Gobierno y oposición midieron sus pulsos en las calles del país. Durante dos días, en Colombia los dos extremos de la política nacional hicieron sentir sus voces, unos a favor y otros en contra del primer gobierno de izquierda progresista en la historia del país, para medir cuál bando tenía mayor poder de convocatoria civil. Sin embargo, ni derecha ni izquierda lograron las multitudes que aseguraron respaldarían sus posturas. En el caso de la oposición, que espera en el 2023 conquistar nuevos espacios en las elecciones regionales de octubre, parece que aún no encuentran la fórmula para recuperar el peso suficiente.
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El 15 de febrero, día en que sectores de oposición se manifestaron en contra del Gobierno y de sus reformas, salieron a las calles aproximadamente 47.000 personas en todo el país y se realizaron al rededor de 50 actividades. Las marchas convocadas en las principales ciudades del país iniciaron al rededor de las 10.00 am y aunque se esperaba que se fortalecieran a lo largo del día, la mayoría terminaron pasada la 1:00 pm. Este chispazo, que no superó las seis horas, de acuerdo con expertos consultados por este diario, deja ver la orfandad de liderazgo que tiene la derecha política.
De acuerdo con Juan Sebastián Jiménez, profesor de periodismo político de la Universidad Javeriana, la convocatoria a las calles en contra del Gobierno era una oportunidad muy clara para que se mostrara una oposición robusta, que aprovechara errores de la administración nacional para hacerse sentir, pero que por esa misma falta de liderazgo, no tuvo en cuenta aspectos básicos. “No es lo mismo marchar por defender a un Gobierno que por estar en contra de ese Gobierno y siempre va a tener mucha más acogida esta última, sea el Gobierno que sea”, dice el docente.
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Según Jiménez, “se puede decir que la oposición hizo unos cálculos bastante exagerados sobre cuanto caudal político tiene, cayendo en la creencia que todos los votos que no fueron a Petro, fueron en su contra directamente o que fueron a favor de la oposición”. Para el experto, planear marchas en días laborales y esperar que se llenen las plazas es ingenuo y esas fallas de cálculo ”se vieron evidenciados en unas manifestaciones poco multitudinarias y que dejan ver que después de paro nacional y de la confrontación política que ha habido, la gente ya no quiere más confrontación política y no le interesan las peleas que se están dando en ese sentido”.
Por su parte, Jose Penso, analista político, considera que el ejercicio que hizo la oposición en las calles puede entenderse como la reunión de varias inconformidades, pero que, por ahora, dice él, no se consolida de una manera clara. Para Penso, las marchas del Gobierno y de la oposición podrían llevar a que el peso de la convocatoria civil se pierda y empiece a traducirse en una confrontación sin sentido, solo para medir las fuerzas de cada bando y dejando de lado el debate político. Asimismo, señala que este no es un problema solo de Colombia, sino de la región en la que predominan los gobiernos de izquierda.
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“El panorama no es bueno, porque aquí lo que se está haciendo es básicamente medir fuerzas entre el Gobierno que quiere pasar unas reformas y la oposición que quiere capitalizar su causa también, para construir desde las calles ese capital político que busca para las elecciones regionales de este año”, manifiesta Penso. Para el analista, algo que dejaron ver las marchas es que en Colombia se estaría, según él, “repitiendo el libreto de Latinoamérica” en el que los bandos se dedican a una lucha de egos en vez de centrarse en gobernar y debatir políticamente.
En el aspecto de repetir y copiar modelos de otros países en el que el Gobierno convoca a las calles y la oposición respondo y viceversa, el profesor Jiménez coincide y señala que “esto es un poco lo que ocurrió en México y en otros lugares, en los que el presidente trata de refrendar su apoyo popular mediante una manifestación o referendo (en el caso de México), que finalmente no tuvo la participación esperada”. Aunado a esto, el docente considera que en el caso de Colombia la oposición no tiene lo necesario en este momento para hacer su trabajo de una manera apropiada y que la poca duración de la jornada de movilización evidenció eso.
En este aspecto, los expertos dividen sus opiniones, pues Jiménez considera que “la oposición política al gobierno de Gustavo Petro no tiene el más mínimo chance de tomar la fuerza que ha perdido desde las pasadas elecciones. Eso creería que se va a ver también en las elecciones regionales de este año, donde toca ver cuántos y cuáles candidatos opositores de renombre van a quedar en alcaldías y gobernaciones”. Para el docente de la Universidad Javeriana, hasta el momento la oposición no ha avanzado “en la presentación de candidatos y candidatas robustos a las corporaciones regionales. “No parece que la oposición vaya a tomar fuerza tampoco desde las calles, porque en este momento son muy pocos y están muy atomizados y eso se ve en que no logran aún hacerle una fuerte oposición al Gobierno que ha dado motivos”.
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Por su parte, Jose Penso considera que si bien es cierto, dice él, que en este momento no hay un liderazgo fuerte y notable en la oposición, no es descabellado pensar que están en un proceso de reorganización para ir a pelear las elecciones regionales, en las cuales querrán hacerse con alcaldías y gobernaciones para tener más peso político en el país y hacer frente al gobierno de Gustavo Petro. “En Colombia estamos acostumbrados a ver liderazgos fuertes con el del expresidente Álvaro Uribe, quien ya dijo que va a hacer una oposición constructiva, pero en este momento se están reorganizando las fichas de la oposición para concretar un nuevo liderazgo que quizás sea colegiado”.
Los expertos concluyen en que por ahora no hay líderes claros y fuertes en la oposición, pues prueba de ello, aseguran, es que las marchas fueron convocadas más por sectores de la sociedad civil y no por partidos como el Centro Democrático. Aún así, los analistas coinciden en que la oposición demostrará si tiene con qué hacer frente al Gobierno en las elecciones regionales que se llevarán a cabo en octubre de este año, fecha para la cual ya deben tener definidos candidatos y líderes que hagan que su trabajo cobre un sentido que, hasta el momento, no es claro.
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