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El Alto Comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, renunció el jueves al cargo para pasar al campo político, tal y como había anticipado el funcionario en las últimas semanas.
Restrepo, sin embargo, tendrá una condición de "facilitador" o que pueda hacer gestiones para el gobierno en caso de una liberación de secuestrados o contactos con grupos insurgentes. Esa condición de facilitador la han tenido en el pasado, con el aval oficial, activistas y legisladores, incluyendo de oposición.
El anuncio de la salida de Restrepo y su condición de facilitador fue hecho en la casa de gobierno por el propio presidente Álvaro Uribe, asegurando que Restrepo se dedicaría ahora a trabajar vía las elecciones legislativas de marzo del 2010.
No se nombró a un sucesor, sino que en caso de precisarse alguna gestión, esta correría por cuenta de Restrepo, según indicó el funcionarios a los reporteros en la sede de gobierno.
Desde hace varias semanas versiones de la prensa local indicaban que Restrepo, tanto como otros colaboradores de Uribe, dejarían sus cargos desde comienzo de año y hasta mayo porque las leyes colombianas prohiben que candidatos al congreso o a la presidencia hayan ejercido un cargo público un año antes de los comicios.
Las elecciones al congreso serán en marzo del 2010 y en mayo de ese año las presidenciales.
Restrepo declinó explicar si buscará o no una curul legislativa y a nombre de cuál partido.
Con la salida del Comisionado, asciende a cuatro el número de colaboradores de Uribe que se han apartado del gobierno en las últimas semanas para esquivar la prohibición legal en caso de candidaturas.
En febrero renunció el ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias y esta semana dejaron sus cargos el ministro del Ambiente, Juan Lozano y un cercano asesor del mandatario, José Obdulio Gaviria.
Restrepo, de 54 años, fue el primer y único Comisionado de Paz que ha tenido el gobierno del presidente Uribe, desde que asumió en agosto del 2002.
El ahora ex comisionado, un siquiatra y escritor, frecuentemente era objeto de críticas por su rol en intentar acercarse a grupos rebeldes como las Farc, con las que nunca tuvo un encuentro cara a cara.
Pero además, recientemente, fue fustigado por su bajo perfil en temas como el intercambio de secuestrados por rebeldes en prisión, o por fallar en encontrar soluciones para problemas como el estatus judicial definitivo para paramilitares desmovilizado.
Por El Espectador
