
Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe, cuando los intereses políticos los unían y el proceso de paz todavía no los separaba. / AFP
El honor que me llegó de Noruega no significó que bajara la guardia en los empeños para salvar la paz. Había que seguir dialogando con todos para lograr un consenso que nos permitiera tener pronto un nuevo acuerdo. Los guerrilleros, desde septiembre, se habían comenzado a desplazar para acercarse a las zonas veredales donde se concentrarían, y todo había quedado paralizado, como en el juego de las estatuas. El cese al fuego seguía vigente, pero mientras no se tuviera un acuerdo en firme, era muy frágil y podría romperse por cualquier...
Por ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR
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