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"Presidente, ahora tiene que cumplir"

El presidente de la Cámara dice que el Congreso hizo su tarea y le dio al Gobierno las herramientas que pedía para actuar.

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El Espectador
17 de diciembre de 2010 - 09:10 p. m.
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Hace 30 años, cuando el actual presidente de la Cámara de Representantes, Carlos Alberto Zuluaga, se desempeñaba como mensajero del Concejo de Medellín, pocos habrían apostado a que tendría la responsabilidad de sacar adelante el piso jurídico y legal de uno de los proyectos políticos más ambiciosos de la historia política del país: el de la prosperidad democrática que encabeza el presidente Juan Manuel Santos.

Hoy se da el lujo de afirmar que sacó adelante el ciento por ciento de los compromisos asumidos con el Gobierno y asegura que el hecho de ser un político dado a la conciliación no ha sido impedimento para que las cosas en la Cámara marchen como un relojito. En materia de liderazgo político, se debate entre el apoyo al ex presidente Álvaro Uribe y a Santos. Por eso, para apartarse de las polémicas, sostiene que se siente orgulloso de haber apoyado la seguridad democrática y se declara comprometido con la prosperidad democrática.

¿Cuál es el balance que tiene usted de este primer semestre como presidente de la Cámara de Representantes?

Me parece que es totalmente exitoso. Tuvimos un cumplimiento del ciento por ciento del cronograma que nos propusimos. Los proyectos de la prosperidad democrática surtieron su trámite, no sólo en aprobación, sino que también se mejoraron y se lograron consensos en temas sensibles. Creo que el presidente Santos debe estar complacido con una clase política que entendió su mensaje. Lo que le decimos ahora es: Presidente, ahí tiene sus herramientas, ahora tiene que cumplir.

¿Cuáles fueron los momentos más difíciles que enfrentó?

Hubo tres proyectos sobre los cuales había expectativa y generaban discrepancias claras. Para nadie es un secreto que la ley de víctimas y tierras generó una gran controversia entre dos bloques, el del Partido de la U y el Conservador, y el del Partido Liberal y Cambio Radical. Sin embargo, al final hubo consensos que permitieron que el proyecto avanzara en temas como el costo fiscal, las víctimas de crímenes de agentes del Estado y la fecha desde la cual se contemplaría el cubrimiento de las víctimas.

Por cierto, el tema de que la reparación arranque desde 1991 causó molestia en algunos sectores...

Así es. Teníamos un acuerdo de que fuera en el 93, el cual fue construido bajo la tutela del presidente del Partido Liberal, Rafael Pardo. Luego, muchos sectores sociales del país le hicieron ver al propio presidente Santos que para acoger los grandes hechos de violencia era mejor arrancar desde 1985. Finalmente, y luego de un debate de fondo, con el nombramiento de una comisión accidental en la que participaron los representantes de todos los sectores, incluido Iván Cepeda del Polo Democrático, ellos acordaron como fecha 1991. Pero estoy seguro de que la fecha va a ser revaluada en el Senado.

¿Y los otros dos temas?

La reforma a la salud, sobre todo con el ministro de Protección Social, Mauricio Santa María, que no conocía la dinámica del Congreso y le costó adaptarse a que esto no es sector privado. Fue tan compleja la situación que este proyecto tuvo 300 proposiciones de modificaciones y para evitar que se nos metiera un ‘mico’ fijé una política: proposición que no tuviera visto bueno del Ministro, no iba a discusión. Además, estuvo el complejo trámite de la reforma a las regalías, en el que por un lado estaban los representantes de las regiones productoras y por el otro estaban los que querían una mejor distribución.

¿Al final qué facilitó la aprobación de la agenda?

Yo siempre empleo una palabra: consenso. No le quito el derecho al micrófono a nadie. Yo no voy a atropellar al Polo, al Partido Verde o a las minorías o a quien no apoya las tesis del Gobierno.

¿Es una indirecta a lo que pasa en el Senado con Benedetti?

Son estilos. Yo soy más parroquial, más conciliador. Para lograr los objetivos no hay que imponer, hay que llamar al orden con tranquilidad. Respeto al doctor Benedetti, pero él es el presidente del Senado y yo de la Cámara.

¿Hay molestia por lo que dijeron algunos medios sobre la ‘pereza’ del Congreso, cuando después del 7 de diciembre se fueron de puente?

No, a mí me decían que debí ser más duro en la respuesta, pero yo no soy un hombre imprudente, sarcástico o burlón. Tenía un cronograma construido con los voceros y las mesas directivas hace más de dos meses y se cumplió.

¿Por qué han sido tan constantes los rumores sobre crisis en la Unidad Nacional?

La confrontación es sana porque permite que haya diferencias. Yo recuerdo que en una reunión con el presidente Santos, en la cual lo vi con un gran liderazgo, exigió a los voceros y presidentes de los partidos que trabajaran en la agenda y no se fijaran en los problemas propios de la dinámica de los partidos y de la política.

¿Qué tiene que decir a la inoperancia de la Comisión de Acusación de la Cámara?

Nosotros estamos participando de la Mesa de la Justicia. Allá solicité que junto con los miembros de la Comisión de Acusación hicieran un gran debate frente a la importancia de esta célula legislativa, porque creo que como está no tiene sentido que continúe. Hay que revaluarla, revisarla y reestructurarla.

¿Es el Congreso una de las entidad más corruptas del país, como dicen algunos estudios?

¿Sabe por qué yo acepté estar acá como presidente de la Cámara de Representantes? Porque no tengo nada que ver con el manejo del dinero. Acá el presidente no adjudica contratos. Esa es la labor del director administrativo y por eso les hemos pedido a la Contraloría y a la Procuraduría vigilancia permanente a los procesos de tipo administrativo.

¿Usted es uribista o santista?

Soy un buen conservador que respaldó el gobierno del presidente Uribe y no me siento mal por eso. Nosotros vamos a continuar respaldando las cosas positivas, ayer de Uribe y hoy de Santos.

Por El Espectador

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