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Prefiere guardar silencio, más tratándose de palabras elogiosas que vienen de las Farc: “Quisiéramos solicitar a la señora Marleny Orjuela, esa incansable y valiente mujer dirigente de Asfamipaz, que acuda a recibirlos en la fecha acordada”, decía en uno de sus apartes el comunicado de la guerrilla divulgado el domingo pasado, en el que anuncia la decisión de liberar a los 10 uniformados secuestrados que aún mantienen en su poder y proscribir la práctica del secuestro extorsivo como método de financiación de su lucha armada.
“Recibo con respeto la decisión de las Farc de incluirme en el grupo que va a recibir a los militares y espero que los señores del Gobierno Nacional y de Colombianos y Colombianas por la Paz estén de acuerdo, pero lo importante es la liberación de nuestros seres queridos”, dice con firmeza doña Marleny, como la conocen los cientos de familiares de secuestrados, de la Fuerza Pública o civiles, que alguna vez la han contactado buscando ayuda para el regreso de los suyos.
Una lucha que empezó hace más de 13 años, cuando su primo, el patrullero Alexánder Zambrano, cayó en poder de las Farc tras la toma de la base antinarcóticos de Miraflores (Guaviare) en agosto de 1998. Y aunque la liberación de Zambrano se dio en junio de 2001, ya ella se había metido de lleno en la consolidación de la Asociación Colombiana de Familiares de Miembros de la Fuerza Pública Secuestrados (Asfamipaz) y había prometido que descansaría hasta que todos los uniformados plagiados recobraran la libertad.
No tiene escoltas y no la frenan los insultos y señalamientos de quienes la acusan de ser “colaboradora de la guerrilla”. “Cualquiera que hable de paz en este país y la exija es considerada terrorista”, dice con rabia en los labios. Rabia que también expresa en sus críticas a los medios de comunicación que, asegura, siempre quieren hacer un espectáculo con las liberaciones o cuando advierte que en Colombia hay secuestrados de primera, segunda y hasta décima categoría.
Fue ella quien se adentró hace algunos años en lo profundo de la selva para traer pruebas de supervivencia de los secuestrados y comprobó la existencia de verdaderos campos de concentración de las Farc, donde los cautivos permanecían encadenados por el cuello, enfermos y casi moribundos. Fue ella quien se enfrentó al Mono Jojoy y tras exigirle la liberación de todos los plagiados le preguntó con firmeza: “¿Cómo se atreven todavía a hablar de dignidad?”.
Hoy, también como vocera del Colectivo de Colombianos y Colombianas por la Paz, Marleny Orjuela prefiere ver una luz de esperanza con el anuncio de la guerrilla de la liberación de todos los plagiados y el fin del secuestro extorsivo. “Es muy importante el anuncio de entregarlos a todos, después de una larga lucha libertaria de 13 años en las calles, en tomas pacíficas y en marchas. Hemos recorrido el país y hasta a las zonas de guerra hemos ido. Creo que esto es un buen resultado para nuestra lucha, aunque no olvidamos a aquellos que quedaron en el cementerio por una u otra razón”, expresa.
Y agrega: “Cuando las Farc dicen que no vuelven a secuestrar, es una alegría para nosotros y para todo el país. Ojalá que sea realidad y el principio del camino a un diálogo entre guerrilla y Gobierno”. El siguiente paso, cuenta, es definir los protocolos, en lo cual ya se trabaja entre los gobiernos de Colombia y Brasil, la Cruz Roja Internacional y Colombianos y Colombianas por la Paz. Una vez ellos estén listos, se harán públicos y se esperará a que la guerrilla dé las coordenadas para la entrega.
Doña Marleny espera que ese día las Farc le digan la verdad sobre la suerte de Édgar Byron Murcia, Luis Hernando Peña y Héctor Velásquez, tres uniformados secuestrados de los que nunca se volvió a saber nada y no están en la lista de los llamados “canjeables” de la guerrilla. Y una vez cumplida su misión, quiere irse a descansar: “Creo que me lo merezco, hace muchos años no tengo vacaciones. Quiero tomar fuerzas para seguir trabajando ahora por la recuperación mental de los liberados y sus familias, porque hay graves afectaciones”, concluye.