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Los casos que marcaron tu vida profesional fueron las investigaciones del “Boston Globe” sobre los abusos sexuales de religiosos en esa ciudad y que reconstruyó “Spotlight”, película ganadora del Óscar en 2015 que se puede ver en YouTube bajo el título “En primera plana”, y las denuncias del “Washington Post” sobre los excesos del gobierno de Donald Trump. ¿Estás de acuerdo?
Sí, pero la comparación entre los dos casos es diferente. La Iglesia católica era la institución más poderosa en Boston y empezamos una investigación de sus abusos sexuales, pero cuando llegué a Washington, me enfrenté con un poder diferente. Trump fue elegido presidente y, obviamente, teníamos la obligación de fiscalizar al Gobierno. En el corazón de esa misión periodística hubo un gran choque entre nosotros y Trump, debido a sus batallas contra la prensa, que siguen ahora que se ha lanzado de nuevo para la presidencia de los Estados Unidos. (Recomendamos: videoentrevista a la periodista Patricia Lara por su libro sobre la espada de Simón Bolívar y el M-19).
En tus viajes a Colombia nos has enseñado, tanto en la Fundación Gabo como en la cátedra Editores Connectas que lleva tu nombre, a “pedir cuentas a los poderosos, en especial a los políticos”. Así trabajaste desde que liderabas la redacción del “Miami Herald” hasta que dirigiste el “Washington Post”. ¿Qué lecciones te dejaron los últimos diez años de tu carrera al frente del “Post”, hasta 2021?
Yo creo que el logro más importante de mi gestión fue ese: pedirle cuentas al poder, incluso al presidente de los Estados Unidos, que es la persona más poderosa del mundo. Era mi obligación.
Resultó un momento perfecto para pensionarte. ¿Cómo quedaste luego de trabajar décadas en los principales diarios estadounidenses, incluidos también “The New York Times” y “Los Ángeles Times”, con 18 premios Pulitzer de por medio, once de ellos con el equipo del “Post”?
Estaba listo para pensionarme. Estaba agotado. Estaba desgastado. Había pasado 20 años como director en jefe de tres periódicos, tenía 66 años de edad y detrás a un agente de libros que quería que yo escribiera un libro sobre mi experiencia como director del Washington Post. Y estaba listo para hacer eso, en busca de más libertad y flexibilidad en mi vida.
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Esa última experiencia en Washington fue doblemente desgastante porque coincidiste con la llegada como dueño del “Post” de Jeff Bezos, fundador de Amazon.
Claro. Él quería que transformara el periódico porque ahora vivimos en un mundo digital y había que hacer muchas cosas para transformar nuestra redacción. Estaba dispuesto a invertir dinero en varias iniciativas, pero nosotros teníamos que hacer algunos cambios para tener éxito. Él cambió toda la estrategia del Washington Post. Antes era un periódico que se centraba en la capital y él quería que nosotros fuéramos un medio nacional e internacional.
Y lo lograron con cifras que no imaginaban.
Sí, lo logramos.
¿Qué tan difícil fue entender a un magnate de ese tipo, porque sabías qué querías hacer periodísticamente en el “Post”, pero otra cosa es poner a un dueño tan poderoso y exigente en función de tus objetivos?
Bueno, intentaba pensar en sus ideas en lugar de su riqueza gigantesca [risas]. Yo estaba dispuesto a escuchar sus ideas y a ponerlas en marcha, y las ideas nuestras también, porque él estaba dispuesto a escuchar.
Tremendo reto demostrar que tus principios periodísticos podían ser renovados durante la era de Donald Trump y Jeff Bezos.
Obviamente, lo fue. Y fue difícil porque había tantas cosas para hacer, pero la verdad es que la llegada de Trump irónicamente nos ayudó porque había muchas personas y sectores que tenían interés en su rendición de cuentas. Tenían temor de que no habría suficientes controles sobre su comportamiento, sobre el uso de su poder. Entonces la sociedad empezó a pensar más en el rol del periodismo.
Explícame eso, porque lo capitalizaste en favor de la profesión de informar.
Antes se habían dado por sentados la fortaleza de la democracia y el control del periodismo. Pero durante la época de Trump, la gente empezó a pensar un poco más sobre la necesidad de tener un periodismo fuerte para asegurar y proteger la democracia.
¿Y cómo fue esa defensa de la democracia en la era Trump?
