“Me incomodó el tonito”: Rafael Pardo Rueda

El ministro para el Posconflicto comenta el duro memorando del presidente Trump conocido esta semana, en el cual “advierte” a Colombia de una futura descertificación en materia de lucha contra las drogas debido al desmesurado incremento de cultivos de coca en el país. Pardo califica ese llamado de atención de “fuerte y estridente” y admite que la oposición política nacional está aprovechando este episodio para beneficiar sus campañas electorales.

Cecilia Orozco Tascón
17 de septiembre de 2017 - 02:00 a. m.
“El narcotráfico ha traído desgracias... motivos suficientes para no bajar la guardia”: Rafael Pardo. / Cristian Garavito
“El narcotráfico ha traído desgracias... motivos suficientes para no bajar la guardia”: Rafael Pardo. / Cristian Garavito

¿Cómo cayó en la Casa de Nariño la “advertencia” de Trump de una posible “descertificación” del país en materia de lucha contra las drogas? ¿Fue una desagradable sorpresa a pesar de que ya había síntomas de lo que venía?

Aunque el mecanismo de examen para la certificación de actividades antidrogas es un protocolo anual, usual en estas fechas y en el que se muestra la preocupación por el aumento de cultivos desde hace unos años, el memorando del presidente de Estados Unidos es fuerte, estridente. Pero el Gobierno Nacional tiene una estrategia en curso, con metas y avances medidos que —estamos seguros— tendrá éxito. Lo que asombra a quienes leen el memorando es que no haya una sola palabra sobre el aumento en el consumo y que no advierta que hay una estrategia sólida y andando en Colombia.

Contrario a lo que dice, el incremento desmesurado de hectáreas cultivadas indica que no hay éxitos sino fracasos. ¿Con cuál argumento sólido defiende la estrategia colombiana?

Con los resultados: la estrategia que combina 100.000 hectáreas, la mitad en erradicación y la mitad en sustitución, empezó en febrero de 2017, la primera, y en mayo la segunda. En estos pocos meses y a la fecha van 32.000 hectáreas erradicadas por la Fuerza Pública, lo que significa el 62 % de 50.000 hectáreas a las cuales llegaremos antes de cumplir un año de haber iniciado la tarea. Mientras en el programa de sustitución hemos entregado pagos efectivos a 7.300 familias que cultivaban 6.300 hectáreas de cultivos de coca, en dos semanas subiremos a 21.000 familias que siembran 17.000 hectáreas. A finales de noviembre cumpliremos la meta de 50.000.

Su afirmación de que el memorando de Trump es “fuerte y estridente”, ¿significa que al gobierno Santos le pareció ofensivo el modo en que Estados Unidos se dirigió a Colombia?

La preocupación sobre la cantidad de hectáreas cultivadas con coca es compartida por las dos naciones. Más que al Gobierno, a mí, personalmente, me incomodó el tonito.

Pues uno sí podría asegurar que no hubo consideraciones al publicar la crítica a Colombia. Queda la sensación de que la administración Trump toma distancia de la de Santos. ¿Me equivoco?

Sí, se equivoca.

En la respuesta colombiana también se dice que “nadie tiene que amenazarnos para enfrentar este desafío”. ¿Habrá más consecuencias o es sólo una respuesta de momento?

No se trata de consecuencias. Fue una respuesta. Lo importante es que podamos reducir el número de hectáreas de coca sembradas.

¿Por qué no hacer explícita la molestia?

Se hizo explícita.

Cuando el Gobierno se refiere a la denominada “corresponsabilidad” internacional, ¿sobre qué punto exacto quiere llamar la atención?

Sobre el hecho de que este es un equipo de trabajo y, como tal, ambos debemos hacer grandes esfuerzos. El Gobierno de Colombia no juzga los esfuerzos de Estados Unidos, pero sí defiende sus luchas, que han sido contundentes. Tenemos claro que el narcotráfico le ha traído muerte, pobreza y destrucción de recursos naturales al país, entre otras desgracias. Son motivos suficientes para no bajar la guardia, no porque lo diga Estados Unidos sino por un inmenso respeto a la lucha que llevó a la muerte a tantos colombianos ilustres y anónimos, líderes, jueces, policías, periodistas, campesinos, que cayeron por acciones de mafias del narcotráfico.

¿Insistirá Colombia en que haya planes de combate al consumo?

Al consumo y al narcotráfico. Las autoridades nacionales incautan la mitad de la cocaína que se descubre en el hemisferio.

Resultan contradictorias las relaciones colombo-estadounidenses: de un lado, total armonía y apoyo; del otro, garrote. ¿Cree que este anuncio tan rudo tiene que ver con que los opositores de Santos lograron influir en ciertos círculos de Washington?

