
Néstor Humberto Martínez, ministro de la Presidencia. / Archivo
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El propio Néstor Humberto Martínez confirmó lo que desde la noche del pasado lunes era un rumor a voces: su renuncia al Ministerio de la Presidencia, cargo al que llegó el año pasado con el objetivo de ser el coordinador del equipo de gobierno, la agenda legislativa, y tiene bajo su cargo la Consejería de Equidad de la Mujer, el programa Colombia Joven, la Secretaría Jurídica, y la Secretaría de Transparencia. “Varias semanas atrás tuve ocasión de hablar con el presidente de una circunstancia que me compromete en mi vida personal y profesional que me obligaría a retirarme del Gobierno”, explicó.
Y agregó: “La renuncia se hará efectiva la próxima semana y una vez cumpla con mis compromisos personales y profesionales le he dicho al presidente que contará con un alfil que desde la calle va a defender su proceso de paz y su sueño por la reconciliación”. La razón que esgrime Martínez es que su hijo cerró una transacción con la firma de abogados mas grande del mundo y con ese acuerdo se asume la responsabilidad de dirigir esa empresa, que se llamara DLA Martínez Neira Abogados. “No tengo agendas ocultas. Mi único compromiso es con mi ejercicio profesional y se asume un reto muy grande en la vida de un abogado y me dedicaré a ello”, concluyó.
Lo cierto es que con la salida de Néstor Humberto Martínez crece el ruido sobre los movimientos políticos en el alto gobierno. Y aunque en sus declaraciones aseguró que el tema de una eventual aspiración a la Fiscalía no estaba en mi agenda, ni lo ha hablado con el presidente sanos, los rumores en torno a las razones de la dimisión siguen dando para todo tipo de especulaciones. Por eso, hay quienes creen que se trata del primer movimiento en su brega por llegar al ente acusador o que es el coletazo de una profunda división en el gabinete santista.
En algunos sectores de la Unidad Nacional se afirma que Martínez es el candidato de Palacio para la Fiscalía y que su renuncia se da en aras de brindar transparencia a dicho proceso de elección, que se debe dar en menos de 10 meses. Pero también, hay quienes aseguran que el guiño presidencial no se puede dar por hecho y que queda mucho camino por recorrer.
Otro ingrediente que, dicen motiva a Martínez tiene que ver con una supuesta división en el gabinete. Por un lado, su figura habría sido cuestionada por un sector en el que estarían la ministra consejera de Gobierno y para el Sector Privado, María Lorena Gutiérrez; la de Transporte, Cecilia Álvarez; la de Educación, Gina Parody, y la misma canciller, María Ángela Holguín.
Se trata de una ruptura que se habría acentuado en el marco de la reforma al equilibrio de poderes, que se tramita en el Congreso en octavo y último debate, cuando Martínez chocó públicamente con los ministros del Interior y de Justicia, Juan Fernando Cristo y Yesid Reyes, respectivamente, por cuenta de desacuerdos alrededor del nuevo modelo de administración judicial. De hecho, en dicho episodio hubo quienes acusaron a Martínez de querer ganarse el favor de las cortes de cara a su aspiración a la Fiscalía, en contravía de los intereses del Ejecutivo.
Otro pulso que se juega con la salida de Martínez tiene que ver con la distribución de cargas partidistas en el alto gobierno. En ese juego político, a Martínez se le acomoda cerca del vicepresidente Germán Vargas Lleras, toda vez que ambos fueron claves en la consolidación de Cambio Radical. Incluso, hay quienes dicen que fue el “superministro” quien logró tender puentes entre las cabezas de ese movimiento y las del Partido Liberal, concretamente con el expresidente César Gaviria, que en tiempos de la campaña a la reelección parecían distanciadas. De tal manera que su salida altera el equilibrio en un gabinete en el que pululan las aspiraciones políticas.
Incluso, una de las grandes dificultades ahora de Santos pasa por saber quién será su sucesor. Está claro que la articulación entre los sectores políticos, los ministerios, las otras ramas del Poder Público y el despacho presidencial requiere de una figura que genere más consensos que disensos, un talante que muchos le atribuyen a Martínez. Al fin y al cabo, por ejemplo, fue capaz de sentar bases de diálogo con el expresidente Álvaro Uribe, el principal opositor de Santos. Sin embargo, ese carácter también le ha jugado en contra pues, en algunas circunstancias, se ha criticado al jefe de Estado por permitir que Martínez haya cobrado mayor protagonismo que el ministro del Interior, Juan F. Cristo.
Son muchas las implicaciones que están detrás de la salida de Martínez. La renuncia está confirmada y, desde ya, todos los actores empiezan a acomodar sus versiones en una disputa por una supuesta reestructuración del gabinete que el propio presidente ha desmentido. Por ejemplo, ya se habla de otros relevos en las carteras de Transporte y del Interior, que se darían una vez quede en firme el equilibrio de poderes o, en el caso de Cristo, una vez pasen las elecciones de octubre y se reglamente el Marco para la Paz.
Por Redacción Política
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