Esa es una prioridad para todos los periodistas. El periodista no puede tener éxito sin la democracia, y tampoco la democracia puede tener éxito sin el periodismo. No sería una democracia verdadera. Eso significa que si cumplimos con nuestro deber estamos defendiendo la democracia.
Pero no significa que los periodistas debamos ser activistas.
Los periodistas tenemos la obligación de dar al público la información que necesita y merece saber para gobernarse a sí mismo.
A fines del año pasado publicaste en inglés “Colisión de poder”, el libro que resume la etapa de la que estamos hablando. ¿Cómo te ha ido con eso?
Me ha ido bien. Salió el 3 de octubre en Estados Unidos y los editores me acaban de decir que van a publicarlo en español en mayo de este año. Ha tenido una buena recepción y ha provocado un debate sobre las normas, los principios, los valores y el desempeño del periodismo. Quería ofrecer al público un relato vivo y preciso sobre ese momento en la historia de la prensa y del Washington Post. Un momento histórico. Quería dar una idea del rol de un editor, su significado y los juicios que tenemos que emitir. Y también quería revisar las directrices éticas en nuestros medios.
Allí insistes en la importancia de la credibilidad en el periodismo, que está en juego, hoy más que nunca, en un mundo hiperdigital repleto de noticias falsas. ¿Por qué es una prioridad rescatar la credibilidad original del periodismo?
Lo cierto es que hay muchas personas que no confían en los medios de comunicación tradicionales, no confían en muchas instituciones y nosotros tenemos que hacer todo lo posible para fortalecer nuestra credibilidad como fundamento del periodismo. Si no hay credibilidad, no hay nada. En este momento, cuando hay tanta polarización, cuando hay tantas fuentes no fiables de supuesta información e información de sobra entre comillas, hay una gran necesidad de ofrecer al público información verificada. La pieza clave del periodismo es la verificación. Es lo que nos distingue de otras fuentes a la hora de fiscalizar al poder.
Después de fiscalizar a fondo a Donald Trump, ¿cómo analizas que haya vuelto a fortalecerse y vaya en el camino hacia su reelección presidencial a finales de 2024 en Estados Unidos?
Parece que será el candidato republicano y tiene una gran posibilidad de ganar las elecciones este año, porque ahora durante el gobierno de Joe Biden hay muchos ciudadanos estadounidenses que piensan que es un hombre demasiado viejo, demasiado débil, que no puede comunicarse bien con la gente sobre sus logros. Y Trump comunica con más energía, aunque también es viejo y a veces sus discursos son incoherentes.
Es difícil entender eso teniendo como referencia todo lo que denunciaron ustedes sobre Trump en el “Washington Post” y la condenada toma del Capitolio, que él promovió tras perder las elecciones pasadas con Biden.
Sí, pero los votantes están pensando en otras cosas, están pensando en la economía, aunque la economía en los Estados Unidos está funcionando bastante bien. Ellos están pensando en el número de crímenes. Ellos piensan que la tasa de criminalidad ha aumentado mucho. Y también hay varias vulnerabilidades de Biden y la primera son los migrantes que cruzan la frontera por cientos de miles. Hay muchos votantes que tienen temor, están hartos de ese fenómeno y piensan que Trump hará algo para detenerlo.
Entonces, a pesar de la campaña de los demócratas, ¿crees que Trump puede ser el próximo presidente?
Sí, yo creo que sí.
En Latinoamérica seguimos viviendo el efecto del populismo que Trump generó. Pasamos de Bolsonaro (en Brasil) a Bukele (en El Salvador), que parece que será reelegido en febrero, y a Milei (en Argentina). ¿Este reflejo qué te dice después de haber conocido tan de cerca el alcance de las políticas de Trump?
Parece que hay muchos votantes que no tienen tanta confianza en la democracia, en los resultados de las democracias, y debido a eso hay más apoyo para el populismo y más apoyo para el autoritarismo. Me preocupa mucho lo que está pasando en América Latina, los avances hacia el autoritarismo en esta región y me preocupa mucho también la posibilidad de volver a tener un líder autoritario en los Estados Unidos como Trump, porque siempre habla de tener los poderes de un autoritario y envidia a los autócratas de otros países. Es una amenaza para nuestro país.
¿Entonces sigue vigente el eslogan “la democracia muere en la oscuridad”, que ustedes escogieron para tu mandato en el “Washington Post”?
