Petro usó la sanción de la laboral para anunciar presión y garantizar su legado

Sobre las 3 de la tarde, el presidente Gustavo Petro arrancó un discurso frente a la Quinta de Bolívar, una de las casas donde vivió Simón Bolívar en Bogotá, en una puesta en escena calculada políticamente. Lo hizo parado al pie de una estatua del libertador y mientras uno de los asistentes ondeaba una gigante “bandera de la muerte” y otro alzaba una espada de aluminio, emulando el arma del líder independentista. El presidente citó al nuevo plazoletazo para sancionar la reforma laboral, un triunfo que –hasta apenas hace unos meses– parecía improbable.

Los símbolos rodearon un discurso en el que el jefe de Estado develó cuál será su estrategia en la recta final de su mandato, cuando faltan 407 días para que deje la Casa de Nariño. Petro dejó en claro que la victoria de la laboral no será suficiente para él. Afirmó que, en los próximos meses, espera que haya una “movilización permanente” en las calles y una “presión” al Congreso, sobre todo, cuando aún está pendiente la discusión de la reforma a la salud en la Comisión Séptima y en la plenaria del Senado.

Petro estuvo acompañado de varios de sus ministros: Antonio Sanguino (Trabajo), Armando Benedetti (Interior), Germán Ávila (Hacienda), Eduardo Montealegre (Justicia) y Guillermo Jaramillo (Salud). También estuvieron en la tarima las congresistas del Pacto Histórico Aída Avella y María Fernanda Carrascal, el presidente de la Cámara, Jaime Raúl Salamanca (Alianza Verde), así como la directora del Dapre, Angie Rodríguez, y el designado jefe de gabinete, Alfredo Saade. De hecho, este fue el primer acto público de él y de Montealegre luego de que asumieran funciones en medio de varia polémicas.

Entre los políticos que decidieron acompañar el acto de proselitismo estuvieron las senadoras Gloria Flórez, Isabel Zuleta y Martha Peralta (las tres del Pacto Histórico), así como los senadores Sandra Ramírez (Comunes) y León Fredy Muñoz (Alianza Verde), quien, desde que volvió a Colombia tras servir como embajador en Nicaragua, ha sido un acompañante constante en los plazoletazos del presidente.

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Sobre lo que sigue para los próximos meses, el mandatario aseguró, incluso, que si no obtiene los resultados que espera, buscaría, en su último año como presidente, impulsar un modelo público en el sistema de salud. Y es que la presión callejera no es la única hoja de su estrategia, como lo dejó claro en su discurso.

Petro manifestó que espera que haya de su Gobierno una disposición para lograr esos objetivos. De ahí que se entienda los recientes regaños públicos a sus ministros por no cumplir con sus órdenes, asegurando que “yo no resisto un gabinete así”. Por lo mismo, y aunque no lo admiten en voz alta, en la Casa de Nariño ya se empieza a hablar de un nuevo remezón en el que el gabinete quede conformado por personas que no contradigan –ni por necesidad técnica o económica– las decisiones del jefe de Estado.

En consecuencia con ese llamado de atención y con declaraciones que ha hecho el presidente, el ministro del Trabajo, Antonio Sanguino, minutos antes de que Petro estampara su rúbrica en la reforma laboral, dijo que ya su cartera prepara una batería de medidas para garantizar que los cambios —como el pago de los recargos nocturnos y las horas extra— sí se cumplan.

“Vamos a adelantar acciones en varias direcciones. La primera será una estrategia pedagógica de cada artículo para que las personas conozcan sus derechos y los defiendan. La segunda, una de comunicación e información para difundir la reforma. Tercera, los decretos reglamentarios para aplicarla, rompiendo con la tradición de que hecha la ley, hecha la trampa o de que la ley es letra muerta. Y en cuarto lugar, vamos a desarrollar una acción institucional, sobre todo, en inspección, vigilancia y control. Y para eso vincularemos a, por lo menos, mil nuevos inspectores de trabajo que serán los ojos que vigilen el cumplimiento”, precisó.

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En esa misma línea de dejar una impronta clara en los próximos meses para el devenir del país, el presidente le mandó un mensaje al sector privado, con el que, en repetidas ocasiones, ha chocado, aunque también ha tenido acercamientos (como las reuniones que ha tenido con los “cacaos” de las principales empresas). Por ejemplo, puso sobre la mesa ubicada en la tarima frente a la Quinta de Bolívar la posibilidad de revivir Telecom para impulsar la instalación de fibra óptica en el país. El tema le sirvió para, en un giro argumentativo, referirse de nuevo al libertador.

