“Una agenda nacional no se puede basar en odios”: Luis Fernando Velasco

El senador liberal insiste en su propuesta de una ley interpretativa para aclarar las dudas frente a la JEP. Dice que a Iván Duque le falta liderazgo en el interior de su partido, el Centro Democrático; que debería relanzar su gobierno y entender que, aunque ganó la Presidencia, perdió el Congreso.

Laura Angélica Ospina - @LaurisOspina
10 de junio de 2019 - 11:00 a. m.
Para Velasco, el acuerdo nacional que propone Duque no puede ser para revivir las objeciones a la JEP. / Cristian Garavito
Para Velasco, el acuerdo nacional que propone Duque no puede ser para revivir las objeciones a la JEP. / Cristian Garavito

Hundidas las objeciones presidenciales, según consideró la Corte Constitucional, ¿hay ambiente político para retomar el gran acuerdo nacional de Duque?

El país sigue polarizado, y aunque el presidente tiene la mejor intención de sacar adelante un acuerdo nacional, hay un problema: su falta de liderazgo en el interior de su propio partido. Si no ejerce una guía muy fuerte en su bancada, no habrá ningún consenso. Nos estamos acercando a las elecciones regionales y el partido de gobierno cree firmemente que el discurso contra el Acuerdo de Paz puede seguir usándose para obtener réditos electorales. Entonces no será posible un acuerdo nacional si resurge para revivir las objeciones. Además, un gran acuerdo tiene que ser sobre cosas grandes y tener claridad de su objetivo. Uno puede empezar por pactos pequeños, como la ley interpretativa que propongo, pero para lograr un acuerdo nacional es necesario entender cuáles son los sueños colectivos. En ese sentido, el tema de Santrich no es más que un odio colectivo, y una agenda nacional no se puede basar en odios.

Por cierto, Miguel Ceballos, alto comisionado para la Paz, se refirió a esa ley interpretativa como un posible camino, pero otras voces del Gobierno dicen que no la consideran, pues no quieren aclarar sino modificar los Acuerdos de Paz...

Esa ley sirve para arreglar apenas uno de los varios temores del Gobierno: aclara las dudas sobre el mecanismo de extradición porque propone interpretar auténticamente quiénes son los terceros que tienen derecho a la justicia transicional. Y aunque el Centro Democrático debe buscar puntos de encuentro para solucionar sus otros temores, la ley interpretativa puede ser el primer paso para que todos los partidos, incluida la FARC, construyan un futuro gran acuerdo. Luego de votadas las objeciones en el Senado hablé con el exfiscal Néstor Humberto Martínez y con el mismo presidente sobre este proyecto. Martínez lo vio como una posibilidad y Duque fue receptivo. Pero también sé que, en parte, su victoria electoral se debió a haberle dicho al país que él solucionaría algunos defectos de los acuerdos. Y pues es evidente que el Centro Democrático también puede presionarlo para que la ley interpretativa no sea el camino. Así que oficialmente no ha habido ningún acercamiento nuevo con el Gobierno y la única declaración sobre el tema fue por parte de Ceballos. Pero con eso guardo la esperanza: el presidente no se monta del todo en la ley, pero por lo menos no se desmonta.

¿Y qué se ha hablado en el interior del Partido Liberal?

Quiero aclarar que esta ley es algo muy pequeño y no un gran acuerdo nacional, pero sirve para generar confianza entre las fuerzas políticas. La bancada ha hablado con las otras colectividades sobre eso y ponemos sobre la mesa que, en caso de realizarla, Duque debería liderarla.

¿Qué piensa de la postura del Centro Democrático de mantenerse en ideas como convocar a una constituyente y de haber considerado la opción de llamar a una conmoción interior?

Con esas ideas les hablan a sus electores y es respetable. Pero no pueden olvidar que su partido ganó las presidenciales y cuando eso pasa el compromiso no es solo con sus votantes sino con el país entero. Me parece un error esa postura, porque probablemente aseguren sus bases, pero su responsabilidad es darle norte a su país, ponerlo a soñar. Y diría que no deberían seguir con el déjà vu de la descalificación, porque para el resto del país lo que proponen es una pesadilla.

¿Cómo ve la implementación del Acuerdo de Paz? Se sabe, por ejemplos de otros países, que el posconflicto es un momento complejo...

