A un hervor parece estar el acuerdo de fin del conflicto entre el Gobierno y las Farc. Por eso, las partes tomaron la decisión de dedicar cuatro días a realizar consultas internas por separado para regresar el lunes a La Habana e iniciar una sesión permanente hasta firmar el cese bilateral y definitivo del fuego y de las hostilidades. Es decir, a fuego lento se cocina el acuerdo más trascendental del proceso de paz: el silencio de los fusiles.
Al cierre del ciclo 50 de diálogos, se anunció ayer, mediante un comunicado conjunto, que se trabaja en temas como la dejación de armas, garantías de seguridad y la lucha contra las organizaciones criminales, incluyendo las estructuras sucesoras del paramilitarismo. Así como en las características y el funcionamiento del mecanismo de monitoreo y verificación que se desprende de la Resolución 2261 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Lo que indica que el siguiente acuerdo será sobre la totalidad del punto quinto de la agenda, el denominado fin del conflicto. Un acuerdo que de seguro encenderá la polémica, pues debe incluir temas como el número y las características de las zonas de concentración de la guerrilla; un detallado cronograma sobre el proceso de dejación de armas, así como su lugar de destino. Valga recordar que en este aspecto las Farc han insistido en que Simón Trinidad, preso en Estados Unidos, será designado como coordinador del proceso de dejación.
En el comunicado conjunto, los plenipotenciarios de Gobierno y guerrilla también se refirieron a los acuerdos alcanzados en las últimas semanas. El primero en torno a la fórmula de elevar el Acuerdo Final a la categoría de Acuerdo Especial en el marco del Derecho Internacional Humanitario, y el segundo, respecto al protocolo de desvinculación de menores de 15 años de las filas de la subversión.
“Acuerdos vitales para la seguridad de todas las partes involucradas en el conflicto y medidas de confianza para la sociedad”, expresaron las partes en el comunicado, no sin antes agradecer a la representante especial del secretario general de las Naciones Unidas para los Niños y el Conflicto, Leila Zerrougui, y a voceros de la Unicef, la OIM y la Cruz Roja Internacional, por sus labores en la implementación de lo pactado.
Ahora las delegaciones de paz se concentrarán en discutir internamente cuáles deben ser las últimas puntadas para firmar el nuevo acuerdo. Pero además de las naturales consultas que se deben realizar para dar un paso de esta naturaleza, hay dos elementos que impidieron que continuara el trabajo de la mesa de diálogos.
De un lado está la audiencia pública que se realizará hoy en la Corte Constitucional sobre el proyecto de ley que reglamentó el plebiscito para la paz. A este evento asistirán el presidente Juan Manuel Santos; el alto comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo; el jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, y un importante número de juristas, tanto defensores del proceso como detractores.
Es claro que en la apuesta de refrendar los acuerdos de paz mediante un plebiscito, el Ejecutivo se jugará el todo por el todo. Valga recordar que una de las más duras discusiones en Cuba es cuál será el mecanismo refrendatorio. El Gobierno ha insistido en esta figura hasta el punto de impulsar una reforma en el Congreso para modificar el número de votos que se requieren para alcanzar el umbral de aprobación, bajando del 50 % del censo electoral al 13 %, con lo cual sólo bastará que 4,5 millones de colombianos den su voto por el sí.
Desde la otra orilla, las Farc han rechazado este instrumento por considerar que no ofrece las garantías jurídicas que un acuerdo de fin del conflicto requiere. La guerrilla ha insistido en que la mejor manera de refrendar los acuerdos es una constituyente, formula que el Ejecutivo rechaza. Sin embargo, son pocas las alternativas que quedan. Una podría ser una consulta popular o volver a la idea del referendo. En conclusión, este debate aún no está agotado y de lo que suceda hoy en la Corte dependerá el futuro camino trazado para cumplir con la promesa de que los ciudadanos tendrán la última palabra.
El otro aspecto que impulsó la pausa en la mesa de diálogos tiene que ver con la desaparición de la periodista española Salud Hernández, quien desde el sábado pasado ingresó a un sector montañoso de El Tarra, en Norte de Santander, y esta es la hora en que no se sabe de su paradero. Las hipótesis van desde un secuestro perpetrado por el Eln, hasta la inmersión de la comunicadora en una estructura ilegal para realizar sus labores periodísticas.
Y aunque a simple vista una situación como esta no parecería revestir mayor importancia para el proceso de paz con las Farc, lo cierto es que el hecho de que la periodista sea una de las más radicales opositoras a la mesa de diálogos y a las guerrillas, produce mucha tensión. De ser responsables algunos de los dos grupos insurgentes, impactaría directamente en los respectivos procesos de negociación. Incluso, una noticia dramática puede desencadenar una crisis en La Habana, por lo que las partes esperan que la otra semana ya se haya esclarecido lo ocurrido.
Así las cosas, la otra semana las partes regresarán a la mesa de diálogos para iniciar un ciclo de diálogos inédito: en el que se termine de cocinar el fin del conflicto armado más largo del hemisferio occidental, para lo cual se necesitará despejar el camino de los últimos obstáculos que impiden silenciar los fusiles.
Por Redacción Política