De acuerdo con él, esto haría que llegara al nivel de otras naciones, cumpliendo con las metas de Simón Bolívar. Sobre esta figura histórica, defendió el uso de la “bandera a muerte” y afirmó que debería estar en la Casa Museo.

“Es un símbolo fundamental porque dice dos cosas en su historia: que hay un pueblo dispuesto al combate y a morir si quieren quitarle la libertad, que no soporta ni tiranos ni reyes: su fundación es la libertad y que es capaz ese pueblo de hablar con sus enemigos como hizo Bolívar con Murillo, bajo esa bandera”.

Mientras hablaba, ante un público compuesto sobre todo por miembros de centrales obreras como la CUT y la CGT y por estudiantes del Sena, varias veces se vio interrumpido por gritos de sus seguidores que, en múltiples ocasiones, pidieron “reelección”. Para desestimarlo, el presidente solo dijo “no es posible”, aun cuando el temor de la oposición es que, de una u otra forma, busque en una Asamblea Constituyente que se reviva la figura. No obstante, él ha dicho que eso no ocurrirá, pero sus contradictores afirman que lo mismo dijo en la más reciente campaña sobre esa convocatoria.

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En todo caso, hablando de la Constituyente, la tercera línea de la estrategia, Petro afirmó que la busca porque “no quieren la Constitución del 91”.

“Yo lo que le he propuesto a la sociedad colombiana es que se autoconvoque, porque no quiero que sea letra muerta, no porque quiera una nueva Constitución, realmente hay que aplicar la existente. La Constitución existente no se aplica y la responsabilidad de que no se aplique es de quienes han dirigido a Colombia en los últimos treinta y cuatro años, no iría más para atrás porque también es letra muerta, y por eso no queremos que la ley sea letra muerta: ni la Constitución ni la ley”, dijo.

Sin embargo, el éxito de esa estrategia que el presidente quiere tramitar a través de una “octava papeleta” es difícil. Por obligación, para que sea una realidad, tendría que pasar primero por el Congreso; un triunfo que parece poco probable. Y de hecho, como le dijeron varios congresistas del Pacto Histórico de manera informal a El Espectador, aunque sí es firme con su propósito, no hay claridad. A diferencia de lo que ocurrió con la consulta popular, cuando les ordenó a los parlamentarios activar nodos de seguidores, hasta el momento, el jefe de Estado no les ha dado línea directa.

A ello se suma la marcada pelea con el Congreso, hoy dirigido por el conservador Efraín Cepeda. De hecho, el senador, de manera paralela al plazoletazo de Petro en Bogotá, realizó su propio evento en Cartagena. Y lo hizo para, pese a que el jefe de Estado las objetó, sancionar él mismo dos leyes: una sobre beneficios a micronegocios y otra que modifica el Fondo Nacional de Pensiones de Entidades Territoriales (Fonpet).

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En la capital de Bolívar, en efecto, el presidente del Senado le lanzó varios dardos a Petro. En el Congreso de Andesco, el gremio de empresas de servicios públicos, Cepeda aseguró que, durante este año, el parlamento tuvo que “hacer frente a una embestida sistemática contra el mismo núcleo del orden democrático”.

“Lo que hemos vivido es el intento deliberado de sustituir el gobierno constitucional por el capricho personal de reemplazar el respeto institucional por la pulsión autoritaria; de someter la pluralidad por la imposición; de confundir el mandato democrático con la voluntad despótica”, dijo. Y de hecho, haciendo eco de las acusaciones de Petro, afirmó que “no hemos bloqueado por capricho. Hemos corregido lo que era dañino”.

Aunque el presidente no se refirió a Cepeda en ningún momento –solo habló de Cartagena para decir que debería tener una Estatua de la Libertad como la de Nueva York–, las sanciones paralelas dejaron en evidencia que el choque ya no es solo discursivo. En las próximas semanas se hará evidente con los nuevos capítulos que se presenten con el presidente Petro insistiendo en que presionará no solo a sus ministros, sino a las otras ramas del poder y al sector privado, para que lo que él considera su legado no quede en riesgo al salir de la Casa de Nariño.

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