En una de las apuestas más ambiciosas en el epílogo de su Gobierno, el presidente Gustavo Petro reencauchó el símbolo con el que inauguró su mandato: mover la espada de Simón Bolívar a la Plaza de Bolívar como gesto de “devolverle” el poder al constituyente primario. Aunque inicialmente se esperaba que marchara varias cuadras –como lo hizo hace un año desde la calle 19–, finalmente optó este Día del Trabajo por salir directamente desde la Casa de Nariño hacia la tarima, acompañado por varios de sus ministros, congresistas del Pacto Histórico y su hija menor, Antonella Petro.
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Ya había advertido que desenvainaría este 1° de mayo la espada ante los manifestantes reunidos en el centro de Bogotá en apoyo a la consulta popular, con la que busca darle oxígeno a la reforma laboral –hundida hace más de un mes por la Comisión Séptima del Senado– y, al mismo tiempo, medir su respaldo en las urnas de cara a las elecciones de 2026. Y así lo hizo. Tras dar un discurso de 68 minutos, y antes de dirigirse al Capitolio a radicar personalmente las preguntas, Petro se puso unos guantes blancos y levantó el arma que normalmente reposa en una urna en la Casa de Nariño.
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“Venimos con la espada de Bolívar, con la guardia del ejército libertador, con el pueblo”, proclamó el mandatario desde la tarima sobre la 1:40 de la tarde. A pocos metros, junto a la estatua del propio Bolívar, la minga indígena sostenía pancartas que parecían responderle: “Hijos de la espada, nietos de Bolívar”. Horas antes de la llegada de Petro, varios miembros de estas comunidades habían levantado las barreras que normalmente aíslan a los periodistas y camarógrafos durante las movilizaciones.
La minga, compuesta de cerca de 15.000 personas, llegó a la capital el pasado domingo y estuvo acampando en la Universidad Nacional. Como contó este diario, dos días antes de la movilización, el Ministerio de Salud firmó un contrato por $39.000 millones con el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), un organismo que junto con otros como la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía (OPIAC) o la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) suman procesos contractuales con el Gobierno por más de $400.000 millones.
“Los indígenas también cotizamos”, le dijo Joe Sauca, consejero mayor del CRIC, a este diario mientras se movilizaba a la altura de la calle 26 con carrera séptima. El representante de la comunidad aseguró que, además de apoyar la consulta popular, también están en Bogotá exigiendo sus derechos y el cumplimiento de compromisos previamente hechos.
En todo caso, Petro ha dejado claro que en los 15 meses que le restan en la Casa de Nariño las manifestaciones serán una de sus principales apuestas, ante la falta de gobernabilidad ante las otras ramas del poder público.
Como en sus más recientes intervenciones, Petro volvió a cargar contra el presidente del Senado, Efraín Cepeda (Partido Conservador), y esta vez también lanzó una pulla directa al senador liberal Miguel Ángel Pinto, autor de la ponencia negativa que hundió la reforma laboral. “¿Por qué le quieren imponer a su jefe, el pueblo de Colombia, que tenga que llegar a medianoche, cuando sus hijas ya están dormidas?”, reprochó. Horas más tarde, Pinto anunció que denunciará ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Comisión de Acusaciones las declaraciones del mandatario.
Petro fue más allá y les atribuyó, de forma indirecta, la responsabilidad por la muerte de Alberto Peña, militante de Colombia Humana asesinado en Miranda (Cauca), por quien pidió un minuto de silencio. Según el mandatario, el homicidio se debió a que Peña promovía la consulta popular impulsada por el progresismo. Sin presentar pruebas, insinuó que el crimen estaba relacionado con el archivo de la reforma laboral. “Alberto es el primer muerto gracias a las decisiones de ese Congreso. La sangre de Alberto hoy la ensucia a usted y a su familia”, le dijo a la conservadora Nadia Blel, presidenta de la Comisión en la que se hundió el proyecto.
Sus palabras también fueron leídas, nuevamente, como un acto de presión frente al actuar del Legislativo. Y es que sobre la posibilidad de que el Senado –corporación en la que el oficialismo no cuenta con las mayorías– archive la consulta popular, Petro lanzó una advertencia ya conocida: “El pueblo de Colombia se levanta y los revoca”. “Ningún parlamentario que vote en contra de la consulta popular va a volver al Congreso, porque el pueblo no volverá a votar por él. Ni por el chiras. El que vote no o no quiera esta consulta es un HP esclavista”, dijo a renglón seguido.
Las palabras del presidente generaron una ola de reacciones en el Capitolio. Desde diferentes orillas del espectro político, congresistas tomaron su discurso como una “amenaza”. Algunos hicieron referencia al hecho de que el jefe de Estado también utilizó un símbolo del que viene hablando en las últimas semanas: la bandera roja, negra y blanca de Bolívar. “Este pueblo de Colombia vuelve a levantar esta bandera de la guerra a muerte para que no nos tomen por pendejos”, anotó el presidente.
Desde la oposición, el senador Carlos Fernando Motoa (Cambio Radical) dijo que “Petro actúa como Hugo Chávez: señalamientos, amenazas y estigmatización”. “Deje de amenazar con revocar el Congreso”, le dijo Katherine Miranda (Alianza Verde).
Las críticas de los legisladores llegaron al punto de que el ministro del Interior, Armando Benedetti, tuvo que salir a aclarar que el mandatario no los está atacando: “Simplemente que el senador que vote no a la consulta popular, el pueblo no lo va a reelegir”.
