El presidente Gustavo Petro les planteó a las casas políticas del Caribe un pulso anticipado por los votos que definirán la conformación del Congreso y el nuevo inquilino de la Casa de Nariño en 2026. En un baño de masas en Barranquilla, en el que abrió la posibilidad de llevar a cabo una “huelga general” por su consulta popular, el mandatario se fue de frente contra todos los congresistas del Atlántico que se oponen a su agenda y les pidió a sus bases no reelegirlos y hacer lo mismo con todos los legisladores del Caribe que están en la misma orilla.
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En su diatriba, Petro los calificó como “verdugos” del pueblo e incluso los relacionó con la compra de votos. “Creen que pueden convertirse en verdugos, hundir la consulta popular y decir que al pueblo no se le deja hablar, porque creen que cuando lleguen las elecciones de Congreso van a sacar sus billetes y va a haber un rebaño haciendo cola, pidiendo la plata para ir a votar otra vez por ellos; yo les digo basta (...) no habrá más pobres vendiendo sus votos en el Caribe colombiano, se les acabó el jueguito”.
Como le confirmaron a El Espectador varios integrantes del gabinete, la apuesta de Petro por esos votos no es casual, ya que él es consciente de que hace dos años y 11 meses aseguró en buena medida su presidencia con los más de 2.580.000 apoyos que recibió, en segunda vuelta, en Atlántico, Córdoba, La Guajira, Magdalena, Cesar, Bolívar y Sucre. Haber logrado en esa región más del 22 % de su votación total (11.291.987) es, según su círculo de poder más íntimo, un aliciente para salir en búsqueda de repetir la gesta.
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Según dio a entender el mandatario en su discurso de este martes, esa meta implica derrotar a la clase tradicional del Caribe, pero lo cierto es que las cuentas no son tan simples, ya que los resultados de 2022 no habrían sido posibles sin una parte del apoyo de esas estructuras tradicionales o clanes políticos. En esas elecciones, Petro contó con el respaldo de un grupo grande de dichas casas políticas, varias de estas cuestionadas, e incluso sigue manteniendo en su esquina a varios de los congresistas que las integran.
En la reciente votación de la consulta popular, a pesar de la derrota, el jefe de Estado y su ministro del Interior, Armando Benedetti, demostraron que cuentan con la mayoría de votos costeños de La U: el barranquillero José David Name, el cesarense José Alfredo Gnecco y los cordobeses Julio Chagüi, Julio Elías Vidal y Jhony Besaile. Cada uno de ellos hace parte de un clan tradicional del Caribe, algunos de los cuales han sido señalados por la presunta compra de votos que condenó el presidente en su discurso.
A este grupo se suman otros casos conocidos de alianzas entre petrismo y políticos tradicionales del Caribe, como los del clan Calle en Córdoba -que hoy tiene a Andrés Calle preso por su supuesta participación en la trama de corrupción de la UNGRD- o de la estructura que tiene en Cesar Alfredo Ape Cuello, uno de los conservadores que sigue jugado con el Gobierno y que tiene muestras claras de participación burocrática en el Ejecutivo, como en el caso de los nombramientos en el Ministerio del Deporte.
Así las cosas, la apuesta de Petro por los votos del Caribe va en dos direcciones: la de arremeter contra sus opositores en la región y también la de afianzar la alianza con quienes le votan en el Congreso. A los primeros, al menos en el caso de Atlántico, ya los expuso públicamente y hasta los tildó de votar en contra de los intereses de sus electores, pues, solo por dar un ejemplo, los responsabilizó de las costosas tarifas de energía en el departamento por avalar la opción tarifaria y de hundir las medidas con las que, según el presidente, el Gobierno buscaba bajarlas, esto en relación con el hundimiento de la ley de financiamiento.
En la lista del presidente entraron Antonio Zabaraín, Carlos Mario Farelo, Betsy Pérez (Cambio Radical), Mauricio Gómez Amín (Partido Liberal), Carlos Meisel, Honorio Henríquez (Centro Democrático) y el mismo Efraín Cepeda (Partido Conservador). El mandatario encontró en sus bases que se reunieron en Barranquilla (sindicatos, profesores, estudiantes, campesinos, indígenas, entre otros) un eco al pedido de no reelegirlos en 2026. Mientras mencionaba a estos legisladores, el público chifló y hasta sonaron unas trompetas con un aire mortuorio.
En la otra ruta por los votos del Caribe, el ministro Benedetti es quien encabeza la estrategia para mantener el apoyo de los clanes tradicionales en el Congreso y, de paso, calentar lo que él mismo ha calificado como la opción más viable para que el proyecto de Petro vaya más allá de 2026: el frente amplio. Incluso en medio de señalamientos por una posible participación indebida en política, Benedetti es el articulador de esa eventual coalición con la que el presidente quiere unir al Pacto Histórico y sus aliados en la Alianza Verde, el Liberal, La U e incluso el Conservador para ser mayoría en las legislativas y presidenciales del próximo año.
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El jefe de la cartera política también acaba de hacerles un guiño a todos los gobernadores del Caribe, a quienes el pasado 9 de mayo les mostró su apoyo en la apuesta por convertirse en Región Entidad Territorial (RET), una figura que les daría mayor autonomía territorial. En este punto también entra en juego la puesta a punto de la ley de competencias, un cambio que está en manos de ese ministerio y que los mandatarios locales esperan con ansias para ver crecer el porcentaje de ingresos de la Nación que se transfieren a sus territorios.
Se espera que en las próximas semanas el presidente y su equipo intensifiquen las visitas, ahora con la figura de los cabildos, a todo el Caribe. A esto se sumará una estrategia de eventos con alcaldes y comunidades en los que el jefe de Estado en persona buscará mostrar sus resultados en esos departamentos, particularmente destacando que ningún otro gobierno había entregado tantas tierras en la región o había destinado millonarios recursos para atender la situación social en La Guajira.
En esa apuesta, el Gobierno ha invertido miles de millones para sus eventos. La Casa de Nariño se prepara para firmar un acuerdo por $11.000 millones para que el mandatario vaya a las regiones, muestre resultados y defienda sus apuestas del “cambio”; y a esto se suma el convenio por casi $90.000 millones que se alista a suscribir el Ministerio del Interior con RTVC para el mismo fin y que ya está bajo la lupa de la Procuraduría y la Contraloría.
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La oposición caribeña hará lo propio y buscará darle un giro a la narrativa del presidente, diciéndoles a sus electores que ha sido esta administración la que los tiene abandonados. “Debería tener la vergüenza de llegar a Barranquilla y hablar de las cosas que ha prometido mil veces y no ha hecho. ¿Por qué nos quitó los Panamericanos? ¿Por qué nos dejó tirados con la Fórmula 1? ¿Por qué siempre tenemos que vivir con la zozobra de los subsidios de energía?”, cuestionó el senador Carlos Meisel, uno de los mencionados por Petro.
La contienda por las reformas, la consulta popular y las elecciones crecerá en todo el país en el último año del Gobierno, pero muy seguramente con un ingrediente especial en el Caribe, pues Petro ya avivó el debate con la movilización social y demostró que en esa zona del país están los votos que podrían inclinar la balanza en cualquier sentido.
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