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“Nuestros congresistas son godos y cobardes”: codirector del Observatorio de la Democracia

Miguel García sostiene que el panorama político colombiano va a cambiar muy poco y no va a afectar mucho la confianza o la afinidad a los partidos.

Ana Gabriela Santamaría V., especial para El Espectador
19 de junio de 2016 - 02:55 p. m.
Cristian Garavito – El Espectador / Instalación del Congreso de la República.
Cristian Garavito – El Espectador / Instalación del Congreso de la República.

Miguel García es profesor asociado de la Universidad de los Andes, doctor en Ciencia Política de la Universidad de Pittsburgh y codirector del Observatorio de la Democracia. Este último grupo es un aliado del Proyecto de la Opinión Pública de América Latina (LAPOP), que nace en la Universidad de Vanderbilt, en Estados Unidos, para aplicar un conjunto de encuestas que miden los valores, actitudes y comportamientos democráticos del continente, denominado el Barómetro de las Américas. En Colombia es el Observatorio de la Democracia el que se encarga de administrar las mediciones. En su investigación de 2014, encontraron que a nivel nacional, solo el 27,8% de las personas sienten simpatía hacia los partidos políticos, ¿qué dicen estos bajos números de la política del país? ¿Qué cambios ideológicos pueden percibirse en la opinión pública nacional?

LAPOP calcula en una escala ideológica de 1 a 10 (donde 1 es izquierda y 10 es derecha) la posición ideológica en Colombia. Durante los últimos años se puede ver un desplazamiento hacia la izquierda (de 6,6 en 2004 a 5,8 en 2014). ¿Por qué? ¿Nos dice algo de un cambio ideológico en Colombia?

Yo no diría que es un cambio ideológico, el cambio es supremamente lento. Lo atribuiría a dos cosas. La primera muestra se hace en 2004 cuando Uribe es presidente, ¿esto qué quiere decir? Qué pues está muy marcado por el influjo de Uribe. La presidencia de Uribe sí movió la gente a la derecha y al salir se movió el polo de atracción. El segundo factor es un fortalecimiento de algunos partidos de izquierda, que si bien no les iba mal bajo Uribe, estaban opacados por su éxito. Es curioso, por ejemplo, los simpatizantes de Cambio Radical están más a la izquierda que los del Partido Liberal. Esto obedece a la aparición de otros partidos.

En comparación con Latinoamérica estamos dentro de los países que tienden a ser conservadores. ¿Por qué se dan este tipo de situaciones?

Colombia es, en autoidentificación y objetivamente, uno de los países más conservadores de América Latina. Es un país tradicionalmente católico y en donde la ciudadanía está en el centro de la escala ideológica, a diferencia de países como Uruguay o Chile. Eso tiene una sola explicación: la inexistencia de partidos de clase y partidos populares en Colombia a diferencia de otros países de América Latina. Los fenómenos como populismos nuevos y viejos de muchos países del continente y la consolidación y el éxito de partidos de izquierda definitivamente tienen que ver con eso. La izquierda en Colombia es minúscula y en ningún momento de la historia reciente ha habido partidos de masas. Eso es lo que mantiene la autoidentificación conservadora. Por otra parte, los colombianos son supremamente conservadores en lo que los gringos llaman valores sociales. Ha habido pequeños movimientos hacia actitudes un poco más liberales haladas por decisiones judiciales, por ejemplo matrimonio igualitario, aborto, en fin.

Al medir la confianza en instituciones públicas los partidos políticos son los últimos de la lista, con pequeñas fluctuaciones a través de los años. ¿Por qué es tan baja y por qué hay tan poco cambio?

La fluctuación son fenómenos de la opinión asociados a figuras individuales. Por ejemplo una figura como Uribe es fundamental para entender los fenómenos de comunicación política en Colombia y las fluctuaciones de la opinión. Una personalidad tremendamente carismática y con el apoyo que tiene es capaz de mover la opinión. Por otro lado, es una institución tremendamente desprestigiada, independiente de las fluctuaciones y siempre se ubica en el último lugar. Es sencillamente por la imagen que la gente tiene de los políticos y por fenómenos como los escándalos de corrupción, que halan hacia abajo la opinión que la ciudadanía tiene de los partidos. Los partidos igual no se ayudan, cada vez que hay elecciones aparece algún escándalo. Son instituciones desprestigiadas que no son importantes en la vida de la gente.