Sí, a pesar de que hemos tratado de arrojar luz sobre lo que está pasando en nuestros países, pero hay personas que están pensando en otras cosas. Por ejemplo, en El Salvador los ciudadanos están pensando en su propia seguridad y es algo muy importante. Y en Estados Unidos están pensando en la economía, la seguridad, la ola de migración... Las personas ya no están pensando tanto en la democracia, porque piensan que no ha solucionado los problemas que afectan su vida.
Peligros del autoritarismo y del populismo que vienen tanto de los gobiernos de derecha como de los de izquierda; por ejemplo, la Venezuela de Maduro. Y según algunos, por ahí van Boric (en Chile) Lula (en Brasil) y Petro (en Colombia).
Claro. Está también una tendencia de izquierda que muchos creen que puede ser autoritaria. Depende del país, pero más allá de lo relativo a la derecha o la izquierda y las diferentes políticas, como ejercen el poder es casi la misma cosa.
¿Cuál es el periodismo que recomiendas frente a estas tendencias?
Recomiendo el periodismo de investigación y verificación. Tenemos que mantener nuestra imparcialidad. Tenemos la obligación de descubrir los hechos y de contar los hechos al pueblo sin temor. Y para mantenernos en esos principios es importante defender nuestros valores.
Eso es ideal. Sin embargo, estas dos semanas estamos trabajando en Bogotá con editores periodísticos de ocho países de Latinoamérica en la Cátedra Connectas y la mayoría de ellos nos cuentan que están amenazados y varios están exiliados. ¿Cómo ejercer ese periodismo si ni siquiera pueden vivir en sus propios países, como el caso de los nicaragüenses y los venezolanos?
Soy consciente de las presiones a las que se enfrentan los periodistas en esos países: las presiones personales, políticas, profesionales y económicas. Es difícil y, a veces, es casi imposible. Pero ellos pueden contar con fuentes en varios lugares y deberían seguir con su trabajo contando y haciendo sus reportajes, tratando de descubrir los hechos de lo que está pasando en su propio país. Las naciones no pueden sobrevivir sin una prensa libre.
Otra de tus máximas es “la historia debe ser contada”. ¿Qué les has aconsejado a los periodistas para que renueven energías y sigan contando la historia de sus países a pesar de la situación en que estamos?
Que hay que seguir contando las historias a pesar de lo que está pasando en sus países y en sus vidas, a pesar de las presiones a las que se enfrentan. Es más difícil, pero tenemos la obligación de seguir siendo optimistas. Nunca he conocido a una persona que haya tenido éxito por pensar que iba a fracasar. Entonces, tenemos que seguir con nuestro trabajo porque creemos en nuestra misión.
Tienes 69 años y ya estás jubilado, viviendo en la zona rural de Massachusetts, aislado de malas noticias y de poderosos. ¿Cómo van tus caminatas?
Muy bien. Vivo en un lugar muy lindo. Afortunadamente hay otro tipo de gente allá, y hay osos, puercoespines, zorros y coyotes.
¿Vas a escribir más libros o a hacer los viajes por la Latinoamérica menos turística de los que me hablaste hace un año?
He pasado dos años escribiendo el libro y ahora estoy en el proceso de promocionarlo. Tengo muchos compromisos, una agenda muy ajetreada hasta mayo y después no sé, todavía no he tomado ninguna decisión sobre mi futuro. Mi agente literario quiere que escriba otro libro sobre periodismo y mi editor también. Tengo algunas ideas de las que luego te hablaré, aunque no sé si tenga la voluntad ni la energía de hacerlo. Me gustaría tener más tiempo solamente para viajar, aunque he recorrido una gran parte de América Latina hay mucho más para ver.
Como te sorprendió, hace unos años, conocer la Comuna 13 de Medellín.
De acuerdo. Sabes que lo que trato de hacer es evitar a los turistas durante mi propio turismo.
¿Y sigues medio desconectado de las redes sociales?
No me gustan tanto. Han desembocado en un mal comportamiento por parte de los periodistas y otras personas. Hay demasiado sarcasmo del malo. Aunque tengo cuentas en las redes sociales, la verdad es que no participo mucho.
¿Qué mensaje les das a los jóvenes periodistas para que sigan perseverando en la profesión y encuentren el camino en el siglo XXI?
Que si tienen pasión por el periodismo y por la democracia deberían seguir con su andanza profesional.