La implementación tiene aún un problema: no está resuelto el tema de la seguridad jurídica para quienes dejaron las armas, y lo digo por los mensajes de algunos funcionarios del Gobierno y líderes del Centro Democrático, que intensifican la desconfianza en el proceso. En este caso, el presidente debería hacer la acción política de superar el tema de la extradición. Hay que cumplir los acuerdos, pero los partidos no se pueden mantener en la idea de derrotar al adversario. La política debe trascender para acercar a las partes y lograr verdaderos consensos, y no para descalificar al otro. Más allá de las dudas de los políticos, los problemas de los colombianos giran en torno a temas sobre su sistema de salud, el asesinato de niños, el desempleo. Si nosotros no interpretamos al país de hoy, otra gente por fuera de los espacios de debate lo va a hacer. Aunque vamos hacia la implementación del pacto de la paz, vamos muy lento. Y si el Estado llega dentro de cinco años a donde antes había guerrilla, encontraremos el Estado de la fuerza, es decir, otros ilegales. Solucionar eso, por ejemplo, sería el inicio de un gran acuerdo nacional.

¿Cómo ve la gobernabilidad del presidente?

Quienes gobiernan al lado de Duque solo tienen formación técnica y no política. Tienen el defecto de creerse dueños de la razón y no entienden que hay que escuchar a las distintas fuerzas e intereses. Entonces, ha ocurrido que personas de su gabinete les prohíben a funcionarios atender a parlamentarios, cuando gestionar pactos sociales es una de las funciones de los congresistas. Si no entienden las dinámicas políticas, pierden la noción de la democracia representativa y creen equivocadamente que el régimen presidencial es más un virreinato donde los demás obedecen. Pero no es así. Aunque Duque ganó la Presidencia, perdió en el Congreso, y ese también es un poder. Por eso se debe acercar y construir en conjunto políticas públicas. Duque debe relanzar su gobierno y darle a entender a su partido que no es un senador más, sino el presidente de los colombianos.

¿Cómo vio este período legislativo que está próximo a acabar?

Le reconozco al Congreso que tuvo la grandeza de evitar que destrozaran los Acuerdos de Paz. En un Gobierno que reitera que ese pacto estuvo mal, mantener la esencia de los textos de La Habana es valioso. Por otro lado, Duque no necesitó comprar decisiones y le dio juego a su partido. Pero parte de su problema en este período fue querer ganar con una sola bancada. A la agenda legislativa del Gobierno no le fue bien. Se aprobó lo que por obligación necesitaba el país. Ejemplos de eso fueron el Plan Nacional de Desarrollo y la Ley de Financiamiento, que, o se surtían o se expedían por decreto. Y su tema grueso —las objeciones— no salió, porque le apostaban al pasado y no al futuro.

¿Y la llegada de “Santrich” al Congreso?

No faltará el congresista anónimo que cree que su momento de gloria será insultarlo. Eso sería una equivocación. Él se tiene que posesionar porque lo eligieron. Ahora, una vez en su curul, tendrá que responder ante la Corte Suprema, porque lo están sindicando de supuestos delitos de narcotráfico. El alto tribunal tomará las decisiones. Lo que pienso es que, más allá de la posesión futura de Santrich, en el Congreso necesitamos unos debates con menos adjetivos y más ideas.

Saliéndonos del Legislativo, ¿cuál es la apuesta de su partido en las elecciones regionales? ¿Piensa que la división de los liberales podría afectar la búsqueda de alcaldías y gobernaciones?

En primer lugar, creo que el partido, en la carrera de octubre, debe apostarle a la descentralización, porque no se les puede seguir dando un trato de minusválidos a los poderes regionales. También hay que abogar por la transparencia y por una agenda ambientalista y animalista. Hoy a la gente le importa más la defensa del agua que otras discusiones, por ejemplo. Y me parece importante ser capaces de proponer un modelo económico en el que el Estado privilegie los sectores que generen riqueza con el trabajo y no con la especulación de los mercados. En segundo lugar, no creo que la división afecte tanto a las elecciones regionales, como sí podría afectar a las presidenciales. El país requiere de un Partido Liberal que defienda las tesis socialdemócratas y hable de los nuevos derechos ciudadanos, la redistribución de la tierra, la reindustrialización, y que le diga al sector financiero que hay unos límites. Solo tendremos opción de poder si demostramos que somos capaces de ofrecer un cambio y ser, de nuevo, el partido de las reformas.

Por Laura Angélica Ospina - @LaurisOspina

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