora ejecutiva de Artemisas.

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La organización promueve la participación política con enfoque de género y ha liderado, junto a otras, la búsqueda por la paridad. Sin embargo, también se ha enfrentado a los obstáculos de la violencia para consolidar una democracia plena para las mujeres. De la Torre cuenta cómo está el panorama y ahonda en Red Unidas, un espacio que congrega a 240 organizaciones y individuas de América Latina, el Caribe y Alemania, y cuyo objetivo es hacer un diagnóstico profundo sobre las estrategias que utilizan las organizaciones para combatir las violencias.

La conmemoración por la no violencia contra las mujeres es una muestra del vínculo que han tejido cientos de mujeres y organizaciones para hacerle frente a este fenómeno. ¿Qué observa que ha cambiado?

Hace 40 años, en el primer encuentro feminista latinoamericano que se celebró el julio de 1981, 260 mujeres caribeñas, latinoamericanas, norteamericanas, y europeas, se reunieron para hablar de diferentes temas, sobre los sueños y las frustraciones del movimiento, y también para empezar a robustecer una agenda colectiva para América Latina. En ese espacio se dijo que todos los 25 de noviembre se iba a conmemorar el Día Internacional de la No Violencia Contra las Mujeres. Se escogió esa fecha porque conmemora el asesinato de las tres hermanas Mirabal por ser opositoras fueron opositoras a la dictadura de Trujillo en República Dominicana. Por hacer oposición terminaron torturadas, secuestradas, violentadas sexualmente, y finalmente asesinadas el 25 de noviembre de 1960.

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Desde ese entonces se conmemora esta fecha en un panorama que no ha cambiado mucho: vemos que la violencia y las formas en las que podemos ser agredidas se han ido sofisticando. Esto responde a que hay un componente muy importante y es la incursión de las redes sociales como un canal y formato en el que las mujeres estamos siendo violentadas constantemente y que esas violencias que antes sufríamos de acoso, abuso, guy guiding o mansplaining, entre otras, las seguimos sufriendo en el espacio análogo, pero también en el espacio digital.

Eso se está haciendo mucho más evidente en la generación que se ha vuelto influencer, en las feministas que han ocupado con mucha fuerza las redes sociales, que empieza a organizarse en el mundo digital de una manera muy interesante, a viralizar las acciones que se llevan a cabo en Argentina, Chile, México, Estados Unidos, y en Colombia con la ola verde actual, del movimiento Causa Justa por la despenalización del aborto.

Con la conmemoración actual, el 25 de noviembre más que una conmemoración, es un recuerdo y una memoria viva de que nos siguen asesinando, que el panorama no está fácil y menos en un país como Colombia que está viviendo el recrudecimiento del conflicto armado interno en territorios que no son las ciudades principales, sino en lugares donde la guerra sí había disminuido gracias a la implementación en teoría del Acuerdo de Paz.

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Desde el trabajo que hacen en Artemisas, ¿cómo está volviendo el conflicto armado a afectar a las niñas y mujeres?

La guerra está totalmente atomizada, con actores armados amenazan la vida, la integridad sexual de las mujeres, su libertad. Por ejemplo, estamos viendo un recrudecimiento en temas como reclutamiento a chicas: las bandas criminales las utilizan como “campaneras” para que avisen cuando está llegando la Policía. Entonces, desaparecen durante la noche y al siguiente día pueden regresar a sus casas. También, estamos viendo una amenaza muy fuerte en contra de las lideresas sociales por una estigmatización que se volvió más crónica a raíz de las movilizaciones a principios de este año. Los ataques a ellas las ha obligado a cambiar su forma de vestir, a volverse mucho más bajo perfil, a aprender a disparar para sentirse seguras, a vivir el trauma psicológico por las violencias.

Y las violencias que se evidenciaron con mas fuerza durante la pandemia tampoco han acabado...

