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“Los partidos no le apuestan a las mujeres”: Juliana Hernández

La directora de Artemisas, una de las organizaciones promotora de la campaña #ParidadYA, habló sobre lo que están haciendo para incidir en la ciudadanía y en el Congreso para que la Reforma Política sea una realidad bajo los principios de paridad y alternancia.

Natalia Tamayo Gaviria
07 de octubre de 2020 - 07:18 p. m.
“Los partidos no le apuestan a las mujeres”: Juliana Hernández

Con la Ley de Cuotas (1475 de 2011) se creyó que esta sería el impulso para que más mujeres llegaran a espacios de representación popular, al exigir el 30% del género minoritario en las listas. Nueve años después la realidad ni siquiera muestra que hemos llegado a ese 30%, que ni siquiera es el ideal, porque corporaciones como el Congreso, de índole nacional, debería ser un espejo de la ciudadanía y la diversidad de los y las colombianas, que son más de la mitad en el país. En ese orden, para el período 2018-2022 solo las mujeres representan el 19% del Legislativo. Y en las elecciones regionales pasadas, encontramos concejos municipales en los que no hay ni una sola mujer, como el de Caloto, Cauca. El promedio de mujeres en estas corporaciones también fue apenas de un 18%.

En la Reforma Política, que ya pasó su primer debate en Comisión Primera de la Cámara, se discutió un mecanismo para que más allá de ser candidatas, las mujeres se conviertan en congresistas, diputadas y concejalas. El artículo dos obligaría las listas cerradas, paritarias y alternadas para que, de esta forma, los partidos hagan procesos de democratización interna para atraer a las aspirantes más calificadas para representar las banderas políticas y llegar, efectivamente, a las corporaciones.

Cuando se comenzó la discusión de la reforma, en redes sociales empezaron a circular piezas gráficas con la premisa #ParidadYA. Una campaña ciudadana inédita que, por primera vez, acompaña y le hace seguimiento al trámite de este acto legislativo, compartiendo, por ejemplo, qué congresistas votaron a favor de la paridad o acercando a las personas a los debates y discusiones para que estos conozcan qué piensan y defienden los parlamentarios. El Espectador habló con Juliana Hernández, directora de Artemisas, una de las organizaciones que diseñaron la campaña, sobre el trabajo que están haciendo y cuáles son las estrategias para que en los debates siguientes la paridad sea respaldada por las mayorías.

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¿Cómo nació la campaña #ParidadYA?

Desde Artemisas y otras organizaciones trabajamos en una red de incidencia que se llama Nosotras Ahora y estamos en varias partes del país como Bajo Cauca, Arauca y Norte del Cauca. El año pasado acompañamos a 88 candidaturas a distintos cargos en las elecciones locales y solo 11 llegaron. Hubo historias de que muchas fueron explotadas por sus partidos políticos, violentadas en sus espacios privados y terminaron con unos costos en su vida política y personal muy altos.

Las mujeres tienen formación y trabajo de base, pero el sistema electoral no les permite llegar. Si se lanzan en un partido con voto preferente y lista abierta, que es lo que le pasó a la mayoría de ellas, les es muy difícil hacerse elegir porque la mayoría no tienen los recursos financieros y terminan quemándose políticamente y la reflexión de esto es que necesitamos hacer algo para lograr la paridad.

Comenzamos a generar una serie de encuentros y a estructurar colectivamente la estrategia de la campaña de paridad, en la que participan Fescol, Fundación Avina, Instituto Holandés Multipartidario para la Democracia, Red Nacional de Mujeres, Casa de la Mujer, Política Abierta, Misión de Observación Electoral, y con la que pretendíamos sentarnos a construir colectivamente un proyecto. Por la pandemia, nos enfocamos en la estrategia digital y en articularnos con los congresistas y hemos intentado vincular a todos los partidos políticos. Trabajamos en dos campos. Uno, de cara a la ciudadanía y a las organizaciones de la sociedad civil y, otro, que es el ejercicio de cara al Congreso y de cómo sumar fuerzas que no sean solamente progresistas o de una posición política.

¿Qué seguridades hubiesen tenido las 88 mujeres que ustedes acompañaron el año pasado en el caso hipotético de que existiera una reforma política con los principios de paridad y alternancia?

Uno, que la financiación y el apoyo político a ellas hubiese sido distinto; dos, sus candidaturas hubieran ocupado posiciones visibles en las listas o un acompañamiento real por parte de los partidos que les hubiesen permitido llegar; tres, más mujeres hubiesen podido participar en política y no retirarse del ejercicio tan pronto como lo hicieron varias de ellas, porque de las 88, varias se retiraron. En otras palabras, del sistema electoral y político hubieran sentido igualdad en las condiciones.

El cambio que producen proyectos como estos sí es histórico, así algunos lo vean como una imposición a partidos político. Lo es porque ni siquiera en Bogotá los partidos apuestan por mujeres. Esto, entre otras cosas, es un llamado de democratización a los partidos para que en los procesos internos haya más cabida de candidatas. Muchas de estas mujeres tenían procesos sociales que, si los movimientos hubieran sometido a elección, seguramente habrían quedado más de ellas, pero cuando los avales son a dedo, o por favores políticos, o por la venta, estas mujeres quedan por fuera porque son mamás, esposas, tienen que cuidar sus casas y al mismo tiempo hacer campañas.

Si no se aprueba el tema, ¿Cuánto tiempo le tomaría al país ver un Congreo 50-50?

Para lograr escenarios de paridad va a tomar 100 años aproximadamente y con la pandemia esto va a retroceder. Pero esta situación la tenemos contempladas como campaña y es una frustración que las mujeres sabemos manejar y esto no pararía acá, tenemos clarísimo que, si no es este año, será el siguiente y así.

