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Carta de los senadores Jorge Eliecer Guevara y Luis Carlos Avellaneda
Es reconfortante que el Presidente Santos, acepte que se puede avanzar en solucionar el conflicto social y armado a través de la vía del dialogo.
La experiencia del Caguán que ha creado tanto escepticismo sobre la viabilidad de una salida política, debe ser un punto de partida para corregir errores, pero no puede ser un argumento en contra de la búsqueda de la paz.
La sola posibilidad de empezar un proceso de negociación política, debe ser motivo de apoyo y movilización de parte de toda la sociedad colombiana.
La vía militar ha demostrado su ineficacia para solucionar el conflicto, el crecimiento sostenido del gasto militar no ha logrado una correlación de fuerza definitiva para el estado, ni tampoco se ve justificable el uso de la violencia como instrumento de acción política.
Es necesario exigirle a las partes una verdadera voluntad política para hacer acuerdos: es necesario que se reconozca la dimensión social del conflicto, lo que implica un compromiso del Estado en su conjunto para superar el estado de necesidad que padece gran parte de la población.
El Gobierno debe escuchar los reclamos acerca de la superación de las desigualdades, en particular, la absurda distribución de la tierra, que con las políticas de las últimas décadas en materia rural no solo ha empeorado, sino que ha conducido al recrudecimiento del despojo y a la expoliación de los recursos naturales.
Es necesario pensar en una verdadera política de justicia transicional, acerca de la cual si bien se han dado algunos avances en materia normativa, aún no se ve el compromiso real de reparación a las víctimas, ni de las garantías de no repetición. Hoy los recursos destinados para la reparación a las víctimas no han crecido de manera significativa y en realidad, se están mezclando con los recursos de la política social ordinaria.
Los diálogos de paz y demás asuntos de negociación política deben realizarse de cara al país, con la participación de todos los estamentos de la sociedad civil, solo así es posible pensar una verdadera construcción de democracia, que garantice una paz verdadera, sin perjuicio de la necesaria prudencia en los acercamientos que ha reclamado el señor Presidente, para que enemigos agazapados de la paz no vayan a torpedear el proceso.