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También nos encontramos con otras violencias que, después de dos años de pandemia, sucedieron en la casa, con la familia, que en teoría debía ser el espacio seguro para nosotras. Hemos observado que es allí donde se ejercen más violencias en los últimos dos años. Los feminicidios no paran. En junio se contaron a 62 mujeres asesinadas, en agosto se registraron 54 mujeres asesinadas, en octubre fueron 50, y así las cifras oscilan en más de 50 mujeres mensualmente, con departamentos muy específicos en los que más sucede esto, como Antioquia, Valle del Cauca, Cauca, Norte de Santander y Bogotá, territorios donde ha habido presencia histórica de conflicto armado y de un machismo y patriarcado muy fuerte.

La conmemoración llega también en medio del escenario electoral. ¿Cómo describe las afectaciones actuales a las políticas por cuenta de tanta violencia que no para?

Esta conmemoración adquiere una relevancia vital en este momento en Colombia porque estamos en un período electoral. Vemos que las mujeres que han decidido lanzarse a la política, están siendo atacadas en redes sociales, en los territorios, están siendo amenazadas por los grupos armados para que dejen de ser lideresas sociales, han cumplido con introducir un miedo generalizado en las mujeres. Es una realidad: si las mujeres se convierten en lideresas están expuestas a que las violen, las maten, a que los hijos estén en constante amenaza. Eso, por supuesto, amenaza con la consolidación de la paz en Colombia pues no existe democracia sin mujeres. En ese sentido, las mujeres todavía no tenemos las garantías ni la seguridad para participar.

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¿Qué es la Red Unidas y qué busca?

La Red Unidas es una red que se funda desde el Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania. De ella hacen parte 240 integrantes de América Latina, el Caribe, y Alemania. Tiene como objetivo promover la articulación y el diálogo. Las integrantes de la red son organizaciones que trabajan en derechos humanos, que son activistas, feministas, mujeres que están en diferentes orillas de trabajo, pero que en Red Unidas se encuentran. Este tejido acompaña y apoya movimientos que defienden los derechos de las mujeres y la equidad de género, para consolidar una fuerza colectiva en contra de las discriminaciones y de las violencias.

El capítulo Colombia inició hace un año con sesiones virtuales y hace dos días fue el primer encuentro presencial. Nos juntamos para reflexionar sobre dos cosas: por un lado, para conversar sobre los 40 años de las vindicaciones de las mujeres, con dos paneles (sobre la memoria de la movilización de las mujeres, qué hemos logrado en términos de leyes y de memoria colectiva, y para hablar sobre la violencia política, que sufren también las diversidades sexuales y los movimientos racializados). Hablar sobre las mayorías oprimidas que somos las mujeres indígenas, campesinas, lesbianas, trans, que no somos el 50 % de la población sino que, si sumamos a esas mayorías sociales, somos más.

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Nos reunimos mujeres que venían de diferentes lugares de Colombia para hablar sobre las acciones colectivas que podemos hacer, hacia dónde vamos como red, y qué trabajo está haciendo cada organización, cada activista en los territorios.

Red Unidas está haciendo un diagnóstico para incidir en la eliminación de las violencias. ¿De qué trata?

Firmamos un manifiesto para incidir en varias cosas, entre ellas que Colombia tenga un ingreso mínimo vital, una renta básica necesaria para disminuir el ciclo de violencia machista y patriarcal. También buscamos articularnos en torno a los derechos sexuales y reproductivos, mejorar los mecanismos con los que se están recolectando datos. Por otro lado, mejorar los programas de inserción laboral para las mujeres víctimas de violencia pues en este momento es muy ineficaz y no hay datos claros que nos permita identificar qué está sucediendo con estas mujeres.

Asimismo, queremos promover una regularización a las mujeres que están con estatus irregular en Colombia. Esto es vital porque somos un país al que llegan muchas mujeres migrantes y hemos tenido migración interna por causa del conflicto armado. También, queremos implementar medidas de protección y prevención frente a la red de trata de personas y estamos pidiendo que se incremente las fuerzas para identificar quiénes son los responsables. Lo otro es apoyar a las organizaciones de mujeres que trabajan en la prevención y atención a mujeres víctimas de violencia, con fondos que garanticen que su labor pueda ser cumplida. Hacemos un llamado a cooperación internacional porque la implementación del Acuerdo de Paz está en crisis y seguimos necesitando que se acompañe a las organizaciones de mujeres y se les apoye financieramente.

