¿Qué opina de que usted encabece la lista de la farcpolítica?
Esa es una presión para que uno no haga nada, para que se calle, para que se considere delincuente como el resto de los que acompañan al Gobierno, que están involucrados en todos los escándalos que hay en este momento.
¿Tiene temor a la investigación?
No, y me someto a ella. No me extralimito en dar declaraciones porque ya di poder a mis abogados. Esta es una batalla jurídico-política. Es importante que el país sepa la verdad de las cosas. No se le puede creer al contenido de un computador que estuvo dos meses y medio en poder de la Policía. A mí, un régimen mafioso no me va a meter debajo de la cama.
¿Cree en la Corte Suprema?
Le creo.
¿Y en la Policía?
No. Inteligencia militar desde hace rato viene buscando, como dicen ellos mismos, ‘sembrarle sorgo a esa vieja’. Han hablado con desmovilizados de las Farc, tratando de convencerlos de que declaren que a mí me han visto en campamentos de la guerrilla. Yo estoy informada de todo y a mí me pueden poner el testigo que sea, porque un testigo falso no resiste la verdad.
¿Se siente perseguida por el gobierno Uribe?
Hace rato vengo diciendo que soy una perseguida política. Se hace lo que sea con tal de demostrar que estamos todos en el mismo costal.
¿Qué pruebas tiene para decir que le están intentando montar testigos?
Por las informaciones de la misma gente. A mis amigos más cercanos les han venido ocurriendo cosas: a mi niñera se le metieron al apartamento y le robaron las dos CPU del computador. Esa denuncia está en la Fiscalía. El viernes de la semana pasada, en la Casa de la Mujer, dejaron una corona fúnebre en la puerta y los vecinos, preocupados, llamaron a preguntar si los que la dejaron eran amigos míos. A todo el que sea cercano a mí lo persiguen, lo desaparecen o lo matan.
¿Cree en el Fiscal?
Él no es imparcial conmigo, pero la Corte Suprema sí. También sé que hay muchos contradictores políticos interesados en acabar con mi carrera. Muchos creen que con eso van a ser presidentes de la República, inclusive dentro del mismo Partido Liberal.
¿Usted cruzó correos con ‘Raúl Reyes’?
No, al principio sí quise saber cómo contactarme y con quién. Correos electrónicos, no; pero correos humanos, todos los que quiera.
¿O sea que no tiene por qué estar en el computador de él?
Tendría que estar loca para reconocer eso. Eso es un montaje.
¿Y el aval de la Interpol?
La declaración de la Interpol la han usado como les da la gana. La misma Interpol dice que eso no se puede usar como prueba legal. Y además tuvieron casi 54 horas de manipulación. Yo qué le voy a creer a eso. Es claro que tengo que comparecer ante la Cortes Suprema si me llaman y allí tendré la oportunidad de decir todo lo que hice durante el tiempo que actué como facilitadora y mediadora.
¿Qué es la farcpolítica entonces?
Un montaje del Gobierno, de un gobierno que es capaz de extraditar a sus socios. En un debate mío, el 14 de diciembre de 2004, puse unas grabaciones donde hacían acuerdos entre ellos para que no siguieran hablando y para que no denunciaran nexos entre algunos empresarios y el paramilitarismo. Si el Gobierno los extradita para que no sigan hablando, ¿uno qué puede esperar? En el país todo el mundo está aterrorizado tratando de esconderse y buscando debates distintos a los que deben ser, para tapar lo que está ocurriendo y lo que puede ocurrir. Pero que compren testigos, que siembren cuentas bancarias, que encuentren computadores. ¿Por qué estos computadores sí aparecen y no el de Mancuso?
¿Siente, en estos momentos, algún temor de enfrentar a la justicia?
Yo he trabajado con claridad, con seriedad y con responsabilidad. A mí ni me han dado plata, ni me hecho operaciones desde la guerrilla, ni me han dado votos. Nada de ese tipo de cosas. Estoy convencida de que hay que hablar con las Farc y con el Eln. Hablar de la salida política y negociada del conflicto, de que se debe acabar con el secuestro, de que los civiles deben ser entregados y de que se debe trabajar en el acuerdo humanitario. De eso no me voy a retractar jamás. Lo que hice, lo hice dentro de la responsabilidad que tenía y con las convicciones absolutas que me cobijan. Y lo volvería a hacer, si me tocara.
¿Se arrepiente de algo?
De nada. De lo único que me arrepiento es de haberme dejado engatusar, de caer en la trampa que nos tendió el Presidente con toda su gente, porque finalmente ellos estaban detrás de otras cosas y no del acuerdo humanitario.
Por El Espectador