Aunque las encuestas indican que no hay mucha confianza en los partidos, los números aumentan con otros aspectos de la democracia como elecciones, congreso, Gobierno Nacional, etc. ¿Cómo se explica esa diferencia?

Los colombianos apoyan la democracia como forma de gobierno, la democracia en abstracto. Eso es supremamente estable y relativamente alto. Luego vienen aspectos más relacionados con el funcionamiento del gobierno y con el funcionamiento de algunas instituciones. Aunque se cree en las elecciones como procedimiento, hay menos confianza en estas. Se piensa que a las elecciones las “contaminan” los partidos, pero el procedimiento en Colombia funciona relativamente bien, salvo excepciones de situaciones de fraude que aparecen en los medios porque se presentan los extremos, que son noticia, y no el promedio. El hecho de que haya problemas con las elecciones hace que las personas duden de las elecciones y no de la idea en abstracto de la democracia. Y luego viene el desempeño de la democracia, que tiene que ver con aspectos más específicos de provisión de bienes públicos donde hay muchas más fallas.

La confianza que las personas tienen en las instituciones está muy asociada a las fluctuaciones de la imagen del ejecutivo, en especial en un sistema como el nuestro que es presidencialista. Pasamos de un ejecutivo con una muy buena imagen a un ejecutivo con menos buena imagen, menos carismático, más difícil de acercarse a la ciudadanía. Santos tiene niveles de aceptación iguales a los de Maduro, eso es posible porque tiene una desconexión con la ciudadanía y hala hacía abajo la opinión de las instituciones.

En 2008 la confianza a los partidos alcanzó un pico de 40,8%, ¿por qué?

2008 es un año interesante porque es el año de la Operación Jaque. Yo creo que es el evento más importante en los últimos años en cuanto a mostrar una imagen de gobierno fuerte. En 2008, de las personas que tienen un partido, más del 10% indicaron estar afiliados con el Partido de la U. Ese puede ser un momento donde hay un nuevo partido, asociado a un gobierno fuerte que da golpes de opinión importantes y entonces eso hala la confianza hacia arriba, es una conjetura.

Si entendemos que la identidad partidista es el apego hacia un objeto externo, ese apego está mediado por figuras individuales. Cuando hay una figura con un ascendiente muy alto como Álvaro Uribe, él transfiere parte de eso que atrae hacia el partido y atrae gente de todo tipo. El presidente es muy importante, cuando hay un recambio hay efectos hacia abajo.

¿Cuáles podrían ser las razones para la falta de confianza en los partidos en Colombia en comparación con LATAM?

Yo me imagino que si hoy en día les preguntamos a los brasileños, la confianza sufriría un descalabro. Pero yo sí atribuyo la situación a sistemas institucionalizados de partidos. Por ejemplo, los venezolanos sí confiaron mucho en las instituciones y los partidos en un determinado momento, ya no. En Venezuela no hay partidos, era el efecto de Chávez.

En algunos casos la confianza tiene que ver con que lograron hacer un tránsito, el caso clásico es Uruguay. De un sistema bipartidista muy parecido al colombiano a un sistema de dos grandes coaliciones, donde la coalición de derecha representa el viejo orden y no colapsa, hacen un tránsito. Yo creo que eso hace que la gente confíe en sus partidos, porque los partidos se fueron consolidando frente a una nueva realidad política.

¿Qué tenemos en Colombia? Un sistema heredado del siglo XIX que se fue debilitando poco a poco y uno no ve un tránsito a una nueva realidad. Hoy tenemos un sistema de múltiples partidos, no es el sistema bipartidista de antes, pero son partidos que sí tienen unas conexiones directas con el antiguo sistema. Cambio Radical es un heredero del liberalismo, hasta cierto punto también lo es el Partido de la U y también de pedazos del partido conservador. El Centro Democrático sí es un nuevo fenómeno de un partido de derecha, pero es muy pronto para hablar a largo plazo. El liberalismo y el partido conservador se encogieron y se consolidó una pequeña izquierda. Son otros partidos con los mismos líderes. La gente no es bruta y hace la conexión, esa transformación ha sido a costa del desgaste de los partidos.

Al preguntar respecto a temas de moralidad específicos, Colombia se ubica en una posición más progresista. ¿Puede ese cambio verse reflejado en sentencias de la Corte recientes o en general a actitudes más tolerantes frente a temas de debate como lo son el aborto y la eutanasia?