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¿Qué han encontrado hasta ahora Artemisas y cuándo estará listo el diagnóstico?

Como somos 240 integrantes de la Red Unidas, todavía estamos haciendo el diagnóstico, entonces aún no tenemos los resultados. Estará listo el próximo año, pero el trabajo de este año de todas las organizaciones ha dejado una conclusión clara: se ha recrudecido el conflicto armado , una estigmatización muy fuerte a las lideresas sociales y por ende la disminución de los liderazgos que quieren aspirar a la política.

Nos encontramos con el ejercicio de liderazgo muy amenazado, en términos de los pueblos étnicos. Estas población llevan a sus hijos e hijas en un proceso de formación para hacer relevo generacional y una herencia de liderazgo que, desafortunadamente, se ha visto vulnerado. Esto es bastante grave porque rompe el tejido social por completo.

De igual forma, vemos cómo muchas mujeres tienen miedo de lanzarse a escenarios electorales. Eso es muy complejo y lo debemos monitorear en las elecciones de 2023 porque una cosa son las elecciones nacionales y otra muy distinta son las elecciones locales. En este último, las mujeres que quieren aspirar a cargos de elección popular son pocas y están muertas del susto.

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La situación es grave. ¿Para qué servirán esos resultados?

La idea del diagnóstico es ampliar las acciones, definir hacia donde vamos porque ese diagnóstico nos va a dar luz. La Red Unidas funciona a partir de una conexión entre las experiencias individuales de quienes la conforman y las experiencias organizativas. Entonces, este mapeo busca entender las estrategias que se han implementado para combatir la violencia contra las mujeres en América Latina, el Caribe y Alemania.

Los resultados nos servirán para identificar las violencias que están más vigente, como la física, la verbal, la psicológica, la simbólica, la institucional, entre otras. También nos servirá para saber qué estrategias para combatir este fenómeno son las más usadas en América Latina, si es la denuncia, la asesoría legal, si es el acompañamiento psicológico, y qué lecciones se han aprendido y cómo se puede ofrecer, desde la Red Unidas, un fortalecimiento, un intercambio entre mujeres y organizaciones.

Otro tema que han tocado desde Artemisas es el cambio generacional de las lideresas que incursionan en la política. ¿Qué papel tuvo el Paro Nacional en ese giro generacional?

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La movilización social de este año tuvo un importante avance y es que fue nacional realmente, se desplegó en los territorios con sus propias dinámicas. El Paro Nacional tuvo también la particularidad de reportear en vivo lo que estaba pasando en las calles. En este contexto, muchas lideresas que habían sido visibles en sus territorios se volvieron mucho más visibles y en ese sentido en una amenaza para el Estado y para los grupos armados.

Te encuentras con lideresas en el Norte del Cauca que dicen abiertamente que se han dejado de vestir como lo hacían antes, con camisetas de la movilización, porque no quieren ser tan visibles. También hay historias de lideresas que se escondían en las duchas de sus casas, esperando a que llegaran a matarlas. Aunque los procesos comunitarios tratan de protegerlas, al final quedan totalmente expuestas cuando vuelven a sus casas porque no hay una respuesta eficiente por parte de la Unidad Nacional de Protección. En un país donde hay tantos liderazgos amenazados es muy difícil que el Estado logre garantizar que todos tengan esquemas de protección, pero eso los deja expuestos a ser asesinados.

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Otro tema que hemos seguido desde Artemisas es la violencia política que las mujeres sufren al interior de sus partidos, cosa que no es nueva y que, además, se ha incrementado con las listas paritarias. En la campaña de Paridad Ya, ya sabíamos que uno de los riesgos en un primer momento de implementación es que las violencias se incrementan porque los partidos están desesperados por conseguir candidatas al costo que sea. Eso hace que terminen muy usadas, estigmatizadas, que las pongan en constante defensa y reivindicación de su sujeto político para hacerse un espacio y reiterar que ellas no son relleno.

