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Una semana ha pasado desde la histórica elección de Gustavo Petro como próximo presidente, sucesor de Iván Duque. Y parecería que ha pasado más tiempo, pues se sienten vientos de cambio -como suele decirse- por todas partes. Al fin y al cabo, el presidente electo es el primer militante de la izquierda que llega a la cabeza del Gobierno.
Lo que llama la atención es que en solo unos pocos días se percibe un giro profundo en el ambiente. Rápidas reuniones y contactos de Petro con sus rivales en la primera y segunda vueltas. Y el intercambio más notable de todos, con el expresidente Uribe. “Bienvenidos a la era del diálogo, que es la base de toda humanidad”, escribió el presidente electo en un tuit de respuesta a otros, sorprendentemente amistosos, del expresidente Álvaro Uribe.
Paradójicamente, la llegada a la Presidencia de Gustavo Petro ha revivido algunas costumbres de vieja data, que invitaban a unos primeros meses -¿o años?- de “luna de miel”, diálogo y unidad nacional. Vocablos de otras épocas que han sido muy bienvenidos ahora, cuando lo público se había caracterizado por la pugnacidad, la falta de acuerdos y cierta desinstitucionalización. Y por la dificultad para lograr acuerdos mínimos o, al menos, entendimientos.
Petro, en síntesis, ha logrado en sus primeras horas modificar el clima político. No importa que para llegar a presidente de la República haya encarnado la voz más crítica y la oposición más dura. Y habrá que esperar si simplemente se ha resucitado temporalmente ese otro concepto de antaño -“el de la luna de miel”- o si la creación y consumación del nuevo clima logra ser afianzado por el nuevo gobierno. Y si se convierte en parte del cambio prometido, lo cual sería una paradoja, por cierto muy bienvenida. El presidente Petro, exaguerrido líder de la oposición, convertido en el creador de un nuevo clima político de menor pugnacidad y mayor consenso. Pero es muy pronto para hacer vaticinios. Incluso para formular deseos.
También han sido llamativos los primeros pasos del nuevo presidente en el campo internacional. En solo una semana se han producido movimientos de apoyo a la nueva gestión. Petro ha sido bienvenido, lo cual es normal y protocolario, pero aun así hay algunos que llaman la atención.
En primer lugar, Estados Unidos. La respuesta del gobierno gringo a la elección del nuevo mandatario sorprendió por su rapidez. El lunes, al día siguiente de la elección, el secretario de Estado, Antony Blinken, manifestó su felicitación a Petro, con quien se comunicó telefónicamente para expresarle su felicitación e interés en trabajar juntos.
El presidente Joe Biden, por su parte, llamó a Petro el martes. ¿Simple protocolo? ¿Necesita Washington mejores relaciones en la región? ¿Se percibe que cualquier tipo de normalización con Venezuela pasa por Colombia? Lo cierto es que hay un clima renovado.
Porque también hubo movimientos entre el presidente Petro y Venezuela. Sobre la ola de los múltiples mensajes de congratulación que recibió el futuro mandatario colombiano por su elección sobresalió el de Nicolás Maduro. Más allá de lo protocolario, este hecho podría significar que hay voluntad política para restablecer las relaciones.
Y habría algunas realidades que lo facilitarían: además del ascenso de Petro, otros cambios que se han producido en el continente. Incluso, los notables mejoramientos en los vínculos entre Washington y Caracas. Muchas cosas han cambiado. Y al propio presidente Maduro dijo con claridad, esta semana, que en su diálogo telefónico con Petro “hablamos sobre la disposición a restablecer la normalidad en las relaciones bilaterales”.
Todavía no es claro qué tanto la actual Casa Blanca modificará su posición hacia Maduro. Pero el gobierno Petro encontrará un ambiente positivo hacia la búsqueda de escenarios más constructivos. Vale decir, para superar los años de relativo estancamiento en los últimos tiempos en los vínculos binacionales. Ni qué decir sobre el ambiente en el hemisferio, que hace rato dejó el clima uniforme y consensual que reinó en la primera Cumbre de las Américas (de hecho, la que acaba de pasar fue más bien lánguida).
En todo caso, como en las lunas de miel del pasado, los primeros días del gobierno Petro no serán los más difíciles.