La peor crisis que enfrentan Bogotá y Washington en 203 años de relaciones bilaterales entró en una pausa obligada este viernes por cuenta de la conmemoración del Día de la Independencia en Estados Unidos. Esta festividad permitió que el presidente Gustavo Petro pidiera análisis de todos los escenarios que pueden desencadenarse, mientras que en la Oficina Oval –de acuerdo con información que recogieron fuentes diplomáticas colombianas en Estados Unidos– se alista para ejecutar su golpe fuerte en cuestión de días; incluso, podría ser este mismo lunes.
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Es por eso que el ambiente de expectativa se mantiene en el 1724 de la avenida Massachusetts en la capital estadounidense. Allí, donde está ubicada la embajada colombiana, hay un ambiente de tensión. Y no solo por el llamado a consultas que hicieron ambos gobiernos de sus respectivos embajadores (John McNamara y Daniel García-Peña), sino por la necesidad de encontrar aliados que permitan palear una disputa en la que una potencia juega con rudeza contra un país aún considerado en vía de desarrollo.
En toda esta coyuntura, el presidente mantiene en funciones a la renunciada Laura Sarabia, también encargó al vicecanciller Mauricio Jaramillo y hay contactos a nivel de empresarios que tienen intereses en ambos países. Incluso, se ha hablado de buscar a personas como el exdirector del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) Luis Alberto Moreno, el excanciller Luis Gilberto Murillo y otras personas que se mueven con facilidad en Washington y que tienen contactos directos con la Casa Blanca. Incluso, se ha intentado tender puentes con exembajadores de ese país en Colombia, como Kevin Whitaker y Francisco Palmieri.
Además, se prepara una batería de medidas para responder a las sanciones que pudiera imponer el Ejecutivo del magnate republicano Donald Trump, para lo cual la renunciada canciller Laura Sarabia estuvo monitoreando todo al tiempo que este viernes finalizaba un viaje a Europa. Desde Praga, según confirmó El Espectador, coordinó las conversaciones de alto nivel que se dieron durante las pasadas 48 horas.
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También, Sarabia ha estado atenta a lo que ocurre en el Palacio de San Carlos. Desde allí está operando el vicecanciller Mauricio Jaramillo, quien está actuando como canciller encargado en la ausencia de la superior de la cartera de Relaciones Exteriores.
De hecho, la ministra y otrora mano derecha del presidente Petro se reunirá con este en la Casa de Nariño. Se espera que el encuentro se dé este sábado. En ese contexto, además, el primer mandatario canceló su viaje al Brasil de Lula da Silva. En ese país se realizará este domingo y lunes la cumbre de las BRICS. Aunque Colombia no hace parte de ese bloque multilateral, Petro fue invitado de manera personal luego de que el país fuera admitido en el Nuevo Banco del Desarrollo.
Por otra parte, según pudo establecer este medio, empresarios, reunidos en la Cámara Colombo-Americana, han sido contactados por la Cancillería para conocer su postura sobre la posición. Y hay expectativa de si habría una convocatoria a la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, que reúne a los expresidentes para que den sus consejos sobre el tema. En todo caso, según confirmaron desde sus entornos, expresidentes como Álvaro Uribe Vélez no habrían sido aún contactados.
De todas maneras, la convocatoria de esa comisión no ha sido bien recibida en el pasado por el presidente Petro, quien ha reiterado en público que es él quien tiene la última palabra en estos asuntos como jefe de Estado.
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Lo cierto es que, a diferencia de como ocurrió en la crisis de enero, cuando el presidente Gustavo Petro negó el ingreso de un avión con colombianos deportados desde Estados Unidos, esta vez hay un amplio secretismo sobre los canales de comunicación que se han establecido para evitar una ruptura con el principal socio de Colombia.
De hecho, no cayó bien la carta que se filtró redactada por la exvicepresidenta y excanciller Marta Lucía Ramírez. Se trata de una misiva que enviaría al secretario de Estado, Marco Rubio, asegurando que la “actitud” del gobierno del presidente Petro “no representa el sentir de los colombianos”. Incluso, varios de los excancilleres que aparecían como firmantes tuvieron que salir a desmentir que hubieran sido consultados. Y la propia Ramírez aclaró que se trataba de un “borrador”.
Ese episodio muestra la forma en la que se está intentando abordar la crisis. Fuentes, tanto en Colombia como en Estados Unidos, aseguraron que se está dando prioridad a los diálogos de alto nivel. Esto significa la búsqueda de una comunicación directa entre Rubio, la canciller Sarabia y el vicecanciller Jaramillo.
En efecto, después de un pronunciamiento hecho el mismo jueves, García-Peña ha mantenido el silencio. En ese comunicado aseguró que el Gobierno de Colombia “reitera su firme compromiso con la relación bilateral, así como el avance de los múltiples espacios de cooperación”.
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En todo caso, y en línea con esa postura conciliadora, sí ha habido algunos pronunciamientos públicos desde el Gobierno. Para empezar, el presidente Petro intentó bajar el tono de la confrontación este jueves, el mismo día en que ambos países llamaron a consultas a sus respectivos embajadores. Durante la posesión de Héctor Carvajal como magistrado de la Corte Constitucional, el presidente dijo que estaba seguro de que el Gobierno de Estados Unidos “no tiene nada que ver con eso”, en referencia al intento golpista que quiso organizar el excanciller Álvaro Leyva.
En una línea similar, Sarabia, que aún no tiene una fecha de salida del Palacio de San Carlos, afirmó que “debemos seguir apostándole a una relación cercana, con respeto mutuo, con un diálogo permanente, franco y constructivo. Porque cuando dos pueblos se reconocen como aliados —no por conveniencia, sino por convicción— pueden construir juntos un futuro”.
Por su parte, el viceministro Jaramillo aseguró: “Colombia y Estados Unidos son y serán aliados. La buena relación va más allá de las coyunturas. Mantenemos el diálogo desde el respeto a la soberanía”.
Sin embargo, esos llamados a la calma no han sido acompañados de la aclaración de cuál es la ruta tomada por el Gobierno de Colombia. No obstante, al interior de este han pedido calma, asegurando que el llamado a consultas no significa una ruptura de la relación con el principal socio del país.
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Lo que queda en entredicho es si esa tensa normalidad se mantendrá tras el fin de semana, cuando en Estados Unidos se apaguen los fuegos artificiales por sus 249 años de independencia y se retomen las conversaciones sobre eventuales sanciones a Colombia.
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