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Paz: recta final

En los próximos días los jefes negociadores del Gobierno y las Farc se reunirán para redefinir el protocolo para que la guerrilla siga realizando sus labores de pedagogía. En los primeros días de marzo las partes volverán a la mesa de La Habana, para enfrentar la recta final del proceso.

Alfredo Molano Jimeno

24 de febrero de 2016 - 11:03 p. m.
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Un nuevo impasse ha sido superado en el proceso de paz entre el Gobierno y las Farc. La mediación de los países garantes –Noruega y Cuba– y sobre todo la carrera contra el tiempo que enfrentan los delegados de paz en La Habana para cumplir con el plazo del 23 de marzo, se impusieron. Ahora solo resta que las partes ajusten el protocolo sobre los términos en que la guerrilla seguirá haciendo sus labores de pedagogía y en los primeros días de marzo las delegaciones entrarán a una especie de cónclave para enfrentar la ronda más trascendental en los casi cuatro años de diálogos.

El último desencuentro entre el Gobierno y las Farc se dio a raíz de la manera como una delegación de la guerrilla, encabezada por Iván Márquez, realizó una jornada en favor de los diálogos y de una constituyente en la vereda Conejo, en La Guajira. El Gobierno rechazó que la insurgencia hubiera participado en un acto político con población civil y hombres armados y ordenó su inmediato regreso a Cuba. Según la información oficial, entre hoy y mañana lo harán.

Y es que el tema no podía trascender a una crisis. Quedan 28 días para cumplir el plazo acordado por el presidente Santos y Timochenko, comandante de las Farc, para firmar el acuerdo definitivo de fin del conflicto. Los temas pendientes son gruesos y exigen toda la energía de los delegados de ambas partes. En términos generales, falta resolver tres asuntos claves: concentración de la guerrilla para la desmovilización y la dejación de las armas, los llamados temas pendientes en los puntos ya pactados y el sistema para la refrendación de lo pactado. Este último ya se muestra como el último obstáculo.

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Los asuntos relacionados con la desmovilización y reinserción de combatientes, así como la dejación de las armas, no parecen un problema mayúsculo. Las zonas de concentración de los guerrilleros, las garantías de seguridad y el destino de las armas son temas técnicos que coordinará la misión de verificación que enviará Naciones Unidas, con el apoyo de la Celac. Además, el Congreso trabaja en sesiones extras para ajustar la Ley de Orden Público, para permitir dichas zonas de concentración y activar las herramientas para cumplir con la seguridad jurídica de los guerrilleros tras la firma de la paz.

Y es que muy pronto los colombianos veremos llegar al país el proceso de paz que por cuatro años ha estado en La Habana. Y en esto el más grande reto para el Gobierno y las Farc es la refrendación. El Ejecutivo está cerrado a la banda de que la mejor manera de dar ese paso es mediante un plebiscito. La guerrilla, por su parte, insiste en una constituyente. Una tercera vía que se empieza a vislumbrar es una consulta popular. El debate está abierto y las fuerzas políticas empiezan a tomar posición para inclinar la balanza.

Sea uno u otro el camino, lo cierto es que la hora cero fue puesta en el 23 de marzo de 2016. Un plazo difícil de cumplir, pero que coincide, con diferencia de un día, con la vista histórica del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, a Cuba. Episodio que le sería muy útil a la mesa de diálogos de La Habana: la fotografía del fin de la Guerra Fría en Latinoamérica. Para esto las delegaciones trabajarán, a partir del 1º de marzo, de “tiro largo” hasta alcanzar un acuerdo trascendental, si no el final, por lo menos algo simbólicamente equivalente: el cese bilateral y definitivo en la guerra más larga del continente.

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En el fondo, la preocupación del Gobierno y las Farc es la misma, y la fijó Humberto de la Calle, jefe negociador del Ejecutivo, hace algunos días: “Estamos más cerca que nunca de la paz en La Habana, pero lejos en Colombia”. Para superar esto vendrá una campaña política de grandes dimensiones. El presidente Santos ya alineó a los partidos en la llamada Unidad para la Paz, de la cual sólo está por fuera el uribismo. Pero se necesitará mucho más que la confluencia del mundo político para alcanzar el objetivo real de los diálogos: la verdadera reconciliación de todos los colombianos. Como dijo el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, “hay un número considerable de personas que no tienen preparado su corazón para la paz”.

Por Alfredo Molano Jimeno

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