Sabemos que el escenario actual es muy complejo, la votación nos demuestra que la competencia es muy cerrada (18 votos a favor) y esto tendrá un impacto en las elecciones de 2022 y 2023, que son cruciales porque vamos a hablar del escenario pospandemia y, si seguimos así, van a quedar excluidas las mujeres de esas conversaciones y discusiones de los proyectos que se van a crear para reactivar un país. Los efectos van a ser muy desastrosos porque van a seguir replicando medidas que no tienen enfoque de género, medidas que dejan excluidas a las mujeres como sucede hoy.

Álvaro Hernán Prada dijo que acompañaba este punto, pero solo por un máximo tres períodos. En ese mismo sentido, Juanita Goebertus dijo que la paridad y alternancia es una medida transitoria hasta que se logre 50-50. ¿Esto es así?

No son excluyentes y terminan siendo medidas transitorias que logran un ejercicio de mayor representación por lo menos en tomas de poder, pero no transforma un debate que tienen que darse en los partidos políticos y es el gran componente de esta reforma política y es la restructuración de las organizaciones políticas. Si los partidos no se reforman y no se comprometen con esto, no funciona.

El debate es qué está en juego la democratización de los partidos políticos y ese es un debate de paridad también. Es una reforma política que toca el ADN de las colectividades, pero pareciera que no están dispuestos a eso y olvidan que nosotras también somos militantes, las que bolanteamos, las que organizamos los eventos, las que recogemos firmas cuando lanzan candidaturas independientes, pero no somos las candidatas, entonces no son excluyentes. Igual, todas las medidas que se tomen, así sea por Código Electoral, en el artículo 79, o por reforma política o por proyecto de ley que se radique, van a tener un efecto en las mujeres, que sería una lástima que desaprovechen la oportunidad.

Otro de los argumentos, además de la imposición a los partidos, es que con este proyecto se condiciona al elector a votar por los que diga el partido…

Uno de los temas principales del proyecto son las listas cerradas y eso es parte de las democracias participativas y representativas. En teoría uno debe de votar por un partido político, porque estos representan causas de agenda. No se debería votar por liderazgos individuales, sino por proyectos políticos. Esto es una posibilidad de democratizar las organizaciones política y que en Colombia empiecen a haber causas colectivas. En ese sentido, las listas cerradas hacen más participativo y democrático el proceso electoral, porque también toca el tema de financiamiento. Hoy la ley articula que un 5% de financiamiento tiene que ir para las mujeres, y los estudios encuentran que esa plata se va para comprar el regalo del día de la mujer, día de la madre, navidad o kits de belleza, pero no hay proceso de fortalecimiento e incidencia.

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Tienen una oportunidad de hacer una reforma estructural a partidos que llevan años de historias funcionando igual, necesitan hacerlo porque somos el 52% de la población y esto de alguna forma los obliga a comenzar a fichar, como fichan a sus cuadros políticos de hombres, a mujeres. Los va a llevar a ampliar la mirada y a ver procesos de mujeres que tienen un montón de gente que necesitan representación.

También Margarita Restrepo, la única mujer que se opuso de la Comisión, dijo que las mujeres deben de llegar por meritocracia…

Cuando Margarita y las mujeres hablan de la meritocracia de entrada se hace desde un lugar de privilegio. Se evidencia que son mujeres cercanas a los liderazgos del partido, con acceso a educación. Muchas dicen que no han recibido violencia política dentro del partido, y eso puede que pase, pero son casos excepcionales. No le podemos decir a una mujer negra del Medio Atrato que tiene que llegar por meritocracia, pues de esta forma estas desconociendo toda la violencia interseccional que sufre una mujer, que es periférica, negra, lesbiana, indígena, campesina, no cercana a los líderes políticos, que no está en Bogotá donde está la cúpula de poder de Colombia. Lo que le falta a ella y a otras no es un compromiso con los derechos de las mujeres, sino de meter una mirada interseccional. Analizar a qué tipo de mujeres se les está hablando o desde qué privilegios y de qué lugar se acercan a ellas.

El privilegio no es de todas, todas las mujeres no somos iguales. Cuando hablamos de ellas, no lo estamos haciendo solo a las de Bogotá, sino a todas las colombianas en territorios donde hay guerra, narcotráfico, pobreza, falta de servicios básicos. Todo esto son factores de influencia en su participación política. Es distinto si tienen dos hijos a si tienen 4. Además, es una política que se hace en cocteles, fiestas, echando ron, cerveza. Muchas mujeres nos contaban cómo tenían que dejar su vida de hogar para irse a tomar cerveza, guaro o whisky, dependiendo del lugar y clase social, para poder negociar sus posiciones en lista.

Lea: Mujeres en las listas al Congreso 2018-2022: lejos de lograr la paridad.

La reforma ya pasó Comisión Primera de Cámara, que es una comisión muy abierta y progresista, ¿Qué piensan hacer para plenaria donde, casi siempre, terminan hundiéndose estas reformas?

Estamos haciendo una plataforma de incidencias política digital, que estará conectada a los perfiles de los congresistas de Twitter, Facebook, Instagram, correo electrónico, celulares con unos mensajes prediseñados, que se automatizan y la gente le da un click o hace un trino en tiempo real durante la plenaria. Esto entiendo también las particularidades e individualidades de cada uno, es decir, saber si están casados o no, si tienen hijos, si son jóvenes o más mayores. Es un piloto inspirado en una parte en lo que hicieron hace dos años las argentinas para lograr cambiar la posición de personas neutrales frente al escenario del aborto. Es la primer plataforma en Colombia que va a tener este ejercicio de incidencia a perfiles de congresistas en vivo y directo, y que va a permitir el diálogo entre ellos y mujeres que quieran participar.

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