Además de esto, debo volver al tema de que hay un recrudecimiento de la guerra en muchos territorios, lo que genera un temor generalizado por la presencia de estos grupos. En este contexto, para las mujeres hay una amenaza adicional que es la violencia contra sus cuerpos y el riesgo de ser violadas o violentar a sus hijos. Esto es especialmente problemático porque el susto de una lideresa visible produce en el resto de su organización un efecto dominó para con el resto. Eso desincentiva por completo la participación política de las mujeres.

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A la par de esto, en las ciudades hay otro fenómeno más fuerte y es la violencia en línea. Son hostigadas no solamente por parte de sus partidos políticos, sino también por el silencio que hay por parte de sus estructuras porque no se pronuncian. Es necesario que los candidatos y militantes de los partidos alcen la voz para rechazar los ataques a sus copartidarias. Esto es importante porque hay un ejercicio de quitarle la agencia a las mujeres y eso agota a las que están haciendo política.

El problema también radica en la dependencia económica...

También le hemos hecho seguimiento a la autonomía económica de las políticas desde sus inicios. Es un tema del que no se habla lo suficiente, pero es necesario hacerse la pregunta: ¿de qué viven los líderes y las lideresas sociales? Estas mujeres están precarizadas. Si antes de la pandemia eran pobres, después de la pandemia lo son mucho más. No tienen empleo, han estado trabajando en el sector informal toda la vida y con la lógica de la pandemia esto se agrava. Entonces, como debe primar el ingreso de recursos, las mujeres en busca de trabajo se alejan del escenario político y dejan atrás sus liderazgos. Nos encontramos con muchas que fueron lideresas increíbles y que ahora están trabajando en un restaurantes o en casas de familia. Si antes les veíamos una fuerza impresionante, ahora están sobreviviendo porque tampoco cuentan con el apoyo de sus colectividades.

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Volviendo a los nuevos liderazgos, ya casi se realizan las votaciones a los primeros Concejos Municipales de Juventudes. ¿Qué han encontrado en el trabajo con las jóvenes?

Se ha dado un fenómeno de nuevos liderazgos muy jóvenes. Son chicas que tienen 14 o 20 años, que emergieron del Paro Nacional en diferentes regiones. Son chicas que empezaron a darse cuenta de lo duro que es hacer política electoral. Creo que hay dos generaciones: la de las lideresas tradicionales, que llevan muchos años en este campo y que están cascadas por todos lados por cuenta de las múltiples violencias que resisten, y las mujeres jóvenes que han surgido en el marco de las movilizaciones. Son chicas politizadas, inteligentes, que todavía son ingenuas porque hasta ahora se están encontrando con la política de este país, pero con muchas ganas de cambiar el país.

¿Cómo la Red Unidas va a sumar a la resistencia para eliminar la violencia contra las mujeres?

Siempre puede ser difícil entender la lógica de una red. Pero creo que Red Unidas va a aportar en el conocimiento de las prácticas más comunes en América Latina para prevenir y abordar la violencia contra la mujer. Esto será importante para entender cómo estamos reaccionando frente a esta problemática. Y en segundo lugar, servirá para conocer cuáles son las violencias que más se están abordando en las organizaciones. Y como hay tanta diversidad en el espectro, entender esto es importante porque podremos tener en nuestras manos un mapa claro de las violencias más comunes para hacerles cara. Así este tema no haga parte de nuestro ADN desde Artemisas, hemos tenido que enfrentarnos a él para acompañar a cientos de mujeres. Todo esto servirá para enfocar el sentido de las organizaciones feministas en la región.

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En Artemisas hemos visto que a pesar que hay varios espacios para las mujeres, no hay tantos enfocados en la participación política de nosotras. Seguimos sin saber cómo funciona la arquitectura democrática de Colombia. No saberlo hace que se perpetúen las lógicas de poder que nos excluyen. Puede que den herramientas prácticas para hacer estrategia electoral, pero no tienen una noción de por qué hablamos de democracia feminista. Eso ha sido muy lindo en las giras que hemos hecho: estuvimos tres meses viajando por Colombia, acompañando los procesos de 300 mujeres (150 que iban para los concejos municipales de juventud y 150 lideresas sociales). En estos años hemos visto la fuerza que tiene hacer una red, reencontrarse con la otra y dejar de sentirse tan sola. Eso son los feminismos.

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