El oficialismo escogió el Día del Trabajo para radicar formalmente las 12 preguntas que hacen referencia a las condiciones laborales en el país. En ese sentido, en las calles se vieron múltiples sindicatos con sus respectivas pancartas, como Fecode, la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y la Confederación General del Trabajo (CGT). Entre los presentes, Percy Oyola, presidente de la CGT, compartió que la próxima semana tendrán una reunión del comité ejecutivo nacional, durante la cual se pondrá en marcha la pedagogía a favor de la consulta popular con los comités por el “sí”.
Y para reforzar todos estos mensajes es que Petro –durante su discurso– estuvo acompañado a la derecha por Angie Rodríguez, directora del Dapre, y a su izquierda por la ministra de Cultura, Yannai Kadamani Foneodona. Rodeando al jefe de Estado también se alinearon varios de sus ministros: Daniel Rojas (Educación), Armando Benedetti (Interior), Guillermo Alfonso Jaramillo (Salud) y Cielo Rusinque, quien tiene en encargo la cartera de Comercio. También estuvieron congresistas de su bancada, entre ellos María José Pizarro, María Fernanda Carrascal, Martha Peralta y Alejandro Ocampo, y otros personajes que han sido cercanos a su proyecto progresista, como los senadores de la Alianza Verde Inti Asprilla y León Fredy Muñoz, y el polémico exalcalde de Medellín Daniel Quintero.
Los puntos de encuentro en Bogotá fueron el Parque Nacional, el Planetario y la intersección entre la avenida Primera de Mayo y la Caracas entre las 8:00 y 9:00 a.m. En otras regiones, la vicepresidenta Francia Márquez marchó en Cali junto con el director de Prosperidad Social, Gustavo Bolívar –quien presentó su carta de renuncia el pasado miércoles para enfocarse en la candidatura del progresismo de cara al 2026–. La segunda al mando aseguró que “no hay otra reforma más importante que la de las y los trabajadores”.
En su discurso sobre la tarima en La Loma de la Cruz, en la capital vallecaucana, hizo referencia al estallido social: “Honramos la memoria de los jóvenes que fueron asesinados y de los jóvenes que han sido encarcelados injustamente por un sistema tirano y cruel. Hace cuatro años estuve aquí también en la resistencia”. También hubo movilizaciones en ciudades como Medellín, Sincelejo y Manizales.
Actualmente, en los pasillos del Congreso se está midiendo el apoyo a la “mini reforma” que propuso el Partido Liberal y, en la misma comisión que archivó el proyecto del “Gobierno del cambio”, va a seguir el debate de la cirugía al sistema de salud. Frente a ese último articulado, el ministro Jaramillo consideró que “si vuelve y pasa que la Comisión Séptima no es capaz de dar el debate”, podría haber otra consulta popular al respecto. Desde ya, el ministro del Interior ha señalado que la iniciativa está siendo “torturada” y dilatada.
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Siguiendo en esta línea, la antigua cabeza de esta cartera y precandidata presidencial en ciernes del Pacto, Carolina Corcho, también señaló a los ocho senadores de la Comisión Séptima de “burlarse del pueblo colombiano”. La exministra responsabilizó a estos congresistas por la crisis en el sector por la que está atravesando el país: “No más filibusterismo, no más obstruccionismo”.
A pesar de que varios miembros de la bancada de gobierno y aliados en el Congreso consideran que la “mini reforma” del liberalismo no es suficiente, algunos le confirmaron a El Espectador durante las marchas que tienen la intención de apoyar ese articulado durante su trámite en el Capitolio. La representante del Pacto María del Mar Pizarro manifestó su interés en apoyarla. Así mismo, el senador de Comunes Julián Gallo mencionó que desde su colectividad están considerando respaldarla: “Nosotros por principio hemos apoyado todos los proyectos de ley que beneficien a los sectores populares”.
En las calles, además de Corcho, también se movilizaron los exministros de Comercio y Ambiente, Luis Carlos Reyes y Susana Muhamad. En ese recorrido, Reyes apoyó a la consulta e hizo manifiesto la necesidad de que el Senado apruebe el cuestionario de la consulta. “La política debe estar al servicio de los intereses de los trabajadores”, añadió.
Después de bajarse de la tarima, sobre las 3:00 de la tarde, el presidente salió directo al Congreso para presentar las 12 preguntas de la consulta ante la secretaría del Congreso. Lo siguieron congresistas de la bancada del Pacto y otros partidos afines, miembros del Gobierno e integrantes de la guardia presidencial que cargaron hasta ese lugar la espada del libertador, la cual se suponía que debía llevar en sus manos al entrar al Capitolio. Al subir los escalones del edificio del Legislativo, el primer mandatario saludó a los ciudadanos que se acercaron a ese lado de la plaza. Los custodios de la espada fueron los primeros en entrar al Congreso.
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Ahora lo que sigue, más allá del debate legislativo, es que el Gobierno seguirá volcado a promover el sí a la consulta así no haya pasado aún por el Capitolio, lo cual será reforzado con apariciones del mandatario y su gabinete cada vez más frecuentes y con un alto componente de comunicación digital y de uso de los canales públicos y privados. Lo que se quiere, pese a que las estimaciones hablan de un costo de $700.000 millones solo el día de la cita a urnas –sin contar los gastos en propaganda–, es que la gente salga a votar y, por eso, Petro apostó a mostrar que aún puede llenar escenarios como la Plaza de Bolívar.
Lea el documento de la consulta popular radicado en el Congreso:
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