Hay unas relaciones institucionales que se basan en el respeto, en el intercambio de información oficial y en la cooperación y el apoyo financiero en muchas áreas. Las relaciones son buenas: el presupuesto aprobado por el Congreso de Estados Unidos es el más alto en la historia reciente.

El analista estadounidense Adam Isaacson, de la influyente ONG Wola, dijo a Caracol Radio que le parecía un memorando sorpresivamente agresivo y que sólo se explicaba por la influencia, en el gobierno Trump, del senador ultraderechista Marco Rubio, quien a su vez estaría impulsado por Uribe y —añado yo— posiblemente por Pastrana. Para usted, ¿es creíble esa interpretación?

No. Estados Unidos no basa sus decisiones en lo que opinen el uno o el otro. Repito, el memorando del presidente Trump es una obligación legal de su gobierno con el Congreso, no sólo para el caso de Colombia sino para todos los países que producen drogas. Y también es obligatorio darlo a conocer en esta época del año.

Lo que sí es seguro es que la oposición colombiana, entiéndase, el uribismo y el grupo de Pastrana, están dichosos con el “regalo” de Trump…

Sí. Lo están usando contra el Gobierno para beneficiar sus campañas electorales.

Del anuncio estadounidense también están haciendo uso político unos precandidatos presidenciales. ¿Le sorprende que quienes pertenecieron a la administración Santos en altos cargos ahora estén en su contra?

Cada uno vera cómo administra sus posiciones políticas. Mi intención es cumplir con la tarea que me ha encargado el presidente y no deseo ni puedo meterme en controversias políticas: no me está permitido por ser funcionario público.

La cifra récord de 180.000 hectáreas cultivadas, citada por Estados Unidos como la que existe hoy en los campos, ¿es aceptada por Colombia?

No vale la pena discutir si es real una cifra u otra. Todas concluyen que los cultivos de coca han crecido y sobre esa base tenemos que trabajar.

¿Cuáles son las consecuencias prácticas, hoy, de esta advertencia estadounidense para Colombia en materia presupuestal, de apoyo logístico al programa de erradicación de cultivos ilícitos y relaciones institucionales entre los dos países?

Consideramos que esa advertencia, que tendría efecto para el próximo presupuesto, no se va a materializar, pues, le insisto, Colombia tiene la estrategia correcta y ésta avanza según lo previsto. Hay que decir que, aunque Estados Unidos es el mayor colaborador de la comunidad internacional para el posconflicto, no aporta un solo dólar para el componente de sustitución voluntaria de cultivos, porque las Farc participan en este programa, en desarrollo del Acuerdo de Paz. Y la ley de ese país impide que su gobierno apoye actividades u organizaciones que se encuentran en listas de terroristas. Estados Unidos apoya el posconflicto, pero en otras materias, como el desminado, la defensa de derechos humanos y el desarrollo rural.

De todos modos, queda la impresión de que, para Estados Unidos, así como para muchos nacionales, haber abandonado el combate de los cultivos ilícitos asperjando glifosato por vía aérea ha sido la principal razón para el crecimiento del mal…

Para muchos, el glifosato es la última maravilla. Vale la pena recordar que cuando fui ministro de Defensa autoricé la aspersión con glifosato de los cultivos de amapola para frenar su rápido ascenso. Con la aspersión se controló y, afortunadamente, el país tiene sólo unas áreas marginales con ese cultivo. También autoricé los primeros experimentos para su uso en fumigaciones de coca. Hoy la cosa es distinta: se han regado en el país cientos de miles de hectáreas del glifosato sobre cultivos de coca y estos no se han acabado. La fumigación es ineficiente y costosa, y la protección de los recursos naturales y el bienestar de millones de colombianos que viven en esas zonas son prioridad para el Gobierno. Ante contaminar un río, generar enfermedades en la piel de los seres humanos y fumigar con glifosato cultivos alimenticios, el Gobierno se queda con la protección a las comunidades y con la búsqueda de otras soluciones que están funcionando. Además, no se pueden realizar aspersiones aéreas con químicos, por decisión de la Corte Constitucional.

Parece un contrasentido, pero se ha sostenido que una de las razones para el incremento desmesurado de los cultivos de coca es el incentivo que tuvieron los campesinos durante el proceso de paz: sembrar más hoja de coca con el fin de no quedarse por fuera de los beneficios del Acuerdo. ¿Es real esa versión?

Hay muchos motivos para que los cultivos de coca se hayan incrementado. Un estímulo a sembrar producido por el Acuerdo de Paz no se ha demostrado, pero no lo descarto. Pero también se presentó la devaluación del peso desde 2014, lo que aumentó los ingresos de la cadena productiva de coca. Y hubo un aumento sustancial, en especial el año pasado, del consumo en Estados Unidos, y desde antes, en Europa y Suramérica. Del otro lado, hoy, a diferencia del pasado, las Farc están colaborando con el Estado y eso permite que la sustitución voluntaria sea viable. La entrega del clan del Golfo y el cese del fuego del Eln que se anuncian también serían factores importantes que permitirían ir mucho más rápido en la reducción de las áreas sembradas con coca.

