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Nombrar para no olvidar: el perifoneo que recuerda a las víctimas de las masacres

Tres carros y una grabación recorren las calles de Bogotá mencionando los nombres de las víctimas de las masacres de las semanas recientes. Esta es la historia.

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Germán Gómez Polo
27 de agosto de 2020 - 10:55 a. m.
El sábado pasado empezó el perifoneo por las calles de la capital. La grabación menciona los nombres de las víctimas de las masacres de las semanas recientes.
El sábado pasado empezó el perifoneo por las calles de la capital. La grabación menciona los nombres de las víctimas de las masacres de las semanas recientes.
Foto: Cortesía
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“A continuación, las noticias: cinco niños masacrados en un cañaduzal de Cali, cinco niños futbolistas y bailarines, cinco niños muertos, que ya habían sido desplazados desde el Pacífico. ¡Extra, extra!,”. Una caravana de tres carros recorre las calles de Bogotá desde el sábado pasado.

Suena una grabación, es un perifoneo, pero no están vendiendo nada. La voz grabada, que se repite y se repite y se repite, pronuncia los nombres de los colombianos que fueron asesinados en las últimas semanas en las masacres que han ocurrido en el país.

Esta noche, miércoles 26 de agosto, se escucha en Cedritos y también en Colina Campestre, en el norte de Bogotá, pero poco a poco han ido recorriendo los barrios de la capital con la intención de que los ciudadanos se enteren de la violencia que ha arrasado con más de 30 vidas.

Se trata de una iniciativa de la corporación El País Primero, un grupo de activistas que se juntó desde que, el 2 de octubre de 2016, el sí para el Acuerdo de Paz perdió el plebiscito. El grupo de jóvenes se ha dado a la tarea de que la ciudad conozca lo que sucede en las poblaciones más alejadas del país.

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El sábado pasado, primer día del perifoneo, recorrieron en centro de Bogotá, La Macarena y los barrios aledaños durante siete horas, entre las 10 de la mañana y las 5 de la tarde. Y ya han pasado por Chapinero, Rosales, Mártires, Kénnedy o Tunjuelito. “Nos están matando”, dice la grabación.

“El objetivo es llegar a los ciudadanos en medio de la pandemia, ir hasta donde vive o trabajan. Porque sabemos que hay una preocupación por las aglomeraciones, que el sistema de salud está desbordado, pero en los territorios hay gente poniendo el pecho y consideramos que tenemos una responsabilidad muy grande para que se conozca lo que está pasando allá”, cuenta la activista Mafe Carrascal, quien va en uno de los tres carros que hacen el recorrido.

Una de las razones de esta actividad tiene que ver con una frase que tiene tanto de centralista como de verdad, y que se siente, sobre todo, en las regiones. “Si en Bogotá no se siente, no pasa nada. Así lo dijo muy tranquilo Santiago Ángel, el presidente de Minesa, que busca hacer un proyecto cerca del Páramo de Santurbán”, comenta la activista.

En ese sentido, dice, mientras la gente que está trabajando o estudiando en sus casas o en los comercios no sepa lo que está pasando afuera, no pasará nada. “Necesitamos mandar un mensaje a las zonas azotadas por la violencia, a los líderes y lideresas que siguen asesinando, a los excombatientes. No están solos”, señala.

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Mucha gente se asoma por las ventanas para poner atención a lo que se está diciendo, algunos manifiestan su apoyo, otros aplauden. Muy pocos, porque los hay, han salido a decirles que se vayan porque están haciendo mucho ruido.

¿Por qué un perifoneo? Había otras opciones, como colgar un pendón en un puente o hacer un movimiento a través de redes sociales, pero la idea no era que se quedara en el registro. “En las redes sociales solo está una parte de la sociedad, y puede estar sensibilizada. Esto que hacemos, además de circular en redes, también sirve para llegar a la gente, es nuestra forma de protestar hoy que no nos podemos aglomerar”, añade. Los audios han quedado disponibles para que cualquier personal pueda acceder a ellos y replicarlos en sus ciudades. De hecho, en Cali ya se hizo una actividad de perifoneo.

El punto de partida de esta iniciativa fueron los $ 280.000. Eso costaron las siete horas de perifoneo. Otros $ 100.000 más se fueron en gasolina y refrigerios. Esta acción la acompaña la Alta Consejería para los Derechos de las Víctimas, la Paz y la Reconciliación, de Bogotá, que ha colaborado con el montaje y la disposición de un vehículo en el que llevan el sonido para reproducir los nombres de las personas asesinadas.

“Lo estamos haciendo con recursos propios. Aquí hay gente diciéndoles a los violentos que no nos van a volver a exterminar, como lo han hecho con generaciones pasadas. No admitimos un muerto más, no admitimos una masacre más, no admitimos que les digan homicidios colectivos a las masacres. Hay que llamar las cosas por su nombre. No podemos seguir con los eufemismos, la legitimación y la complicidad solapada”, anota Carrascal. Dicen que lo que no se nombra no existe. Por eso los nombres de los masacrados se repiten. Para que nadie se olvide de ellas y ellos.

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