Una carta de cuatro páginas removió las entrañas del Gobierno del presidente Gustavo Petro y volvió a poner el reflector sobre las grietas que azotan a la Casa de Nariño. A casi tres meses de cumplir tres años en el poder, las peleas internas en el gabinete y entre otros altos funcionarios se han tomado el protagonismo del Ejecutivo, para disgusto del mandatario, y acechan la gobernabilidad de un jefe de Estado que mantiene disputas en dos frentes más.
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Varios de los protagonistas de este “fuego amigo” que vuelve a salir a la luz en Palacio ya fueron citados por el mandatario a su despacho para frenarles sus disputas que regresaron al escenario público, pero no así ha podido reducir las tensiones. En medio de todo eso, incluso sus allegados le han pedido que siga depurando el gabinete y que se rodee de personasmás fieles al proyecto de izquierda, aunque ese paso todavía está en veremos. Y de todo esto, hubo un último capítulo que se acaba de escribir este martes y que involucra a uno de los funcionarios más cercanos a Petro en el primer año de la izquierda en el poder.
El excanciller Álvaro Leyva ya había dejado pistas de sus disgustos con el “Gobierno del cambio” en su cuenta de X, publicadas meses después de haber salido del cargo por una sanción de la Procuraduría derivada del lío de los pasaportes. Ahora, con una misiva publicada en esa misma red, detalló una serie de acusaciones que dejó a los ministros del Interior, Armando Benedetti, y Exteriores, Laura Sarabia, así como al presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa, como los “intocables” del Ejecutivo.
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El texto, inicialmente dirigido a quien fuera su jefe por un año y seis meses, sacudió al país por tratarse de acusaciones de alto calibre lanzadas contra el jefe de Estado, a quien le llegó el mensaje. Por eso, respondió por primera vez a las palabras de su exministro de Exteriores, aunque sin referirse directamente a él.
“Es tan vulgar el escritor que olvidó decirles que en una visita oficial de un jefe de Estado a Francia siempre hay protección física directa y permanente del servicio secreto francés. Simplemente he sido calumniado“, señaló el presidente en referencia al episodio mencionado por Leyva de su supuesta “desaparición” en la capital gala.
En una semana en la que se esperaba que el centro principal fuera la consulta popular que piensa presentar Petro el 1° de mayo en el Congreso, la atención volvió a girar hacia la rencilla que mantiene el sector progresista del Ejecutivo con los dos ministros más importantes. Y es que no es secreto que muchos ya ven a Benedetti como el ganador de esa pelea, quien, a pesar de las investigaciones en su contra, ha pasado por cargos diplomáticos y ahora es el jefe de la cartera encargada de la política, un movimiento con el que el presidente esperaba dejar en firme sus proyectos en el Legislativo.
Ese poder ya ha llegado a otras instancias en el gabinete, pues su llegada como jefe de gabinete desembocó en la salida de dos figuras del corazón del petrismo, la exministra de Ambiente Susana Muhamad y el exdirector del Departamento Nacional de Planeación Alexander López. Y si bien estaba previsto que ambos aterrizaran en otros cargos —ella como la cabeza del DNP y él en la jefatura del despacho— el freno a que sus hojas de vida lleguen a la página de aspirantes apuntarían a Benedetti, a quien criticaron férreamente en el primer consejo de ministros televisado.
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El cargo en el DNP todavía sigue en interinidad, pero el puesto de jefe del despacho lo ocupa el mismo ministro del Interior y, por lo pronto, no hay intenciones de nombrar a alguien en propiedad. Precisamente, después de su salida, López no ha podido concretar con el mandatario una reunión para definir qué pasará con el ofrecimiento que se le hizo.
Incluso, del “sindicato” de izquierda que se había formado en el gabinete para protestar ante el mandatario por la entrada de Benedetti en la Casa de Nariño, de sus figuras clave —que incluyen a López y también a la vicepresidenta Francia Márquez—, es Gustavo Bolívar, el director de Prosperidad Social, el único que mantiene un diálogo constante con el mandatario. La relación Petro-Márquez, golpeada por la accidentada salida de la segunda del mando del Ministerio de la Igualdad, ya había sido otro de los puntos de dolor del Gobierno en los primeros meses de este 2025.
Pero todo esto vuelve a traer a primer plano el choque entre Benedetti y Sarabia, que incluso tiene derivaciones penales. Y es que su aparente pacto tácito se rompió con el anuncio de la canciller de su diligencia ante la Fiscalía y el audio que involucraría al exfiscal general Francisco Barbosa y el exjefe de la unidad de fiscales delegados ante la Corte Suprema, Gabriel Jaimes.
Pero con ese escándalo permeando la labor de cada uno en sus respectivas carteras, ninguno ha hablado de salir de sus puestos. Por lo pronto, se mantiene el pulso entre los dos por la cercanía con el presidente, pues la misma Sarabia había ocupado en numerosas ocasiones la silla al lado del mandatario antes de partir al Ministerio de Exteriores.
Aunque Sarabia y Benedetti han sido el rostro visible de esas fracturas en las últimas semanas, tampoco pasa de agache que otras peleas internas, esta vez entre personas del mismo proyecto político, permean el Ejecutivo. No se ha solucionado, por ejemplo, el choque entre el ministro de Educación, Daniel Rojas, y la directora de la Sociedad de Activos Especiales (SAE), Amelia Pérez, cuyo puesto ocupó antes el jefe de cartera.
La nuez de ese enfrentamiento nace en los ingresos de César Augusto Valencia, presunto enviado de Diego Marín Buitrago, alias Papá Pitufo, a la entidad cuando Rojas todavía estaba en la cabeza, y las indemnizaciones pagadas a exfuncionarios que luego llegaron al Mineducación reveladas por El Tiempo. Cuestionado sobre esos asuntos, el ahora ministro acusó a su sucesora de filtrar información en su contra y de haber vuelto a las “prácticas del gobierno [de Iván] Duque”.
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No son pocos los que han estado involucrados en el “fuego amigo” que denunció ante la Fiscalía la primera dama, Verónica Alcocer, cuando comenzaron a salir a flote los rastros que dejó en la Casa de Nariño el escándalo de corrupción en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd). Ahora, a poco más de un año para que se elija el reemplazo de Petro en las elecciones presidenciales, este boomerang golpea al progresismo que está buscando dejar en firme su consulta popular.
Si bien el jefe de Estado ha tratado de que estas rencillas queden detrás de cámaras, que ya estén elevadas a estrados judiciales —como la de Sarabia y Benedetti— o se tomen las redes sociales —como la de Leyva— no ha caído bien en el despacho. En todo caso, no se ha vuelto a repetir el llamado al paredón del primer consejo de ministros televisado, aunque sí se han mantenido los regaños del presidente a sus altos funcionarios y él mismo ha tomado la vocería para defender el “Gobierno del cambio”, incluso cuando sus cercanos le han pedido dejar el tono combativo.
Por el momento, el presidente no parece estar dispuesto a abandonar la defensa de primera mano de su proyecto político, especialmente en un panorama político agitado. Eso sí, los llamados por volver a las raíces de la izquierda para su gabinete han llegado a oídos sordos y todos los altos funcionarios se preparan para enfrentar los próximos 16 meses que les restan en el poder.
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