También se ha dicho que los esfuerzos del Gobierno para la erradicación y el combate no han tenido éxito por falta de coordinación entre las oficinas que deberían participar en la implementación de soluciones junto a la suya. ¿Se siente aislado del resto de la administración en ese esfuerzo?

Al principio sí tuvimos dificultades para ponernos de acuerdo con la Fuerza Pública en la implementación de la sustitución voluntaria y la erradicación forzosa. Sin embargo, la política de lucha contra las drogas que dirige el vicepresidente Óscar Naranjo hoy se lleva a cabo de manera satisfactoria. Cada semana se coordina y cada día hay intercambios entre los dos componentes de la estrategia.

La advertencia estadounidense llega en coincidencia con la posibilidad de que una de las bandas criminales más grandes del narcotráfico —el clan del Golfo— se desactive después de que fuera dado de baja alias el “Gavilán”. ¿Cree que a Estados Unidos no le gustó esa posibilidad que, de concretarse, podría evitar extradiciones?

No lo sé. Lo que sí le puedo decir es que, si fuera cierta la supuesta voluntad del clan del Golfo de someterse a la justicia, sin ese factor de alta perturbación en el terreno se facilitaría el cumplimiento de las metas en el proceso de sustitución y erradicación que viene siendo el objetivo de ambos países.

Sobre su oficina recae buena parte del peso de la implementación de la estrategia de sustitución y erradicación. ¿Peso excesivo o puede garantizar resultados?

Este es un tema de gobierno que el presidente en persona supervisa casi a diario y en el que participamos muchos y varias entidades del Estado: el Ministerio de Defensa, la Policía Nacional y el Ejército, bajo la coordinación del vicepresidente; los ministerios de Agricultura, Transporte, Ambiente y Trabajo; Corpoica, el Banco Agrario, la Agencia de Renovación Territorial (ART); las gobernaciones, los comités de cafeteros, Fedecacao, entre otros, estamos comprometidos y trabajando para que la sustitución sea sostenible y efectiva, y transforme los territorios.

Momento destemplado en las relaciones entre los dos países

En un “memorando presidencial” firmado por Donald Trump, pese a que la autoría oficial del texto se atribuye a su Departamento de Estado, se afirma que el gobierno de Estados Unidos “consideró seriamente la posibilidad de descertificar al país en materia de lucha contra las drogas”, porque ha fallado en su obligación de cumplir con los acuerdos internacionales. El motivo que aduce es “el extraordinario crecimiento de los cultivos y la producción de coca en los últimos tres años, con cifras récord en el incremento de hectáreas sembradas”. En tono rudo y poco diplomático, el memorando dice también que la decisión de descertificar a Colombia desde ya, no se tomó en consideración a la estrecha colaboración de las autoridades militares y policiales nacionales con las de Estados Unidos. El texto avalado por Trump pone en capilla a la Nación: “esperamos que Colombia tenga progresos significativos en la reducción y producción de la droga”. En una respuesta no menos destemplada, la Casa de Nariño aseguró que “nadie tiene que amenazarnos para enfrentar este desafío” y, a través del vicepresidente Óscar Naranjo, indicó que le “parece exótico” reconocer la voluntad de las Fuerzas Armadas a tiempo que ignora la del Ejecutivo, bajo cuyas órdenes actúan los uniformados.

“Más fácil llenar una hoja de Excel que convencer a 100 mil campesinos”: Pardo

¿Colombia, presionada por Estados Unidos, reconsideraría su posición actual y volvería a la fumigación aérea en algunos territorios, los más difíciles?

Reitero que la fumigación aérea para asperjar glifosato es costosa e ineficaz. Es más fácil para un burócrata sentado en su escritorio ordenar que carguen un avión con ese químico, enviarlo a que fumigue y después llenar una hoja de Excel que refleje que se han erradicado 20 hectáreas diarias, que tener que recorrer 2.000 veredas, visitar, uno a uno, a 100.000 campesinos, convencerlos de que ellos mismos arranquen las matas de coca e inicien la transformación productiva y legal de los territorios en que viven. La sustitución voluntaria es mucho más compleja, difícil de ejecutar y de cuidar los mil detalles que tiene; pero es más efectiva y sostenible que la fumigación aérea. El burócrata puede quedar mejor, a corto plazo. No obstante, está demostrado que la coca sigue ahí después de que se ha usado esa vía desde el año 2000. ¿Con cuál resultado? El país sigue siendo el mayor productor de hoja de coca y el mayor exportador de cocaína del mundo. Las soluciones que parecen fáciles no siempre son las mejores ni las más efectivas.

Por Cecilia Orozco Tascón

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