¿Petro es socialdemócrata a la manera de Gaitán?
El presidente electo, Gustavo Petro, se identifica de tiempo atrás con el caudillo Jorge Eliécer Gaitán, cuya tendencia socialdemócrata caracterizaría al próximo gobierno. El siguiente análisis puede darnos muchas luces al respecto.
Jorge Emilio Sierra Montoya
Para Jorge Eliécer Gaitán, el capitalismo había alcanzado en su época, en la primera mitad del siglo pasado, la forma de un sistema completo, con dimensiones mundiales, así sus raíces fueran remotas. “Es precisamente contra dicho sistema -sentenciaba- que libra su batalla el ideario socialista”.
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Para Jorge Eliécer Gaitán, el capitalismo había alcanzado en su época, en la primera mitad del siglo pasado, la forma de un sistema completo, con dimensiones mundiales, así sus raíces fueran remotas. “Es precisamente contra dicho sistema -sentenciaba- que libra su batalla el ideario socialista”.
O sea, el socialismo surge como reacción al sistema capitalista, a su explotación, a sus injusticias y naturalmente a sus endebles fundamentos jurídicos, éticos, económicos y sociales, dentro de una convicción profunda: ese nuevo sistema socialista está llamado a reemplazar al capitalismo y de nada le servirá a este asumir la apariencia socialista que adoptó con posterioridad a la Primera Guerra Mundial a través de la planificación, el intervencionismo estatal y la superación parcial del clásico individualismo burgués, pues su fin es inevitable, como su proceso de extinción es irreversible.
Asumía, en tal sentido, la posición socialista y acogía el sistema que desde allí se le ofrece, tanto en lo político como en lo económico. Intentemos ahora definir ambos aspectos.
Política y economía
En lo político, él era muy enfático al declarar que, en su momento y dadas las diferencias de fondo con respecto fundamentalmente a la economía, las fuerzas políticas en todo el mundo han quedado reducidas a dos: la derecha y la izquierda, “o lo que es lo mismo: individualismo o socialismo”. El socialismo, pues, constituye una fuerza política cuya identidad no es otra que la de representar a los sectores de izquierda, al tiempo que se enfrenta al individualismo, fundamento por excelencia del capitalismo.
Desde ese punto de vista, Gaitán las emprendía contra el liberalismo clásico, los llamados derechos naturales y el soberano e inviolable derecho a la propiedad, mientras destacaba la afinidad entre liberalismo y socialismo, situación que lo llevaba a proponerle al liberalismo, su partido, tomar el camino socialista, progresista, de izquierda, no el viejo individualismo que conduce a negar los principios mismos de una verdadera democracia.
Y en lo económico, al igual que en lo político, notaba que el socialismo y el capitalismo individualista son también dos sistemas económicos opuestos. De una parte, el capitalismo, al estar fundado -como lo dice su nombre- en el culto al capital, conduce a la explotación del trabajador o del trabajo, “de los menos contra los más”, y al desconocimiento de la función social de la propiedad, pisoteando el derecho colectivo para caer en un individualismo absurdo, al que se enfrenta naturalmente el socialismo.
La economía socialista, en cambio, “busca la equidad y ordena que uno goce de aquello que es producto de su trabajo”. El socialismo, entonces, tiene como misión última vencer las injusticias que genera la economía capitalista e imponer la justicia social, entendida, en sentido estricto, como democracia económica, la cual trasciende, a su vez, la democracia política que puede ofrecer el capitalismo dentro de su concepción individualista y burguesa.
Concepción del hombre
Sin embargo, acaso la diferencia más significativa entre el individualismo capitalista y el socialismo se encuentra en la concepción que ambos sistemas, en lo político y en lo económico, tienen del hombre. Para el primero, el individuo prima sobre la sociedad. De ahí el carácter sagrado de los derechos individuales y la importancia suprema que se concede a la libertad individual, por encima incluso de la justicia social, sin olvidar las múltiples garantías que se ofrecen para el ejercicio de la libre competencia, entre otros aspectos fundamentales.
Para el segundo, por el contrario, la sociedad debe primar sobre el individuo, dado que este es producto de aquella; que los distintos derechos tienen su origen en la sociedad; que se considera a la justicia social como lo prioritario, y que la libertad no existe siempre y cuando haga posible la existencia de formas injustas de esclavitud, por muy sofisticadas que sean.
En definitiva, para el socialismo importa el hombre en sociedad, no aislado, que es todo lo contrario de lo que ocurre en el individualismo capitalista, dejando en claro, a grandes rasgos, la distinción entre ambos sistemas, pudiendo ya determinar el tipo de socialismo que él concebía y las tesis socialistas de las que era partidario.
Gaitán, socialista
Gaitán, no hay duda, fue socialista. La mejor prueba de ello la constituye su tesis de grado, elaborada en plena juventud, con el rigor académico exigido en la Universidad Nacional, donde puso de presente su aceptación de los principios socialistas y el propósito declarado por demostrar su validez absoluta, así como su afán por establecer la necesidad de enrumbar al país por la vía del socialismo, es decir, por la vía de la justicia social.
