Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

Recordando a Alberto Lleras a 20 años de su fallecimiento

Homenaje a la trayectoria de un brillante intelectual que fue dos veces mandatario de Colombia.

Redacción Política

04 de enero de 2010 - 05:16 p. m.
PUBLICIDAD

Hace 20 años, a sus 83 de edad, falleció en Bogotá el ex presidente liberal Alberto Lleras Camargo. Pasa el tiempo y, lejos de caer en el olvido, cada día recobra vigencia su vida y su obra. Pero más allá de sus gestiones como mandatario o las realizaciones que le permitieron gozar de prestigio en el plano internacional, recobrar su memoria es evocar el ejemplo de un intelectual que unificó sus ideales personales con su vida dedicada al progreso de Colombia.

Ante todo, Lleras Camargo fue un infatigable periodista. Prueba de ello es que a sus 15 años ya publicaba artículos en el periódico La República, de Villegas Restrepo, donde su hermano Felipe escribía crónicas y análisis. Rápidamente, para reemplazar al talentoso Luis Tejada, pasó a El Espectador y meses después a El Tiempo, donde desarrolló una prolífica carrera, con un paréntesis para trabajar en los periódicos El Litoral, La Nación y El Mundo, de Argentina.

A los 23 años ya oficiaba como jefe de redacción de El Tiempo y apenas despuntaba en el quehacer político que, dos años después, le permitió ser elegido representante a la Cámara. Ya como dirigente nacional, durante la primera administración de Alfonso López Pumarejo (1934-1938), fue secretario de la Delegación Colombiana en la Conferencia Panamericana y durante algunos meses ofició como ministro de Educación y de Gobierno.

Al concluir el cuatrienio López, como buen periodista constituyó el periódico El Liberal, para defender la obra de gobierno del gestor de la “Revolución en marcha”. En el segundo gobierno López ocupó la Embajada de Colombia en Washington y, a sus 39 años, la Presidencia de Colombia para concluir el malogrado segundo mandato de Alfonso López. Gobernó entre 1945 y 1946 y, honrando la democracia, le entregó el poder al conservatismo, ganador en las elecciones.

Entonces regresó al periodismo y fundó la revista Semana en 1946, y un año más tarde asumió la presidencia de la Unión Panamericana, que en 1948 se convirtió en la Secretaría General de la OEA. Volvió al país en 1954 para regentar la Universidad de los Andes, pero la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla lo obligó a regresar al periodismo y la política. Primero como director del periódico El Independiente, que circuló en reemplazo de El Espectador en 1956.

Read more!

Y posteriormente, en unión con el ex presidente conservador Laureano Gómez, en el ejercicio del diálogo para hacer posible la paz política entre las dos colectividades y promover el Frente Nacional. El tributo a sus esfuerzos fue nuevamente la Presidencia de la República, entre 1958 y 1962. Un mandato en el que la búsqueda de la paz y el progreso social fue el norte que lo caracterizó.

Desde entonces, a prudente distancia del poder, siguió siendo un vigía del liberalismo y de la integración nacional. Apoyó a Carlos Lleras en 1966, a Misael Pastrana en 1970, a López Michelsen en 1974. Años después, en 1981, el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar le rindió homenaje a su vida y obra. El colofón de un productivo ciclo vital que sólo se extinguió nueve años después, en 1990, en medio de la tranquilidad del deber cumplido.

Read more!

Con semejante trayectoria, es apenas lógico que sus sucesores lo exalten como uno de los grandes. “El hombre con un talento político extraordinario que logró armar un movimiento suprapartidista, vinculando a la sociedad civil, para ponerle fin a la dictadura de Rojas Pinilla sin disparar un solo tiro”, observó el ministro y ex alcalde de Bogotá Jaime Castro. En otras palabras, “el hombre clave para superar la violencia entre conservadores y liberales”, como observó Antonio Galán.

“Un hombre multifacético. Analista político, periodista, escritor, estadista, con la capacidad de crear instituciones y deponer los odios, con gestos de sensatez para acrecentar los caminos de paz”, agregó el ex ministro Humberto de la Calle. “El último vocero de la disciplina de convicción, un hombre que marcó la institucionalidad de Colombia y obró como el gran notario de las decisiones liberales”, aseveró el ex presidente Ernesto Samper.

No ad for you

Difícil encontrar quien no elogie su obra. Su profunda convicción por la reforma agraria, su decisión de fortalecer las Fuerzas Militares, su clara dimensión de preservar la institucionalidad y la educación pública. Como hoy lo resume su nieto y candidato al Congreso, Felipe Zuleta, “un estadista integral, un político decente y comprometido con el país, un liberal demócrata e inteligente que aún le hace falta a Colombia”.

Por Redacción Política

Conoce más

Temas recomendados:

Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.