A partir de las sentencias y de las decisiones de jueces por el activismo judicial de figuras como la de Mónica Roa, yo creo que se ha movido la opinión a una un poco más progresista, la gente está respondiendo ante esa realidad. Algunos se resignan, otros no. Si fuera por la opinión de los colombianos esas decisiones nunca se habrían tomado. En mi opinión el problema que tienen esas decisiones, aunque esté de acuerdo con ellas y si no hay otro camino ese debe ser el camino, es que a mí me gustaría que tuvieran una mayor legitimidad política. Pero nuestros congresistas son godos e igualmente cobardes porque pierden votos, entonces no van a meterse con ciertos temas. Por eso aparecer personas como Viviane Morales a proponer referendos, ellos saben que un referendo va a ganar porque aunque la población se mueve marginalmente hacia mayor aceptación, se mueven solo unos grupos específicos, la mayor parte diría que no. A pesar de los movimiento marginales es un país muy conservador en cuanto a valores sociales, no creo que vaya a haber un cambio radical.

LAPOP le pregunta a los encuestados sobre su simpatía hacia un partido político, ¿cuál es la lógica detrás de esto, por qué no se pregunta sobre afiliación o membresía?

Uno quiere identificar personas que tienen un apego partidista. Pero yo puedo tener un apego partidista y no tener el carnet del partido, soy un simpatizante. A mí me puede gustar Santa Fe, pero no soy de la barra brava, ni tengo tatuajes. Es un punto medio que puede variar. En tiempo de elecciones hay aumento de simpatía porque las personas piensan de nuevo en los partidos.

¿Por qué Colombia tiende a una menor simpatía a los partidos políticos comparado con el resto de LATAM?

Hay varias razones históricas. Es curioso, aquí hubo una violencia bipartidista brutal. ¿Más simpatía que esa, que me lleva a matar? Apegos partidistas hubo supremamente fuertes, en el año 73 hubo 80% de los ciudadanos identificados con partidos políticos. Es un fenómeno también de cohorte. Las nuevas generaciones crecen y nacen después del Frente Nacional, que golpeó las identidades partidistas. Movió la pelea a adentro de los partidos, los debilitó como instituciones grandes dirigidas desde el centro y se volvieron organizaciones articuladas en torno a figuras individuales. Pesa más el prestigio personal que el prestigio del partido. Ese fenómeno no vino acompañado del surgimiento ni consolidación de nuevos partidos, como en otros países. Entre los 30 y los 50 tampoco hubo un partido de masas, que es cuando debió surgir lo que hubiera dado un impulso a las identidades. Colombia viene con un debilitamiento lento de los partidos que ha mandado la simpatía hacia abajo.

¿Hay alguna relación entre aceptación a las negociaciones de paz e identidad partidista?

Sí. Los del Centro Democrático las aceptan menos.

¿Qué efectos tendría el actual proceso de paz en la formación de partidos en el país?

¿Va a surgir un nuevo partido? Probablemente sí. ¿Va a tener simpatizantes? Probablemente muy pocos. Yo creo que el efecto neto en la identificación de los partidos no va a ser muy grande. Puedo equivocarme, de pronto mañana nos despertamos y esto es “castrochavismo”. Pero eso no va a pasar. Yo creo que el panorama político colombiano va a cambiar muy poco, no va a afectar mucho la confianza o la afinidad a los partidos. Tal vez pueda desaparecer paulatinamente el Partido de la U, porque en la ciudadanía hay una conexión entre Santos y la U. Pero yo no me imagino que a nivel nacional vaya a haber un terremoto político, va a haber unos pequeños movimientos, sobre todo a nivel subnacional. El problema que hay es que las FARC odian los partidos más que la opinión pública colombiana. Ellos no van a querer formar un partido, se van a inventar la política del movimiento.

¿Cuál es la lógica en la opinión pública de que no sea crea o confíe en los partidos pero que la ciudadanía tampoco desee que la guerrilla forme uno?

Son dos cosas distintas. La gente lo que dice al oponerse a la formación de un partido por parte de las FARC no es una condena a los partidos, sino una condena a la participación política de la guerrilla, no los quieren ver haciendo política. Los partidos tienen su desprestigio propio, la guerrilla el suyo.

Según LAPOP, ¿votarían los colombianos por un candidato de las FARC?

No muchos. Va haber apoyo, concentrado regionalmente, y va haber un apoyo institucional que dará una ayuda, no muy grande.

Por Ana Gabriela Santamaría V., especial para El Espectador

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