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Roberto Ortiz: “Quiero brindarle oportunidades a la gente”: Ortiz.
A Roberto Ortiz todos lo conocen como el “chontico”, por ser socio del consorcio que maneja el chance en el Valle del Cauca, uno de cuyos productos es el “chontico millonario”, una apuesta que venden en las calles de la ciudad más de 2.000 mujeres cabezas de familia y de bajos estratos. Nació en Honda (Tolima) pero hace más de 40 años vive en Cali. En 2003 ayudó a Angelino Garzón en la campaña a la Gobernación y también estuvo en las de Jorge Iván Ospina y Juan Carlos Abadía en 2007. Un día, el entonces representante Jorge Homero Giraldo le dijo que no iba a volver a postularse al Congreso y que por qué no se metía. Lo hizo y salió elegido a la Cámara con 36 mil votos, en 2010.
Cuatro años después se postuló al Senado pero no llegó. Entonces comenzó a redondear la idea de buscar la Alcaldía de Cali, por lo que libró un duro pulso por el aval al interior del Partido Liberal. Hoy está convencido de que esa oposición que le hicieron sirvió para ganarse aún más el apoyo popular: “La gente en la calle me decía: por algo no se lo quieren dar”. Ortiz creó la Fundación “A lo bien”, que ayuda a muchachos para sacarlos de la drogadicción, capacita gente para el trabajo y apoya hogares geriátricos y de niños desplazados. Dice que es un empresario que se formó en la lucha y que desde la Alcaldía se le puede ayudar más a la gente con transparencia, participación ciudadana y colaboración, haciendo un gobierno abierto.
Hay quienes dicen que la campaña en Cali se resume en una frase: el populismo de Angelino Garzón contra las chequeras de Maurice Armitage y de Roberto Ortiz…
No lo veo así y creo que los tres candidatos somos del mismo corte, pues hemos tenido trabajo social y en las bases populares. Yo lo resumo así: Armitage con su plata, como un hombre que reparte las utilidades entre sus trabajadores; Angelino como sindicalista y con sus pronunciamientos desde unos 20 años, y yo que soy una persona que no solo ayudo a mis trabajadores sino también a la comunidad.
¿Por qué quiere ser alcalde de Cali?
La vida me ha brindado muchas oportunidades. Yo crecí y me formé en la lucha y pienso que desde la Alcaldía se pueden implementar políticas en favor de la gente. Siempre pienso que en Cali hay en estos momentos mucha gente que está pasando por las necesidades que yo pasé, que está tocando puertas y no se le abren. Y lo que yo quiero hacer es brindarle a la gente oportunidades y que los ciudadanos vean que hay alguien que va a trabajar por ellos, que lo va a hacer de forma honesta y transparente. Lo he dicho en todas partes: no voy a la alcaldía a robarme nada y no voy a permitir que alguien robe.
¿Cuáles cree que son hoy los problemas más urgentes de la ciudad?
Cuando recorremos la ciudad, la gente lo que más nos dice es que se siente insegura. Las estadísticas dicen que el 45% de los habitantes manifiesta tener miedo por el robo, por la drogadicción. La otra situación es la movilidad. La mayoría de las personas rechazan el MIO y dicen preferir el transporte alternativo, que el transporte pirata. Otra prioridad tiene que ser el empleo. Cali tiene hoy 550 mil personas en la informalidad y solo 450 mil en la formalidad. Y otro problema es el de las pandillas. Aquí el desempleo juvenil es del 14%, lo que genera en el pandillero y el sicario. Esta es una ciudad donde muchachos de 14 años roban, secuestran y matan porque no tienen oportunidades.
¿Cómo enfrentar el problema del microtráfico?
Creando cuerpos élites de la Policía, así como se creó en un momento dado el Bloque de Búsqueda para luchar contra el narcotráfico. Cali tiene microextorsión y microtráfico, delitos que maneja el crimen organizado. En la galería de Santa Helena, por ejemplo, un campesino que viene y trae fajos de cilantro, tiene que pagar $10 mil pesos diarios para poder venderlo. En los barrios tienen que pagar para poder trabajar. Hay que combatir eso con inteligencia, con cooperación ciudadana. Hay que buscar acompañamiento de la Policía, pero que haya rotación cada seis meses para que no se contaminen. Y que la Alcaldía los dote de tecnología, de buenos carros, con equipos de comunicación. Todo lo necesario para que puedan operar con éxito. Cuerpos elites de unos 500 hombres.
¿Qué escenario vislumbra para Cali en un eventual posconflicto?