Si admitimos, como en efecto lo hacemos, que fue fiel a los planteamientos políticos allí expuestos en sus años posteriores, afirmamos igualmente que siguió siendo socialista, según lo confirman numerosos pasajes de su obra. Destaquemos, aun así, la importancia que tiene, en relación con este punto, su tesis de grado: “Las ideas socialistas en Colombia”, y tengamos presente que es en esas páginas donde más se manifiesta el socialismo gaitanista al que intentamos identificar.
“No ha de importarnos nada -declaraba varios años después de su tesis de grado, a principios de 1930- que se nos llame socialistas, porque nuestro credo consciente, meditado, pensado y estudiado, es ese”. Se trata, como es obvio, de una confesión de fe socialista, nada distinta a la formulada en su obra de 1924, aun cuando con la aclaración indispensable de que el socialismo en este caso es racional, “consciente, meditado”, producto del estudio, de la reflexión y el conocimiento cabal de su doctrina, no de una actitud fácil, emotiva, sentimental o demagógica, característica de no pocos militantes del socialismo.
Y un año después, en 1931, reiteraba dicha confesión en los siguientes términos: “En lo económico y lo social, somos integralmente socialistas”. De este modo, su fe socialista se prolongó en el tiempo, manteniendo sus firmes convicciones, lejos de irse en rodeos acerca de su posición política.
Un socialdemócrata
Era, pues, socialista. En repetidas ocasiones se identificó como tal, sin que hubiera alguna duda al respecto. Pero, ¿qué tipo de socialismo practicaba? ¿Era socialista radical o moderado?
Sobre este aspecto, tampoco hay lugar a discusión. Fue él quien se encargó de despejar cualquier duda, al manifestar que no era partidario del comunismo ni del fascismo, sistemas que en su momento ofrecían la alternativa de un socialismo radical, de izquierda y de derecha respectivamente. Esto dijo mientras hacía la defensa del Congreso en una democracia: “Mi credo, que transita por los cauces comprensivos de un socialismo moderado, no puede admitir que la forma democrática sea vulnerada”.
Gaitán era, de este modo, un socialista moderado, defensor del socialismo, pero dentro de los límites establecidos por la democracia -socialdemócrata, mejor dicho-, lejos de creer que para llegar a la justicia social había que romper con los mecanismos democráticos o con las normas que sustentan al Estado de derecho.
“He declarado muchas veces -advertía- que no soy integralmente marxista… Pero, soy un hombre de la izquierda” (advertencia que era obligado hacer en un país como el nuestro, donde al socialismo era y aún es sinónimo de marxismo y comunismo).
Se distanciaba del marxismo, pues, porque desembocaba en “la dictadura del proletariado”, en reemplazo de la simulada dictadura burguesa en el capitalismo, y encarnaba, por tanto, un socialismo radical que él no compartía.
A este socialismo, tanto como al pregonado por el nacional-socialismo alemán y el fascismo italiano (el nazi-fascismo), contraponía un socialismo moderado, fundado en el respeto a la democracia en sus principios e instituciones.
Liberal de izquierda
Lo anterior explica, a cabalidad, la lucha socialista de Gaitán en el interior del liberalismo, partido al que se mantuvo fiel en todo instante, incluso en la época fugaz de la UNIR (Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria) y su movimiento unirista.
Los partidos políticos, bien lo sabemos, son baluartes de la democracia, y, al reconocerse él como liberal, aceptaba ese hecho, si bien propugnaba por la tendencia de izquierda, socialista, en su colectividad. “Yo milito en una fuerte corriente del Partido Liberal, en la extrema izquierda”, sentenciaba.
En su opinión, el Partido Liberal debía ser “estrictamente revolucionario”, estando la izquierda socialista en capacidad de afrontar cualquier debate, dada su consistencia ideológica, su solidez doctrinaria. “¿Qué temor podemos albergar nosotros los de la izquierda -señalaba- si tenemos armas doctrinarias con qué defendernos y somos capaces de afrontar todos los debates?”.
Según esto, se confesaba socialista, pero liberal, liberal socialista, socialista demócrata o socialdemócrata, con plena confianza en la razón histórica que acompañaba a esta posición política, de la cual estaba firmemente convencido acerca de la validez de sus planteamientos y la conveniencia de aplicarlos. Dogmático o no, consideraba que el único rumbo viable para los distintos pueblos, para el reino de la justicia social, era el socialismo.
Fe en el futuro
Nunca perteneció a partido socialista alguno, a pesar de ser un admirador decidido de las ideas socialistas; siempre fue liberal, un liberal que se preció de hallar antecedentes socialistas en otros copartidarios suyos, como Rafael Uribe Uribe y Benjamín Herrera, y no dudó en aplaudir el enunciado propósito de Alfonso López Pumarejo de “traer a este país el espíritu de la Revolución Mexicana”, ya que “ese espíritu, el que alentó y aún alienta en el gran pueblo mexicano, es un espíritu socialista”.
Como socialista, era optimista ante el futuro, seguro de que sus ideas de justicia social habrían de imponerse algún día a lo largo y ancho del planeta, y que la historia tenía ese destino fijo, determinado, inmodificable, que habría de dar origen a un nuevo Estado y a un nuevo hombre.
* Autor del libro “Las ideas políticas de Jorge Eliécer Gaitán” (Amazon, 2020).