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Señor presidente Gustavo Petro:
Usted tiene la inmensa responsabilidad de sentar las bases para la transformación paulatina de Colombia en un país más democrático, en el que la vida, y ya no la muerte, sean el pan de cada día. Durante años se ha preparado para ello, y ahora puede lograrlo. Tiene una misión histórica que está obligado a cumplir, con usted mismo, con sus seguidores y con todo el país.
Muchos de quienes a lo largo de la vida hemos propugnado por cambiar las estructuras desiguales que nos rigen, lo seguimos acompañando en su tarea transformadora. Pero ese cambio no es posible hacerlo en solitario. Nadie por sí mismo tiene la sabiduría y la fuerza necesarias para lograrlo. Las dimensiones de los retos exigen sumar esfuerzos y no dividir o atrincherarse. Para un proyecto de la envergadura política que le ha propuesto al país no tiene sentido rodearse solo de quienes lo siguen, cerrando las puertas al necesario espíritu crítico y a las diferencias constructivas. No vea en cada crítica a un enemigo; el debate democrático nos ayuda a crecer a todos.
El proceso de cambio, insistimos, necesita contar con aliados de las más diversas tendencias que remen hacía el mismo puerto de una Colombia en paz con justicia social. Por intereses objetivos, por incomprensión, por maledicencia, o por simple desconocimiento, los movimientos de transformación son objeto de desencuentros permanentes con diferentes sectores de opinión. Eso es consustancial a la naturaleza polémica de la democracia. Mantener a su lado a las mayorías transformadoras exige esfuerzos permanentes de pedagogía política y de tolerancia frente a quienes descalifican o silencian las buenas causas que lo inspiran. La respuesta más eficaz es el impulso sin tregua a las reformas. No debería dejarse distraer de lo fundamental.
Presidente Petro, porque hemos creído en su propuesta de gobierno queremos hacerle un llamado a centrarse en los temas fundamentales de las reformas y los cambios evitando responder sistemáticamente por redes sociales a cuanto contradictor aparece buscando una réplica suya. Al responder, paradójicamente los valida. Es necesario escuchar la voz de la ciudadanía, pero no hay que malgastar tiempo en controversias innecesarias. Hay temas prioritarios de su agenda de cambio que se ventilan en la opinión pública y hacen su curso en el Congreso de la República, que necesitan su urgente atención y ponderación para poder ser llevados a la práctica.
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Sus intervenciones públicas, sus discursos, sus encuentros con las comunidades están cargados de ideas, de propósitos. Pero lo que puede ser una virtud, un don, también se puede convertir en rémora; todo depende de la dosis. Ese verbo, ese conocimiento del mundo y de la realidad que transmite en sus discursos, y que en gran medida lo llevaron a ocupar el cargo que hoy ostenta como presidente de la República, pueden encaminarlo hoy a enamorarse de sus propias palabras para construir un mundo ideal que no es posible llevar a la práctica en poco tiempo; como dice el refrán: “Lo perfecto es enemigo de lo posible”.
La mayoría de los colombianos estamos cansados, agotados de la guerra, de la confrontación, de la polarización, de los discursos de odio. Usted como presidente de la paz podría dar ejemplo alejándose de las confrontaciones cotidianas y de los roces con la prensa en un país donde la construcción de opinión es una actividad de alto riesgo. La comunicación en las sociedades ha cambiado y la posibilidad de que el jefe de Estado hable directamente con la gente es muy valiosa, inclusive para lograr el cambio.
Claro, un jefe de Estado tiene el derecho de responder cuando la prensa desinforma, tergiversa o mal informa. Pero hay un equilibrio sutil y muy necesario para la democracia. Los medios no son una narrativa opositora que actúa solo por intereses mezquinos. No todos. Y entablar una confrontación general con ellos puede ofrecerle apoyos emocionados en redes sociales, pero a la larga la democracia sufrirá en demérito del gran proceso democrático del cambio que necesitamos.
No hay que olvidar que la ilusión de millones de colombianos es que haya varios gobiernos progresistas que completen la tarea. Si la polarización se azuza es posible que ese sueño se trunque.
Presidente Petro, usted fue elegido como gobernante del cambio, la reconciliación y la paz. En estos terrenos lo seguiremos acompañando. Buen viento y buena mar.
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