Cali necesita una paz urbana y si no estamos preparados para acoger 5.000 o 6.000 desmovilizados de la guerrilla que van a llegar al oriente y a la zona de ladera, lo que se va dar es que van es a alimentar esos cordones de miseria, las pandillas y los grupos delincuenciales. El posconflicto se soluciona con plata y tiene que haber una articulación entre el gobierno local y el gobierno nacional para que se les puedan brindar a esos desmovilizados oportunidades de empleo y de ingresos, creando microempresas. Y hay que hacerles seguimiento, porque no se trata solo de darles un sueldo por cinco o diez años. Si es así, podríamos tener desmovilizados con plata conformando grupos delincuenciales de gran calibre.
¿El Gobierno nacional le ha cumplido a Cali?
Está en deuda. Cali le puso al presidente Santos unos 420 mil votos y el Valle 824 mil y esperábamos más. El vicepresidente Germán Vargas Lleras está haciendo obras pero falta más compromiso del con la ciudad.
En las últimas semanas se ha dado una proliferación de encuestas. En unas ganas Garzón, en otras Armitage y algunas usted, ¿les cree?
Sí, así como cuando aparezco de primero o cuando aparezco de segundo. Ellas reflejan lo que puede pasar, pero sé que todo depende de la manera como se asuman las propuestas en la campaña y de la credibilidad de estas.
¿Qué significa enfrentar a su amigo, Angelino Garzón?
Recuerdo que el año pasado él me decía: Roberto, preséntese que usted es el mejor candidato. Yo le preguntaba entonces si iba a aspirar y me decía que no. Fue una sorpresa para mí cuando se supo que era el candidato de Roy Barreras, pero yo tengo que seguir mi camino. Nosotros comíamos juntos pero meses que no hablamos. Él es hoy mi adversario político, lo quiero mucho y lo respeto.
En un principio, Angelino Garzón se veía invencible. Hoy no es así, ¿qué cree que pasó?
Él siempre defendió sus principios y a la gente, pero ahora terminó asociado con la clase que odió y combatió, aliado con alguien que cuando se enfermó lo quiso tumbar de la Vicepresidencia. Está haciendo lo que hacen casi todos los políticos: estar donde más le conviene. A mí no me gusta eso y creo que uno tiene que tener una línea.
¿Se le puede ganar a Armitage?
Es un señor que tiene una historia de vida muy bonita. Reparte su plata con sus trabajadores, pero como me decía una afrodescendiente del oriente de Cali: él reparte con sus trabajadores, ¿pero a mí que me toca? Aprovechando la recolección de firmas hizo una inversión millonaria en publicidad, llegó a tener 20 vallas en la ciudad, y nadie controló eso.
Maurice Armitage: “Unos me dicen comunista, otros oligarca”
Caleño, de padre inglés y de madre paisa. Dice que nunca ha estado por fuera de la ciudad más de dos meses y fue cuando en 2002 lo secuestró el Frente 57de las Farc en el Chocó. Tuvo que pagar por su liberación y seis años después se lo llevaron unos delincuentes comunes en Jamundí (Valle) con la intención de ‘venderlo’ a la guerrilla. Tras una operación militar ordenada por el presidente Álvaro Uribe, fue rescatado para darse cuenta que el mayordomo de su finca era quien lo había entregado a sus captores. Lo perdonó y hasta le pagó el abogado para afrontar el proceso judicial. Incluso hizo parte de uno de los grupos de víctimas que viajó hasta La Habana para entregar sus conceptos sobre el proceso de paz.
Es fundador de la Siderúrgica de Occidente (Sidoc), de Cementos San Marcos y del Ingenio de Occidente. Y hoy, Maurice Armitage quiere ser alcalde de Cali a través del movimiento Creemos Cali y el apoyo del uribismo, manteniendo la filosofía de que hay que redistribuir las ganancias entre sus trabajadores. Está convencido además que es por el camino del diálogo que se puede alcanzar la reconciliación de los colombianos y de Cuba llegó convencido de que la paz es posible.
¿Por qué un empresario exitoso se mete en la leonera de la política?
La verdad es que nunca en la vida se me había pasado por la cabeza ser candidato. A mediados del año pasado, algunos empresarios amigos empezaron a visibilizar a Nicolás Orejuela, una persona joven y muy capaz, pero nunca subió en las encuestas. Entonces se presentaron Angelino Garzón y Roberto Ortiz como candidatos, y unos amigos me insinuaron que me metiera y, como dice el dicho, un bobo cariado mata la mamá. Yo diría que me escogen porque de alguna manera en mis empresas he establecido una manera distinta de manejar las relaciones con los trabajadores, la cual nos ha traído éxito, y que es la distribución de las utilidades. Además, como yo había sido secuestrado dos veces, la gente ve raro que una persona como yo perdone a su secuestrador y le pague el abogado para que lo saque de la cárcel. Creo que tenemos que comenzar a cambiar nuestra mentalidad, y empezar a entendernos y perdonarnos.
