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Un momento crítico

El ambiente político está convulsionado en el continente. ¿Cómo afectará a Colombia? ¿Cómo reaccionará el presidente Petro?

Rodrigo Pardo

15 de enero de 2023 - 01:15 a. m.
AME4954. BRASILIA (BRASIL), 08/01/2023.- Policías antidisturbios accedieron este domingo al palacio presidencial de Planalto, sede del Gobierno de Brasil, que está tomado por cientos de seguidores radicales del expresidente Jair Bolsonaro, en Brasilia (Brasil). Decenas de agentes subieron la rampa que da acceso a la primera planta del palacio disparando gases lacrimógenos, mientras otro grupo de uniformados rodeaba el edificio. Seguidores del expresidente brasileño Jair Bolsonaro invadieron este domingo el Palacio de Planalto, sede del Ejecutivo, y la Corte Suprema, después de haber irrumpido antes en el Congreso Nacional en actos golpistas contra el presidente Luiz Inácio Lula da Silva. EFE/ Marcelo Camargo/Agencia Brasil/NO VENTAS/SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)
Foto: Marcelo Camargo/Agencia Brasil - Marcelo Camargo
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Se sabía que el arranque del nuevo período de Lula da Silva sería complejo. Al fin y al cabo, ganó la presidencia por segunda vez —y para un tercer período— por una mayoría exigua frente a su rival, Jair Bolsonaro. La estrechez de la victoria y los lenguajes utilizados durante la campaña fueron un anuncio de que lo que vendría sería distinto —y más complejo— que los ocho años de Lula I, entre 2003 y 2011. Casi todos los nuevos rasgos de la vecindad son más complejos. Todo indica, en fin, que la segunda presidencia de Lula da Silva será más difícil que la primera.

Y lo que se puede decir de Brasil también se sentirá en otros países. El ambiente político está convulsionado. Vale decir, no existe ni recuerdo de los consensos que se llegaron a construir a finales del siglo pasado. En la primera Cumbre de las Américas, por ejemplo, que se llevó a cabo con la única ausencia de Cuba. En la versión más reciente, el mandatario anfitrión Joe Biden no invitó a Nicolás Maduro (de Venezuela), Miguel Díaz Canel (Cuba) ni a Daniel Ortega (Nicaragua). Este hecho condujo a que México se marginara y conformara un grupo de cuatro países más, y a que en el seno de la reunión el asunto se convirtiera en el más sensible y discutido, hecho que le restó brillo y claridad al evento.

Es evidente que las relaciones entre los países latinoamericanos pasan por un momento difícil. No operan los instrumentos multilaterales de cooperación y varias relaciones bilaterales están en punto de baja comunicación. No es hora de consensos y los entendimientos también se han debilitado. El actual es uno de los puntos más convulsionados en las relaciones entre los miembros de la comunidad hemisférica. Tampoco es el momento de liderazgos creativos ni brillantes. Más bien, la fragmentación está a la orden del día.

Juan Gabriel Vásquez, en lúcido análisis publicado en El País el jueves pasado, resaltaba las similitudes entre lo ocurrido en Brasil al día siguiente de la posesión de Lula da Silva y el asalto ocurrido en Washington a raíz de la derrota de Donald Trump en las elecciones presidenciales y de la victoria de Joe Biden. Coincidencias escalofriantes en las formas, los motivos y el derroche de barbaridad. ¡Incluso en las imágenes! Similitudes que obligan a plantear preguntas muy poco constructivas en cuanto a un futuro optimista: ¿Trump y Bolsonaro son una corriente o tienen una conducta repetible? ¿Hasta dónde llegarán? Y la pregunta más preocupante: si se siguen repitiendo estos episodios, ¿qué futuro tendrá la democracia?

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Y por supuesto: ¿cuál será la respuesta de la política exterior del presidente Gustavo Petro? El nuevo mandatario se la jugó con la oportuna reapertura de las relaciones con Venezuela. Es tan amplia la agenda bilateral, tan complejos los asuntos que están en juego y tan trascendentales los temas comunes —unos facilitarán la cooperación otros serán de desacuerdos—, que se necesitaba reabrir canales y revivir los instrumentos diplomáticos. El hecho de que Guaidó se hubiera apartado de la idea de que era presidente despeja algunos caminos. Por supuesto, habrá que ver cómo reacciona ahora Maduro.

Pero la gran pregunta es ¿qué vendrá ahora para la política exterior colombiana? ¿Cuáles son las prioridades? Porque la sola lista de los países con los que ha habido más movimiento desde la llegada del nuevo gobierno da la medida sobre las dificultades que existen en el continente y las dificultades que enfrentará —y está enfrentando— el nuevo gobierno. Si algo ha quedado claro, por ahora, es que el presidente Petro y el canciller Álvaro Leyva entendieron mejor que sus asesores que la presidencia de Guaidó no iba a ningún lado. La pregunta, ahora, es ¿qué vendrá después?

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Una pregunta, por cierto, que no se limita a Venezuela y se extiende a todo el continente, hoy más identificado con conflictos y divisiones. Más aun cuando la mayor parte de las predicciones económicas para el año que comenzó son, en términos generales, muy difíciles. Y es bien sabido que en recesión, desaceleración o crisis de cualquier tipo, todo se hace más difícil. El nuevo año —según los conocedores de la materia— lo será.

*Periodista y ex canciller.

Por Rodrigo Pardo

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