Pero, sin duda, a usted le sonaba la cosa…
Todo monaguillo quiere ser Papa. Yo he sido un empresario industrial, tengo 70 años y esta es la oportunidad de devolverle a Cali todo lo que me ha dado en la vida. Estamos haciendo el esfuerzo, aunque le confieso que nunca pensé lo difícil que era esto.
O sea que usted es el candidato de los empresarios de Cali…
No y pasa una cosa muy simpática: en los clubes sociales me dicen que soy comunista y en Aguablanca que soy un oligarca hijuemadre. Hay algunos que están contentos y otros que están arrepentidos de haberme escogido. Yo me saco chispas con los empresarios porque les estoy diciendo que nos tenemos que volver más distributivos y que Colombia no puede seguir ocupando el segundo puesto dentro de los países más inequitativos de Latinoamérica. Tenemos que distribuir más y mejor el ingreso, sobre todo cuando estamos ad portas de hacer la paz. La paz no se hace por decreto sino que se construye, y la única forma es pagándole mejor a la gente, dándole oportunidades, generando más empleo justo.
¿Entonces, quiénes están detrás de su campaña?
Gente de Cali, amigos míos, intelectuales que creen que puedo hacer un buen papel como alcalde. Llevo trabajando socialmente 10 años con la Fundación Sidoc. Cali es una ciudad con muchos problemas sociales, aquí se acuestan todos los días por lo menos 180 mil personas con tan solo una comida diaria y con eso nunca tendremos seguridad. Cali no es solo la capital del Valle del Cauca sino del suroccidente colombiano. Aquí todos los días llega gente del Cauca, de Nariño, de Chocó, de la Costa Pacífica, y por eso la ciudad tiene que estar generando ingresos justos y trabajo para todos. Y el Gobierno tiene una obligación muy grande con la ciudad, con las Empresas Municipales, por ejemplo, no interviniéndolas sino colocándolas en la posición para que puedan competir y también ayudar con inversión. Si no tenemos la ayuda nacional no podremos responder a los retos que se nos plantean.
Uno de los problemas más críticos de Cali es el de la seguridad: pandillas, microtráfico, ¿cuál es su propuesta?
Precisamente esos problemas tienen que ver con la falta de oportunidades. Uno va a las comunas y los muchachos no tienen oportunidades y por eso se dedican a delinquir. Mientras no tengamos intervención social, no vamos a tener seguridad. Aquí se pueden traer 100 mil policías, pero mientras no haya oportunidades, la seguridad nunca llegará.
¿Cómo vislumbra usted la Cali en un eventual posconflicto?
Será un gran reto social. Los caleños tenemos que cambiar la mentalidad y tenemos que ser más distributivos. Y tenemos que hacer que el Estado mire hacia acá. Cali está atrasada en muchas cosas: tenemos que recuperar la generación de energía, tenemos que hacer más vías, tenemos que complementar el MIO. Trabajo es lo que tenemos y hay que dirigir esas inversiones para generar empleo.
¿Se puede ser un buen alcalde sin tener las estructuras políticas que manejan los concejales?
Esa es la gran pregunta. Yo aspiro que en la medida en que la ciudadanía vea que yo soy un alcalde comprometido, que se preocupa por resolver los problemas, que estoy por la cosa social, me van a mirar de tal manera que el Concejo va a querer trabajar conmigo.
¿Qué percepción le quedó después de verse cara a cara con los jefes de las Farc en La Habana?
Quedé aterrado de ver el esfuerzo y la seriedad de todos los países que están ayudando en el proceso. Todo el mundo ayudando a que los colombianos nos entendamos y nosotros no hacemos sino ponerle trancas a la rueda de la paz. Y de las Farc me quedó una percepción de honestidad. Creo que ellos ya entienden que la guerra de guerrillas cambió. Antes era una lucha entre soldados y guerrilleros y ahora es entre bombardeos aéreos y guerrilleros. Todos se envejecieron y es muy difícil ver a un ‘Pablo Catatumbo’, por ejemplo, volviendo al monte con 60 años, corriendo lomas y selvas. Creo que las Farc quieren hacer la paz, lo que pasa es que así como nosotros desconfiamos de ellas, ellas desconfían de nosotros. Tenemos que vencer esa desconfianza.